Javier Gay
#TestimoniosMAKMA
Javier Gay: afectado por la covid-19

En ‘Diccionario de las Artes’, Félix Ruiz de Azúa cuenta, para explicar lo que es un artista, la historia sufrida por millones de judíos que, hacinados en vagones anteriormente utilizados para el transporte de ganado, iban camino del matadero fabricado por los nazis en los diferentes campos de exterminio diseminados por Europa.

En semejantes condiciones, vagones de puerta corredera con “mínimos respiraderos en la parte superior, a un palmo del techo, y otros cuantos orificios en el suelo para evacuar las heces”, sus desdichados viajeros solían escoger a alguien que, aupado por el resto, lograba alcanzar el respiradero por donde se colaba la luz exterior. Escudriñando por esa mirilla, los improvisados oteadores podían narrar lo que veían fuera, de forma que, en medio de la oscuridad y el triste destino de sus vidas, pudiera al menos vislumbrarse lo que acontecía en ese mundo libre que se les negaba.

“Los oteadores más apreciados eran aquellos que referían con acierto la existencia de un mundo verdadero, libre de la tortura y del horror, un mundo luminoso, pero atado al mundo de los condenados por signos indescifrables”, señala Ruiz de Azúa, quien resalta la importancia de unos oteadores que, mientras lograsen convencer a sus compañeros de esa realidad luminosa capturada porla mirilla, “entonces el mundo del horror permanecía como la otra ficción”.

“En los buenos relatos, los presos tenían la certeza de que algo circulaba de los unos a los otros, de los condenados a los libres, del mundo de la muerte al mundo de la vida”, dando lo mismo que ciertos detalles fueran escrupulosamente veraces, “pues lo esencial para ellos era sentirse partícipes del mundo de los vivos y pertenecientes al mismo, aunque solo fuera por unos segundos”, subraya Ruiz de Azúa.

Salvando las lógicas distancias, podríamos decir que quienes ahora se hallan encerrados, por la enfermedad de la Covid-19, en máquinas respiratorias que insuflan vida allí donde ésta se ve amenaza por la invasión de un virus, y, sacando fuerzas de flaqueza, se esfuerzan por narrar lo que sienten desde su oscuridad, diríase que se comportan como esos oteadores de la luz en tiempos de siniestra existencia.

Uno de ellos es el ilustrador Javier Gay. Ingresado por covid en un hospital de València, está teniendo el coraje de contar su enfermedad, pese al precario estado de salud que limita sus capacidades, logrando con ello dos propósitos: transformar lo real de su experiencia en narración que palía en cierto modo el sin sentido de lo que nos acontece, al tiempo que muestra de forma palmaria los efectos del virus, para que tomemos buena nota de su peligrosidad. Léanle y síganle porque merece la pena.

Javier Gay, según el propio Javier Gay. Imagen de su cortesía.

“[7 ° día de confinamiento por covid-19 en hospital]

Mi vida, conectado a mi ‘Robot Madre Aericia – Ventilador Respironic V60 Plus’ (Máquina de oxigenoterapia de Alto Flujo).

¡¡¡Un maquinón increíble, una joyita de la ciencia médica!!!

Me uno a ella en Cuerpo y Alma.

Solo puedo estar agradecido de tenerla conmigo, la amo, me da mi oxígeno vital incesantemente, ella lleva su marcha, yo no fuerzo ni mi pecho, solo la dejo hacer y respiro fuerte todo el rato. Pasé de saturación 90 a 100.

No para, no te deja tirado. Se te seca un poco la boca, te hincha la lengua, tienes que tener mucha paciencia de no moverte la máscara para que no haya fugas de aire, tienes hambre y no puedes mascar, tu cuerpo está vivo y tienes que dejarlo inmóvil…y por suerte no me oprime ni nariz ni nada, se me ajusta como un guante.

Ayuda mucho si sabes meditar y hacer yoga. Respira, inspira, Ooommmmm….

Porque ya estás mejorando, pero no imaginas los días que pasarás recostado así sin poder moverte, ni beber agua, ni comer nada, todo te lo inyectan, y te vigilan, están totalmente monitorizadas tus constantes vitales.

Así que como decía la canción, lo mejor es que te dejes llevar, que te relajes… no puedes hablar con nadie, solo pensar y escribir… y mirar tu habitación, y sonreír con tus ojos a enfermeras y enfermeros, médicas, os y limpiadoras, res.

Algo bello que me pasó en esta lucha, y medio somnolencia onírica nocturna… es que mi madre Marga muerta me visitó esta noche, me besó la cabeza con dulzura y me dijo: Te quiero mucho, hijo Javi, ponte bueno ya, y dulcemente se marchó.

Y yo lloré una lágrima azul, sintiendo estremecido cada caricia materna perdida, y cada beso y abrazo nuevo que quiero dar cuando salga de esta a mi pareja, familia y amigos.

Buenas noches. Os quiero”.

Ilustración de Javier Gay, por su cortesía.

Al día siguiente…

“Este finde se me dispararon todos los indicadores malos, estaba fatal, ha sido durísimo, una de las pruebas más duras de mi vida, por eso me medicaron atacando fiebre, infección e inflamación, y me conectaron a Oxígenoterapia de Alto Flujo. Ha funcionado, ya me la quitaron y estamos muy contentos.

Con el Airvo puedo comer, beber y respirar muy bien. Si toso me duele el pecho, pero no mucho, así que me relajo para no toser. Ommmmmmm… No he perdido el gusto, ni el apetito, bebo mucho y me hidrato, y muevo el culo de lado a lado para evitar el punto de alta presión del coxis tras una semana encamado (si me escaro y sale llaga la liamos, es muy importante moverse incluso parado).

Me irán cambiando a una oxigenación diferente, mientras parece que todo va bien. Pero aún me queda hospital para rato, dice mi amigo el doctor Jesús Sancho, así que sigo dejándome cuidar, ya leyendo un poco más, dibujando a ratos, e intentando lo que mejor sé hacer, imaginar mundos y contarlos”.

Fotografía de Javier Gay intervenida por el propio autor. Imagen de su cortesía.

Salva Torres