Arte comediante. Sebas Espinazo. Argi Arte

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En torno a ‘Comedian’, de Maurizio Cattelan

Existen reacciones del público, de la época, que elevan a una obra de arte a su condición de maestra. Sucedió con la intervención de Santiago Sierra en el pabellón español de la Bienal de Venecia de 2003, cuando uno de nuestros embajadores se negó a mostrar su documentación para entrar en él, alegando su condición diplomática.

Hoy vuelve a ocurrir cuando un rico riquísimo se come la banana de Cattelan, dando que hablar en todo el mundo por su doble condición de iconoclasta y sobrado de pasta; por encima, se dedica al nebuloso negocio de las criptomonedas, algo que nadie sabe muy bien en qué consiste; pero a nadie le suena a trigo limpio.

‘Criptomono come plátano caro’, de Sebas Espinazo (Argi Arte).

Repasemos los hechos para quien se vea fuera de juego.

En la feria de arte Art Basel Miami Beach de 2019, la Galería Perrotin, fundada en París en 1989 por Emmanuel Perrotin, ponía a la venta la obra ‘Comedian’, del artista italiano (para muchos iconoclasta) Maurizio Cattelan, del cual soy más que devoto. Su obra era una banana adherida a la pared de la caseta de la feria con una pedazo de cinta americana de color gris espacial. La imagen rayaba la perfección compositiva cromática del paquete de tabaco de la marca Camel, que todos los publicistas señalan como un prodigio de eficacia visual.

Al instante, se convirtió en la obra más instagrameada de la feria, aquel día 4 de diciembre en que se abrió para los especialistas, y no me cabe duda de que ello ocurrió por la eficacia cromática a la que me he referido combinada, ¡cómo no!, con el aire escandaloso que le otorgaba su precio de venta al público en 120.000 dólares. De la obra se vendieron inmediatamente dos ediciones, de las tres que concibió su autor; llegando al extremo de que el galerista se vio impelido a pedirle permiso para subir su precio a 150.000 dólares.

La indignación fue tal que un visitante, más que ofendido, decidió comérsela en protesta por esa comedia del arte a la que todos estábamos asistiendo a través de las redes sociales y los canales clásicos de noticias. Un dato que no debe ser olvidado para comprender lo ocurrido más tarde.

Tras ese atentado contra las normas del arte, el galerista repuso la banana, ya que, como en cualquier otra obra del género conceptual, lo que uno vende es el concepto –que, en este caso, incluía su reproducibilidad en tres ocasiones– junto al correspondiente documento de autenticidad expedido por la galería Perrotin, poseedora de esos derechos de reproducción limitada de la obra ‘Comedian’ (2019).

Todo el sarao se orquestaba como cita a los ready-mades origen del arte conceptual, por segunda vez en el caso de Cattelan, quien ya había realizado ‘America’ (2016), un urinario de oro macizo que sí podía ser utilizado, mejorando la conocida ‘Fountain’ (1917) de Marcel Duchamp, su más conocido ready-made, firmado como R. Mutt, que simplemente era un urinario elevado, en ese momento, a la categoría de escultura.

La posibilidad de uso del urinario de Cattelan es algo que lo distingue por completo de los ready-mades originales, como también sucede con su ‘Comedian’. Porque, y esto es lo más interesante de lo ocurrido, si ‘America’ era una manera de denunciar la América de Trump –un perfecto ejemplo de la cultura americana de la economía de casino, también conocida por aquella en que el ganador se lo lleva todo, sin derecho a contestación–, lo sucedido con la compra en subasta de la obra ‘Comedian’ el 20 de noviembre de 2024 –cuando el hipermillonario chino Justin Sun paga 6,2 millones de dólares para comerse la banana de manera legal y ante los medios de comunicación clásicos y sociales, dándole una publicidad a su empresa que está más que amortizada– sitúa su proeza en el lugar en que nos encontramos en la actualidad: un mundo en el que impera el síndrome de Eróstrato.

Un mundo en el que vemos competir en las alturas a los hipermillonarios que conjugan este síndrome con el asalto a la ruleta para llevárselo todo crudo; y esta competencia la vemos entre los americanos, al que honra la primera cita a Duchamp, y los chinos, que compran la segunda de las citas realizada por Cattelan.

También ilustra nuestro mundo por otra razón. Hoy, la gente va a los restaurantes, o a cualquier otro garito en que den de comer, para instagramear los platos, y así puede leerse, en algunas de las recomendaciones gastronómicas: destacar la instagrameabilidad del menú, y por eso vemos cómo todas la ofertas gastronómicas pecan de lo mismo y son idénticas. Claro, si no tienes dinero, vas al asiático de moda y le echas unas fotos; pero, si tienes pasta, pagas un montón por algo que no está pensado para ser comido, lo comes, se lo cuentas a todo el mundo y entras en la lista de los notables del planeta. Dicho todo de manera muy rápida.

Aunque también la acción subversiva del comprador de ‘Comedian’ nos enfrenta ante la caída, para mí ocurrida ya hace años, de la categoría central del arte de la era Duchamp, en la que todo gira alrededor de la ironía, para enfrentarnos ante unos tiempos que ya solo pueden entenderlo como grotesco, lo cual celebro por mi más que inquina contra Duchamp. Solo lamento no poder hacer lo que el hipermillonario Sun con la ‘Fountain’.

Arte comediante. Sebas Espinazo. Argi Arte
‘Arte comediante’, de Sebas Espinazo (Argi Arte).