Juan Carmona

#MAKMAEntrevistas
Juan Carmona Contreras
Gran Premio de Paco de Lucía
Dos nominaciones a los Grammy Latino
De gira con su último trabajo ‘Zyriab 6.7’

El guitarrista y compositor Juan Carmona Contreras (Lyon, 1963) es uno de los mayores exponentes del flamenco que se hace al otro lado de los Pirineos. Recaló en Valencia en una minigira que le llevó por varias ciudades españolas para presentar ‘Zyriab 6.7’, su trabajo más reciente, y un resumen de una carrera que abarca ya 12 álbumes y un largo inventario de premios: dos nominaciones a los Grammy Latino en la categoría de Mejor álbum de Flamenco, Gran Premio Charles Cros 2015; Premio Internacional de Jerez de la Frontera, Gran Premio de Paco de Lucía y finalista del Internacional de guitarra Flamenca de La Unión y de Córdoba.

El artista de manos bilingües, francés como d’Artagnan, pero mucho más flamenco y con ceceo, narra en los cortes de su último trabajo el periplo del polifacético Zyriab. Un viaje de 6.743 kilómetros entre Bagdad y Córdoba recreado con músicos de media docena de nacionalidades. “Como siempre estoy rodeado de gente que bien es flamenca o relacionada con otras músicas, pocas veces he oído cosas raras con mi nombre. Lo más habitual, como me ocurría en Estados Unidos, es que me llamen Jean”.

No eres de la saga los Habichuela, aunque incluso en portales especializados de flamenco se te suele confundir con Juan José Carmona Amaya, uno de los de la familia Ketama.

Me doy cuenta cuando veo las redes sociales en España. En Francia o en cualquier otro país, como en Japón, no me pasa. En cada país podemos ver cosas distintas en las redes sociales; por eso en España puede haber confusión con Juan José, de Ketama; en el extranjero, no, coinciden mi foto y mi nombre.

Más confusiones… ¿nacido en Lyon o en Marsella? En tu biografía constan las dos ciudades.
Nací en Lyon. Pero ya sabes que la gente tiene orgullo y al vivir un tiempo en Marsella, algunos creen que nací allí o les hubiera gustado que lo hubiera hecho allí. 

El guitarrista Juan Carmona. Foto: Olivier Martino Web.

Doce discos publicados, y eso sin contar material de los 80, que no te gusta, según dices, y todos los trabajos acompañamiento.

También he hecho música para películas… muchas cosas. Soy un enfermo de la creación. Lo que más me gusta es crear. Encerrarme, componer… y no solo flamenco, aunque me sienta flamenco por los cuatro costados. Como he tenido la suerte de vivir fuera de España, he podido ver la presencia de la música de diferentes partes del mundo y he estado en contacto con el jazz, la música brasileña, la oriental… Eso ha hecho que siempre tenga inquietud, que me preocupe por mi trabajo. Mi último disco salió en noviembre y ya tengo muchas ideas para el próximo proyecto.

¿Alguna que se pueda conocer?

Doce propios, como has dicho, más… diez o doce de colaboraciones. Tengo uno que grabé hace veinte años, pero no estoy convencido y no lo he sacado. Quizás ahora, que he empezado a trabajar en el próximo disco, me lo replantee y lo publique.

Es decir, ahora mismo estás haciendo la gira de presentación de un disco, tienes otro guardado en un cajón y otro en tu cabeza.

Exacto. ¿Ves cómo estoy enfermo? Tengo un problema con el tiempo. A mi mujer siempre le digo: “No he hecho nada”. Ella se rebela, porque cada día le dedico unas siete horas a la guitarra. De todo eso, la mitad lo aprovecho para componer, a parte de las rutinas de técnica, de preparar los conciertos… Tengo la suerte de tener un estudio en casa y allí me puedo tirar horas tocando y componiendo.

El ecosistema académico musical francés es diferente al español: allí la guitarra está muy metida en la academia, como disciplina profesional, desde hace mucho. Aquí, existe un problema titulitis que apea a muchos profesionales, es decir, a quienes han hecho de la música su carrera y su medio. Se da el caso de que quienes han recibido un Premio Nacional de Música no podrían dar clase porque ningún papel las reconocería.

Me da vergüenza decirlo, pero creo que es una falta de cultura enorme. Se piensa como se pensaba antiguamente. Si hablamos de música, la guitarra flamenca estaba para el acompañamiento del cante y el baile. Aún queda gente que la relega a ese segundo plano. No entienden la guitarra como instrumento solista. ¿Porque el baile y el cante son más vistosos? No lo sé. Puede ser.

Solo hay que pensar lo que costó meter el cante y el toque en el Teatro Real, como si aquel no fuese el ambiente propicio para esa gente.

Es el ejemplo perfecto. Imagínate, y estamos hablando de Paco de Lucía. Yo me he encontrado en teatros en todo el mundo, como el Carnegie Hall, el Bolshói o la Ópera de Sidney y me he preguntado: ¿Pero qué hago yo aquí?Y ves que la gente siente devoción por la guitarra flamenca. La respeta mucho.

¿Cómo es el ambiente flamenco en Francia?

En Francia hay mucha población andaluza y mucho gitano. Eso ha hecho que siempre haya sido tierra de flamenco. Pero, al mismo tiempo, en el fondo en cualquier país te encentras con gente que da clases de guitarra, de baile. Una vez, en Alburquerque, en Nuevo México, vino a verme un tío en el hotel y me empezó a preguntar por las falsetas de mi primer disco. A 10 o 15 horas de avión de mi casa, a ese tío le interesa una falseta por soleá. El flamenco está presente en cualquier lugar del mundo. Un alumno mío se tira cuatro horas de coche para venir a clase. ¿Y en Japón? Allí ha arraigado mucho la cultura flamenca. Con internet, además, cualquiera puede oír un trabajo o estudiarlo.

Portada del disco ‘Tauromagia’, de Manolo Sanlúcar.

Pasaste diez años en Jerez y durante una temporada estudiaste y trabajaste con Isidro Sanlúcar, que además produjo tu primer trabajo, ‘Borboreo’. En esa estancia pudiste presenciar los ensayos de Tauromagia, de Manolo Sanlúcar.

No solo lo vi, sino que estuve en su casa. ‘Tauromagia’ para mí es uno de los mejores discos de guitarra de la historia. Con Isidro viví un sueño. Imagínate que un niño soñaba con conocer a Manolo Sanlúcar y a Paco de Lucía y al llegar a Jerez le dicen: “Mañana en mi casa a tal hora”. Te voy a contar otra cosa: tengo una guitarra de Sanlúcar. Manolo se la regaló a Isidro e Isidro a mí.

Una reliquia.

Esa guitarra la tengo en casa y para mí no tiene precio.

¿Qué recuerdas de esa época? El trajín de gente, los ensayos…

Sobre todo, que Manolo se rodeaba de gente que musicalmente le aportaba lo que necesitaba: Diego Carrasco, La Manaquita, Mercé… Recuerdo sus consejos con mucho cariño. En lugar de decirme “toca”, me decía “háblame, háblame. Cuéntame cosas”. Cuando te hablan de esa forma, comprendes la música de otra manera, te expresas, cuentas.

¿’Tauromagia’ fue una influencia clara para componer tu ‘Sinfonía Flamenca’?

Me influyó mucho. Los grandes, quieras que no, siempre son una influencia. Cuando yo era pequeño había tres guitarristas: Manolo, Paco y Serranito. No había tantos como hoy en día. Esas tres figuras eran de escucha obligatoria y aprendías de ellos todo lo que podías. Sanlúcar, por su forma de componer y su forma de tocar, fue muy muy inspirador.

¿Con qué te identificas más, con la forma intuitiva de componer de Paco de Lucía o la más académica, con conocimiento del lenguaje musical, de Rafael Riqueni? Paco tuvo que aprender a leer partituras para interpretar de forma correcta el ‘Concierto de Aranjuez’.

No estoy seguro de lo que voy a decir, pero creo que Paco no llegó a aprender del todo. Es decir, si lo dejaran solo delante de una partitura tendría seguramente dificultades. Soy más de intuición, porque no conozco tampoco el solfeo. Lo ideal es tener las dos cosas, intuición y conocimiento, pero sin saber solfeo se puede tocar perfectamente.

Hay músicos con mucho solfeo y muy poco oído.

Eso es.

Portada del disco de Juan Carmona ‘Zyriab 6.7.’.

En Francia eres parte de la movida, director de varios festivales de flamenco. Desde tu punto de vista de promotor, ¿qué es lo que te interesa trasladarle al público francés?

Lo que más me importa es poder importar la cultura flamenca. Antes había bastante confusión sobre lo que era el flamenco por culpa de los Gipsy Kings, que hacían rumba. Por eso lo más importante es aclarar qué es el flamenco. Después, programar espectáculos tradicionales y plantear propuestas más modernas. El flamenco ha evolucionado mucho; lo que me interesa es que la tradición esté asimilada.

Y además… profesor de conservatorio. A parte del flamenco, ¿se estudian otras músicas, como aquí en algunos centros las músicas mediterráneas?

Doy clases magistrales. Como te decía, para mí el tiempo es muy importante y siempre me falta. No podría estar fijo en ningún conservatorio con horarios y demás. En el conservatorio francés existe un título nacional que reúne el flamenco, las músicas orientales, hindúes. Músicas del mundo, como se llaman.

Háblanos de cómo ves el panorama en casa. Aseguras que en España las guitarras están muy dedicadas al acompañamiento de cante o baile y te dan coraje las condiciones de trabajo. Sin embargo, en los últimos 20 años ha habido una explosión de solistas con su estilo y la riqueza propia que aportan: Casares, Antonio Rey, Rafael Trenas Hijo, David Carmona, Paco Soto, Habichuela Nieto…

La guitarra ha experimentado en los últimos años un empujón increíble. Estoy muy contento de que el contexto haya cambiado tanto. Cuando yo estaba en Jerez, un acorde que sonase más jazzero provocaba malas caras y extrañeza.

Tu trabajo más reciente, ‘Zyriab 6.7’, es un homenaje al artífice de la música andalusí y responsable en parte refinamiento en la mesa de la población ibérica. Con él has hecho una gira de conciertos breves por los establecimientos de Fnac en España.

La gira es la adaptación del disco a un cuarteto. Por supuesto, no tiene nada que ver con lo que se grabó. A partir de septiembre estaré entre Chicago y París para montar el proyecto entero, con músicos argelinos, marroquíes… No exactamente como está grabado, con cantantes e intérpretes de ocho países, y es muy difícil plantear ese espectáculo, con tanta gente, sobre un escenario. He decidido que invitaré a cuatro artistas y montaremos el disco para los conciertos.

Ocurre con el último disco como con ‘Perla de Oriente’, que está dedicado a Paco de Lucía. En aquel trabajo el lazo con la obra del maestro de Algeciras era la estructura de la banda que creó con forma de sexteto: bajo, flauta, percusión, cante y el baile. 

La ‘Perla de Oriente’ hace referencia a Shanghái. Cuando me puse a componer, ya era con idea de fijarme en el oriente. En 2015 me entregaron el Premio Zyriab e investigué quién era ese personaje. Lo conocía como una canción del disco de Paco. Ahí descubrí que era astrónomo, poeta, inventor de la música andalusí, como has dicho. Al conocer todas sus aportaciones quise hacerle un homenaje.

En esta grabación ¿te has sentido un poco aventurero, como lo fue Zyriab ¿Has ampliado el mapa, descubierto tierras nuevas, ritmos?

Por supuesto. Cuando me planteo trabajar con artistas de países con los que no había tratado se le revelan muchas formas de tocar, muchas músicas y ritmos nuevos. Eso es lo que más me gusta. Si lo piensas, un músico autodidacta, ¿cómo puede aprender? De la única forma es rodeándose de otros músicos y fijarse en cómo lo hacen.

Se sabe poco de la época musulmana, ocho siglos en la península y parece que la historia fuera ajena. Las taifas se organizaban en una especie de gremios. Albarracín, por ejemplo, era una de las plazas fuertes en la música.

Para mí ser músico no es solo tocar con más o menos gracia un instrumento. Ser músico es cultivarse. Y eso implica conocer tu propia cultura, de dónde vienes.

Duquende y El Pele, que aparecen en el disco, también oían ramalazos flamencos en las músicas hechas muy lejos de España.

La primera vez que fui a Marruecos me sorprendió una reunión de músicos marroquíes que estaban taconeando como si fueran flamencos. Qué raro me pareció aquello. En una fiesta taconeaban igual. Tan cerca, tan iguales, y tan poca gente lo sabe apreciar. Un indio sin tener ni idea de flamenco puede tener salidas muy flamencas.

De todas las colaboraciones, ¿hay alguna que te haya roto los esquemas?

Subramanyam, sin duda. Un pariente de Ravi Shankar. Fue muy fuerte emocionalmente. No me extraña que se diga que los gitanos vienen de la India. Ellos hablan con el violín. Es increíble cómo te pueden llegar a conmover.

Además de los dos españoles, colaboran los argelinos Youba Adjrad y Kawthar Meziti, el palestino Wissam Joubran, el iraní Bijan Chemirani o el iraquí Naseer Shamma, además de la banda, que son todos de Jerez. ¿Cómo se ahorma a ese personal tan variopinto?

La música en sí misma es un idioma y ese es el que elegimos. Es un poco exagerado, pero solo con eso nos podemos poner todos de acuerdo. Además, tienen tanto talento que hay un solo discurso, pero hecho con muchos instrumentos.

¿Tiene el flamenco más rozaduras con unos géneros que con otros? Es decir, que ya hay mezclas probadas que cualquiera puede saber que no salen bien.

El flamenco, aunque se mezcle, sigue siendo flamenco. Se puede acercar mucho a otros géneros. El Pele escuchó al cantante argelino y se asombró. Y al revés también. Siempre intento aportar algo nuevo. Si no sorprende algo, la música me puede llegar a aburrir. Necesito cosas nuevas.

Juan Carmona
El guitarrista Juan Carmona. Foto: Olivier Martino Web.