Iria Márquez
‘Un lugar de partida’, de Iria Márquez
Con Juan Carlos Garés e Iria Márquez
Vivirei Teatro
Sala Russafa
Dénia, 55, València
Hasta el 9 de mayo de 2021

Mucho se ha hablado sobre la emigración laboral de los españoles a Alemania a mediados del pasado siglo. Mucho y en muy diferentes tonos, desde la propaganda franquista de los documentales del NO-DO a filmes como ‘Un franco, 14 pesetas’ de Carlos Iglesias.

En poco más de una década más de un millón de personas se trasladaron a distintas ciudades alemanas en un viaje de ida vuelta, cuyo objetivo no era hacer turismo, sino mejorar sus condiciones de vida mediante un duro trabajo. Las cifras son cuantificables en términos económicos, pero es imposible evaluar las consecuencias emocionales que tuvo ese destierro, aunque fuera pasajero.

La actriz, dramaturga y directora Iria Márquez explora esta faceta oculta del fenómeno migratorio en ‘Un lugar de partida’, que se estrenó en Sala Russafa el 29 de abril, donde estará hasta el 9 de mayo. El montaje –de Vivirei Teatro, formación fundada por Márquez para desarrollar sus proyectos propios– forma parte de la programación del ‘10é Cicle de Companyies Valencianes’, del teatro de Ruzafa.

Cartel de ‘Un lugar de partida’, de Iria Márquez. Imagen cortesía de Sala Russafa.

Aporta su visión personal desde una experiencia muy cercana, pues sus padres, María Jesusa y Ángel, fueron uno de los matrimonios que tomaron ese tren con destino a Alemania, país en el que residieron trece años. Lo relata en clave de autoficción y poniéndose como actriz en la piel de su madre, junto a Juan Carlos Garés, que interpreta a su padre.

«Para mí es una historia muy próxima, pero he procurado distanciarme de ella ya que la pareja protagonista representa una generación de españoles que yo llamo ‘la generación del trabajo'», dice Márquez. «Personas que solo pensaban en la familia y en trabajar».

Márquez huye de tópicos y extremismos. «Cada uno de mis padres vivió la emigración de forma distinta. A mi madre le costó aclimatarse por cuestiones de idioma y temperamento de la gente, que consideraba fría y distante. De hecho, era difícil relacionarse con los alemanes, ya que la mayoría de los trabajadores también procedían de fuera de Alemania. Mi padre, en cambio, se adaptó mejor al estilo germánico y valoraba sus aspectos positivos de eficacia, seriedad y buena organización».      

También tuvo distintas consecuencias laborales para ellos. «Mi padre era tornero fresador y a la vuelta a España encontró trabajo. Sin embargo, mi madre tuvo que limpiar casas hasta la jubilación, pues los trabajos que desempeñó en Alemania –en una fábrica de chocolate y en una de papel, entre otras–, no le permitieron especializarse profesionalmente».

Iria Márquez y Juan Carlos Garés, en ‘Un lugar de partida’. Imagen cortesía de Sala Russafa.

Siguiendo una tradición arraigada en su tierra, la aventura migratoria se repitió en la familia Márquez años más tarde. En 2008, su hermano se instaló en Estados Unidos y luego en Panamá, e Iria vino a València hace siete años para desarrollar su vocación artística ligada a la compañía Arden y al Centre Cultural i Docent Sala Russafa, donde imparte clases de interpretación, además de participar en las producciones propias.

«Hoy día, la emigración laboral se sobrelleva mejor que en el pasado, pero siempre que sea voluntaria, no por obligación», comenta. «Incluso en las mejores circunstancias sociales y económicas es inevitable sufrir conflictos a causa de la añoranza, la deslocalización, la búsqueda de un lugar que puedas considerar propio. Es lo que llamo ‘síndrome del cuerpo partido’, un concepto muy elocuente que descubrí en un reportaje y que me he apropiado».

«El franquismo animaba a emigrar con la promesa de prosperidad, y la crisis de principios de siglo llevó al éxodo a muchísimos jóvenes. Ni en un caso ni en otro se tuvieron en cuenta las consecuencias personales, emocionales y vitales del cambio». Así, el título de la pieza,’ Un lugar de partida’, «no solo hace referencia al inicio de un viaje, sino también a la fractura que se sufre cuando tienes la cabeza y el corazón en un sitio, mientras que el cuerpo está en otro». 

Juan Carlos Garés e Iria Márquez, en ‘Un lugar de partida’. Imagen cortesía de Sala Russafa.

La escenografía recrea el pequeño apartamento berlinés donde se aloja la pareja protagonista, y la iluminación y el vestuario transportan a otra época y a la fractura interna de unos personajes que se niegan a partirse, que resisten aferrándose a los lazos que les unen como pareja y que les atan a quienes dejaron en su tierra.

El germen de la obra pudo verse bajo el título ‘Un lugar al que ir’ en el festival Russafa Escénica 2019. Desde entonces se ha ido desarrollando en ‘Graners de creació’, hasta convertirse en un espectáculo de larga duración. Incluye la proyección de audiovisuales, incorporando un rodaje en super-8 y fotografías de la época.

También fragmentos de las entrevistas realizadas a los familiares de Márquez, en 2019, durante el proceso de documentación. Colaboran varios autores de la escena musical independiente valenciana: David Campillos, Galope (Javier Marcos) y El Ser Humano (Gonzalo Fuster) firman versiones libres de ‘La Rianxeira’, canción del folclore gallego, junto a ‘El emigrante’, de Juanito Valderrama, ‘Radioactivity’, de Kraftwerk o la interpretación de ‘Hurt’ por Johnny Cash. Alberto Montero ha cedido ‘Buscando un lugar donde vivir’, de su último disco, ‘El desencanto’. 

Iria Márquez y Juan Carlos Garés, en ‘Un lugar de partida’. Imagen cortesía de Sala Russafa.

 Bel Carrasco