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‘Jávea’ (Editorial Candaya, 2020)

El hecho de publicar una autobiografía con solo 44 años puede interpretarse como un gesto de narcisismo, una muestra de impaciencia por contar batallitas. No es el caso de ‘Jávea‘ (Candaya), de Alberto Torres Blandina, unas memorias ficcionadas en las que, a través de  su propia experiencia, plantea dos temas sobre los que ha reflexionado profundamente: el poder del dinero y la incapacidad del ser humano para ser feliz, aunque consiga sus deseos.

‘Jávea’ no es autoficción, como algunos lectores desprevenidos pueden pensar, sino un estriptis valientemente asumido por Torres Blandina que “de esta novela quería salir humillado y herido, mostrar la realidad sin filtros”.

Su objetivo principal no es contar su vida, “sino utilizarla como ejemplo para responder a las dos preguntas que cruzan toda la novela: cómo el dinero condiciona quién somos y por qué no somos capaces de ser felices aún teniéndolo todo. A través de experiencias propias y de mis familiares y amigos intento desarrollar estos temas. Toda la novela es un diálogo con el lector sobre la sociedad actual: el capitalismo, la meritocracia, la insatisfacción clasemediana, los condicionamientos sociales. Mi vida es solo una excusa para pensar sobre estos temas”.

Alberto Torres Blandina. Imagen cortesía del autor.

Los recuerdos de su infancia en Sagunto, su relación tangencial con pandillas de críos al borde de la marginalidad, la evocación de su familia, especialmente de sus abuelos, se entreteje con sus viajes por distintos lugares del mundo (Dublín, Londres, la India) en sintonía con los temas de fondo que trata.

“La novela transita por varios momentos y personajes, yendo y volviendo como en una composición musical. A pesar de que la narración fluye sin parar cada parte tiene su propio ritmo, voz y textura. Aunque el resultado puede parecer caótico, soy un escritor muy metódico y la estructura del libro está muy pensada, con elementos que se repiten como símbolos de la meritocracia y el ascenso social”.

Esa intención metafórica se plasma también en el título, ’Jávea’, “una fantasía infantil, un lugar idealizado en la mente de un niño que veranea en su propia casa y que apenas ha salido de su pueblo. La Jávea real no importa porque es una proyección”.

El relato de sus viajes incluyen anécdotas que bien podrían ser inventadas, pero todo lo que se cuenta ocurrió realmente. “La premisa de esta novela era no inventar nada, contar las cosas como fueron (obviando que al escribirlo ya hay un proceso de selección del material y alejamiento de la verdad). Los viajes son una forma de vernos en perspectiva. En el libro hay una conversación paródica con un niño de Malí donde le explico que soy pobre porque nunca he tenido piscina. Esa escena deja bien claro que viajar nos ayuda a relativizar”.

Jávea

La crítica al capitalismo y a la explotación laboral son ejes de coordenadas del libro. Sin embargo, el resentimiento social del protagonista choca con el hecho de que el sistema le haya permitido prosperar desde un barrio de clase media/baja y recorrer parte del mundo. “Cuando me pongo a escribir no quiero llegar a ningún sitio. No hay tesis que pretenda defender. Mi intención primera no es atacar el capitalismo, pero acabo haciéndolo porque descubro que explica muchos de nuestros problemas actuales como individuos y como sociedad».

«No niego que el sistema me ha permitido prosperar, pero eso no quita que es un sistema con muchas imperfecciones que intento señalar. Y sobre todo, que determina nuestra vida. Por ejemplo, toda esa obsesión con emprender no deja de ser una falacia capitalista: emprende quien tiene un colchón familiar, quien puede permitirse fallar sin quedarse en la calle. Aquel que viene de una familia humilde busca seguridad. Y esto es solo un ejemplo de los condicionantes sociales”.

Alberto Torres Blandina. Imagen cortesía del autor.

A la postre, él mismo reconoce que es mejor tener una familia humilde pero feliz y comprensiva que ser un niño de papá sin la atención de unos padres demasiado ocupados en ganar dinero y aparentar. “Todo el libro va reflexionando mientras bucea en recuerdos y, si hay alguna conclusión, cosa que he intentado evitar, es que el dinero nos condiciona, pero es solo dinero. Mi frustración por no haber tenido lugar de veraneo cuando todos se marchaban en verano es legítima, pero eso no quita que me he criado en una familia feliz, que siempre me ha apoyado y me ha dado cariño. Por suerte, el dinero no lo es todo”.

En los pasajes en los que evoca su madurez en una reunión de escritores amigos plasma la profunda insatisfacción de los heterosexuales de su generación pese a los éxitos conseguidos. La sensación de representar una parodia de sus sueños.

“Creo que uno de los mayores problemas de nuestra sociedad es la falta de objetivos vitales”, afirma. “Cuando todo está más o menos bien no hay nada por lo que rebelarse. Nada en lo que te vaya, aunque sea un poco, la vida. Y eso hace que teniendo todo nos sintamos vacíos. Es el otro tema, muy relacionado con el anterior, pues no dejan de ser efectos del capitalismo, al que doy vueltas en la novela. El dinero y el dolor son los imanes que mantienen unidas todas las historias, anécdotas y reflexiones del libro”, concluye Alberto Torres Blandina.

Alberto Torres Blandina. Imagen cortesía del autor.

Bel Carrasco