#MAKMAEntrevistas | Javier Cercas
‘Independencia’
Tusquets, 2021
A lo largo de su carrera, que arrancó en 2001 con el gran éxito de ‘Soldados de Salamina’, Javier Cercas ha puesto el foco en distintos momentos clave de la historia española como la Guerra Civil o la Transición. Con su último título, ‘Independencia’ (Tusquets), viaja a un futuro próximo libre de la covid –el año 2025– para entrar a trapo en un episodio político reciente que ha dejado profunda huella: el procés.
Lo hace mediante una radiografía implacable de las élites barcelonesas que controlan el dinero y el poder, y con un protagonista que en ciertos aspectos puede considerarse su alter ego, un reflejo de su yo más hondo, de su furia, dolor y pasiones primarias, como Cercas ha dicho en alguna ocasión. Se trata de Melchor Martín, el mosso d’esquadra que arrastra un pasado entreverado de gloria y miseria, al que conocimos en ‘Terra Alta’, su anterior título, finalista del Premio Planeta.
“De Melchor me seduce todo: por eso, entre otras razones, voy a escribir cuatro novelas sobre él”, anuncia Cercas. “Cuatro novelas que al final serán una sola: la historia de un ángel que por momentos se convierte en un ángel exterminador. Así podría definir alguien a Melchor. ‘Bienaventurados los limpios de corazón, porque ven a Dios’, dice Jesús en el Sermón de la Montaña».
«Melchor –prosigue el autor– es un tipo lleno de furia, de dolor y de contradicciones, con una vida muy complicada. Su madre prostituta fue brutalmente asesinada, no conoce a su padre y nació en un barrio muy duro de la Barcelona metropolitana. Por momentos puede ser violento; pero, pese a todo ello (o, precisamente, por todo ello), es un limpio de corazón”.
Viudo y con una hija pequeña, Melchor lleva una vida apacible en Terra Alta, incluso acaricia la idea de colgar el uniforme y opositar a bibliotecario, la profesión de su mujer. Su rutina da un vuelco cuando su antiguo jefe lo reclama para resolver un caso muy delicado. La alcaldesa de Barcelona está siendo extorsionada por unos desconocidos que amenazan con difundir un vídeo sexual protagonizada por ella si no paga 300.000 euros en criptomonedas –un detalle que compelió a Cercas a documentarse sobre el tema–, y luego exigen también su dimisión.
De mala gana, Melchor regresa a su ciudad natal y a su aire, como suele actuar, se sumerge en la investigación. Para su jefe es el españolazo, pero no da el perfil del típico celtibérico. Recuerda, más bien, a un héroe de western. Cercas no desmiente esa apreciación: “¿Un héroe de western? Ojalá, si el western fuera bueno. Algunas de las mejores películas que he visto en mi vida son westerns”.
“Además, y como decía Borges con toda la razón, en el siglo XX la épica se refugió en el western –la novela la desterró de su seno, o casi– y en mis novelas ha habido siempre un aliento épico, o eso quiero creer. Por lo demás, la prensa bautizó a Melchor, tras los atentados yihadistas de Cambrils, en 2017 –en los que abatió a cuatro terroristas–, como el héroe de Cambrils, pero sobra decir que él no se considera un héroe; también sobra decir que no considerarse un héroe es la primera condición para serlo”, añade Cercas.
“’El catalán que no quiere la independencia, no tiene corazón; el que la quiere, no tiene cabeza’. Esta frase, acuñada por el padre de uno de los personajes, resume el mensaje del libro. Cómo los ricos, ante la crisis económica de 2012, sacaron a la gente a la calle para presionar al Gobierno vendiendo la ensoñación de una utopía catalana y, luego, no supieron meterla en casa”.
¿La relación entre el binomio dinero/poder y la política es más intensa en Cataluña que en otros lugares? “No lo creo: en Cataluña tiene sus particularidades, por supuesto, pero esas dos cosas son las que mandan. Y son insaciables: el dinero siempre quiere más dinero, y el poder siempre quiere más poder. La democracia es el mejor invento que hemos creado para defendernos de la voracidad de ambos. En todo caso, yo creo que el poder del dinero no puede ser una excusa para que los políticos no le pongan coto; ellos tienen a su disposición los instrumentos para hacerlo: si no lo hacen, hay que mandarlos a casa”.
Casas, Vidal y Rosell son tres pijos de manual metidos en política o actividades afines de los que se sirve Cercas para dibujar un retrato de la jet barcelonesa. También Ricky Ramírez, el típico trepa resentido que se pega a ellos para mejorar de estatus y acaba usado como un clínex y tirado en la cuneta.
“Ricky tiene algo de arribista de novela del siglo XIX, de aquellos personajes de Stendhal o Balzac o Flaubert, de los que también viene el pijoaparte de Marsé. Ricky es un infeliz que creyó que la manera de conseguir la independencia personal era arrimarse a los ricos, que hicieron con él lo que suelen hacer en todas partes las élites enquistadas en el poder con los que se arriman a ellos: utilizarlo para sus propósitos y luego usarlo como papel higiénico”.
“Ricky se equivocó, y lo paga muy caro. Es un pobre aspirante a pijo: una de las peores cosas que se puede ser; también es lo contrario de Melchor, que es el antipijo total, y que al final de la novela quizá conquista la independencia que Ricky buscaba”, apunta Cercas.
Contrafiguras de los pijos son Vivales, el abogado y protector de Melchor, y sus dos amigos que en veladas regadas de alcohol destripan los entresijos de una ciudad que conocen muy a fondo (más por viejos que por diablos). Es Vivales quien formula una frase magistral: “¿Cómo creer en un sistema político que da derecho a voto a un individuo como yo?”.
“La frase demuestra la honestidad rocosa de Vivales, que probablemente tenía en mente, cuando la pronunció, la célebre sentencia de Groucho Marx –otro especialista en reírse de sí mismo; otro tipo de una honestidad feroz–, según la cual nunca aceptaría ser miembro de un club que le admitiera como socio. La suscribo”, concluye Javier Cercas.
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