Jesús Arrúe

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Grafiti indultado de David Bowie
Jesús Arrúe
L’ETNO Museu Valencià d’Etnologia
Corona 36, València
20 de mayo de 2024

Jesús Arrúe dijo que su padre se hubiera sentido “orgulloso” de ver cómo el grafiti que sobre David Bowie pintó, entre mayo y junio de 2019, en un muro de la calle Corona de València pasa ahora a formar parte definitiva de la exposición permanente del Museu Valencià d’Etnologia (L’ETNO), tras su estancia provisional de un año en el Centre del Carme. “Supo que el grafiti de su hijo iba a ser indultado poco antes de morir”, subrayó.

Su grafiti indultado, gracias al apoyo popular que tuvo en las redes sociales cuando iba a ser demolido el muro donde lo pintó, ya es pieza de museo. Por eso, sumado al orgullo de su padre, Arrúe exclamó: “Ya me puedo morir tranquilo”. Tal era el peso que se quitó de encima (“ha supuesto un desasosiego”), que Jesús Arrúe no dejaba de mostrar su entusiasmo la mañana en la que L’ETNO abrió sus puertas para que entrara, transporte de grúa incluida, la obra que protagoniza quien ha sido un referente en su vida: el polifacético David Bowie.

El cantante, actor y diseñador británico, amén de andrógino alter ego Ziggy Stardust, dijo algo que conecta directamente con lo vivido por el propio Arrúe: “Del éxito no se aprende nada, solo del fracaso”. “Estoy totalmente de acuerdo. De hecho, mi vida ha ido fluctuando entre los éxitos y los fracasos. Es más, bajar a los submundos me ha hecho más fuerte”, resaltó el artista valenciano de origen vasco, quien añadió, con respecto al éxito actual, que era “por los noes de todos los días”.

David Robert Jones cambió su nombre por el más artístico de David Bowie, apellido que viene a ser la traducción de cierto cuchillo de caza. Cuchillo que bien pudiera ligarse con la forma un tanto punzante que tuvo el cantante inglés de ir abriéndose paso en la convulsa industria musical de los años 60 y 70. También con la forma hiriente que adquirió su mirada tras estar a punto de perder un ojo por culpa de una pelea a los 15 años.

El grafiti de David Bowie, obra de Jesús Arrúe, durante su traslado a L’ETNO de València. Foto: Abulaila.

“En este sentido, yo también soy un poco cuchillo de caza, porque también he tenido que ir superando adversidades”. Y Arrúe alude al significado de su propio apellido, que en euskera alude a la piedra o a la zona pedregosa por la que, a tenor de lo dicho, ha caminado el propio artista antes de alcanzar el éxito por su obra ya a disposición de todo el mundo en L’ETNO.

“Yo viví la música de los 80, de las tribus urbanas y de la que formé parte, y esta obra es una reivindicación de todo aquello que ha desaparecido por la gentrificación y el turismo, que han convertido el barrio del Carmen en un parque temático”, señaló, mientras veía cómo su grafiti iba poco a poco entrando en el Museu d’Etnologia de la Diputació de València.

Glòria Tello, exconcejala de Cultura del Ayuntamiento de Valéncia, ha sido, junto al también concejal Fernando Giner, quien inició el rescate de la pieza para que fuera depositada eventualmente en el Centre del Carme, antes de recalar en L’ETNO. De ahí su presencia durante el traslado del grafiti y las palabras de agradecimiento de Arrúe, quien subrayó el “relanzamiento” que supone para su carrera el que la pieza esté en un museo.

Tanto es así, que la imagen de Bowie, con el icónico rayo que atraviesa su cara, forma ya parte de su propia anatomía: “La llevo tatuada en mi brazo”. Un David Bowie que, en el grafiti, se halla rodeado de una serie de trazos, manchas y gestos con los que se encontró Arrúe en el muro donde lo pintó. “Bueno, el 13 también es cosa mía, porque la supuesta mala suerte del número a mí, en cambio, me ha dado buena suerte”.

David Bowie era mutante e imprevisible, ¿al igual que tu obra después de todos estos avatares?

“Bowie era camaleónico, como lo está siendo el propio barrio del Carmen que reivindico en este grafiti. También era transgresor y cambiante, de nuevo al estilo del barrio. Y, desde luego, yo diría que soy tan intenso como él, no solo con su música, sino con su contundencia a la hora de reivindicar la bisexualidad. Fue un referente”.

De izda a dcha, Joan Seguí, Jesús Arrúe y Paco Teruel, junto al grafiti de David Bowie todavía sin desembalar, en L’ETNO. Foto: Abulaila.

Iba contra corrientes y modas establecidas, pero en tu obra, sin embargo, se observa un estilo más marcado. ¿Contradices en esto a Bowie?

“No, para nada. Es verdad que la obra mía que más se conoce es la de rostros de famosos, que se propaga en las redes sociales [le vendió un cuadro a Madonna], pero luego tengo obra semiabstracta y expresionista que, aunque tiene menos repercusión, es valorada entre los propios artistas”.

El diputado de Cultura, Paco Teruel, avanzó que, “sin duda”, el grafiti de Arrúe, ya en la exposición permanente de L’ETNO, “será de las obras más visitadas del museo; museo que amplía así sus fondos”. Joan Seguí, director del Museu d’Etnologia, aseguró que su centro no era un museo de arte “ni queremos serlo, sino que somos uno de cultura popular y el grafiti forma parte de ella”.

Que la pieza recalara en los muros donde está la exposición permanente, a modo de espacio fronterizo que linda con los propios muros de la ciudad de València, era una metáfora de “la soledad y la marginalidad” asociadas al “fragmento de un muro real intervenido por un artista en formato de grafiti”, lo cual era “una perita en dulce”, agregó Seguí.

La mirada de David Bowie, atravesada por ese rayo a modo de constelación venida de otro planeta, evocando su famoso ‘¿Life on Mars?’, forma parte de la exposición permanente ‘No és fácil ser valencià’. Ni británico, si nos atenemos a lo que sentenció el propio cantante: “No creerías por lo que he pasado”, sin duda reflejado en su camaleónico rostro y en sus ojos de distinto color. Como concluyó Arrúe: “En la mirada está la esencia de todo”.

Jesús Arrúe
Jesús Arrúe, con su grafiti de David Bowie al fondo, durante el traslado a L’ETNO. Foto: Abulaila.