Ingmar Bergman

#MAKMALibros
‘Las palabras nunca están ahí cuando las necesitas’, de Ingmar Bergman
Traducción: Marina Torres y Paco Uriz
Colección La Principal
Fulgencio Pimentel, 2025

Con referencia al aniversario cien de Ingmar Bergman (1918-2007), se han ido recuperando en España muchos de sus textos. Así, libros que llevaban varios años descatalogados, o que, en todo caso, no eran fáciles de localizar, como ‘Imágenes’ o ‘La linterna mágica’, traducidos por Tusquets, regresan a las estanterías con ediciones nuevas.

En el conjunto de recuperación y restauración de una parte de la herencia escrita del cineasta sueco, sobresale, indiscutiblemente, la labor realizada por la editorial Fulgencio Pimentel, que presenta esa trilogía familiar formada por ‘La buena voluntad’, ‘Niños de domingo’ y ‘Confesiones privadas’, el sensacional centro de dicha obra literaria.

En paralelo a la impresión de estos volúmenes imprescindibles, donde se detallan las aflicciones de la tortuosa relación de los padres del artista, y varios capítulos de su niñez, Nórdica Libros reorganiza y entrega, en dos tomos, los cuadernos de trabajo.

La biblioteca Bergman en nuestro país crece en las últimas semanas con la aparición de un ejemplar de ensayos preparado, otra vez, por Fulgencio Pimentel, y los traductores Marina Torres y Paco Uriz, a partir de la selección organizada en Suecia en 2018, publicada en forma de libro por Norstedts, ‘Las palabras nunca están ahí cuando las necesitas’.

Ingmar Bergman. Fulgencio Pimentel

Estructurada con arreglo a distintos asuntos interconectados, y ya perfectamente conocidos por los aficionados, tal y como la relación con el cine y el teatro, la memoria de la infancia o la relación afectuosa con los actores y las actrices, supone, al menos en una cierta forma, un complemento a los citados cuadernos, o, en cualquier caso, un liviano hermano menor.

Pese a incluir en la bonita portada de Manuel Marsol la palabra ensayos, a decir verdad, el material convocado, en síntesis, se asemeja más a unas afirmaciones un tanto desenfadadas. Por consiguiente, podemos atender la lectura en forma de accidental respuesta juguetona a la gravedad de las anotaciones profesionales-sentimentales anteriores. A decir verdad, la confrontación constante de unas exposiciones con otras desencadena una singular actuación de refutaciones particulares y el establecimiento de pistas falsas e ironías.  

Sacados de conferencias, prólogos e incluso una redacción de la época de los estudios, los textos, efectivamente, se mueven en torno a una frivolidad autoconsciente y divertida, tal cual se advierte en el apartado ‘Regreso a Ingmar Bergman’, donde bromea con su severa imagen pública y la relación con la prensa y la crítica, empleando, en algunos casos, la máscara de reporteros inventados, o una petulancia tan insufrible como conmovedora procedente de las declaraciones de juventud.

Del grupo de redacciones, seguramente, la más famosa, y quizá también la más notable, es aquella ‘Cada película es mi última película’, de 1959, añadida al capítulo ‘Otra vez el cine’. Destacada en el exterior del ejemplar con la impresión de varios puntos, por fin ve la luz en nuestra lengua esta conferencia reveladora en donde asegura que es cineasta, por encima de todo lo demás, y que el cine es, de veras, su medio de expresión natural y no la palabra escrita.

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Este alegato es muy interesante por esclarecedor, porque, en un cierto sentido, rechaza esa labor de relación íntima con la palabra escrita iniciada, con frenesí, a los 70 años. En otras palabras, el joven Bergman acusa al viejo de impostor. ¿Son acaso las obras consiguientes un fraude? Probablemente, un fraude fabuloso.

En los distintos bloques, el escritor no escritor se refiere a la autoafirmación de artista, a la imprescindible relación con el público y cuestiona, con severidad, la labor de los programas institucionales y las escuelas de cine. El libro, en suma, es un repertorio de manías, obsesiones, placeres y caprichos.

Se divierte deconstruyendo algunas de sus películas más complejas y populares con un puñado de palabrejas insustanciales, mientras dedica largos párrafos a comprometer a creadores teatrales rivales o a preparar relatos fantasiosos onanistas, con forma de diálogos.

Bergman es temperamental y extravagante, y en la composición de las frases sumadas al libro final, desde la tumba, parece decidido a desmentir su propia leyenda, aludiendo a manifestaciones desordenadas de 1940 a 1994.

Solo parece tomarse en serio, realmente, el agrio capítulo del destierro en Alemania en los años setenta a consecuencia de las acusaciones de fraude fiscal en su país, recogido en la parte ‘En el exilio’, acaso porque es una parte de su narrativa que no puede controlar completamente.

Ingmar Bergman. Irving Penn
Ingmar Bergman retratado por Irving Penn en 1964.

En ‘Las palabras nunca están ahí cuando las necesitas’ no hay nada verdaderamente novedoso, más allá, quizá, del tono. Todos los temas son evaluados antes por medio de diferentes manifestaciones, y, posiblemente, con mayor elocuencia. De hecho, este proyecto, hasta cierto punto, me recuerda a ese ‘Anthology 4’, de los Beatles, lanzado a los comercios casi al mismo tiempo.

En esencia, después de un pequeño número de cortes de valor, el resultado raramente justifica su existencia, más allá de la voluntad de los herederos y los gestores del patrimonio de seguir rebañando el plato. Lo mismo que las canciones incompletas del LP del cuarteto de Liverpool, estos escritos de Bergman tienen, en el mejor de los casos, una relevancia, digamos, académica, encaminada a estudiosos.

No obstante, y a pesar de todo esto, como en el nuevo plan Beatle, desafinado y gratuito, sí, en el habla del cineasta palpita todo el tiempo una pasión inigualable por el oficio, una energía especial que casi excusa ciertas finalidades crematísticas originales.

He aquí un libro que, en realidad, no existe, formado por anotaciones confusas y restos del mito. Lo que debería ser un fracaso anunciado se convierte, enseguida, en una celebración de la fantasía del artista, en una declaración de amor, en definitiva.