#MAKMAEscena
‘Muerte de un viajante’, de Arthur Miller
Director: Rubén Szuchmacher
Versión y adaptación: Natalio Grueso
Intérpretes: Imanol Arias, Cristina de Inza, Andreas Muñoz, Carlos Serrano-Clark, Fran Calvo, Miguel Uribe y Virginia Flores
Producción: Okapi/El Chivo Teatro
Teatro Olympia
San Vicente Mártir 44, València
Hasta el 14 de mayo de 2023
Los héroes trágicos se suelen representar sentados en tronos, con una corona ciñéndole las sienes, con togas y peplos, capas y espadas. Pero también los hay en versión ciudadanos de a pie que visten corbata y zapatos de suelas desgastadas. Héroes sin pedigrí, más o menos anónimos, que, como diría Pérez-Reverte, defienden la casilla donde les ha tocado jugar en el tablero de la vida.
Uno de los personajes de ficción que mejor ejemplifica al hombre occidental contemporáneo en clave trágica es Willy Loman, el viajante de Arthur Miller, un comercial de 63 años que tras una vida de trabajo se enfrenta a una crisis familiar y laboral que le lleva a una espiral de autodestrucción. Su destino es el del viejo caballo exhausto, harto de trotar contrarreloj, que, al límite de sus fuerzas, se encamina al matadero.
Ese viajante se hospeda estos días en València y tiene toda la pinta de un tal Antonio Alcántara, o Imanol Arias –que viene a ser lo mismo–. Es el protagonista de uno de los platos fuertes de la temporada primaveral del Teatro Olympia, ‘Muerte de un viajante‘, de Arthur Miller, en una versión/adaptación de Natalio Grueso dirigida por el argentino Rubén Szuchmacher, uno de los grandes maestros de la escena internacional. Junto a Arias: Cristina de Inza, Andreas Muñoz, Carlos Serrano-Clark, Fran Calvo, Miguel Uribe y Virginia Flores.
‘Muerte de un viajante’ es una de las piezas dramáticas más representadas en las últimas décadas. Se estrenó en febrero de 1949, en un teatro de Brooklyn, dirigida por Elia Kazan y en un montaje posterior (1985), la protagonizaron Dustin Hoffman y John Malkovich. En España se vio por primera vez en enero de 1952, con José Luis López Rubio y José Tamayo.
Hoy día, la historia de Loman se ha globalizado y ha viajado incluso hasta Extremo Oriente. Miller ganó con ella un Premio Pulitzer y un Tony al poner en solfa el sueño americano y denunciar la crueldad de un capitalismo salvaje en el que el ser humano solo vale lo que es capaz de producir. La frustración por los sueños no cumplidos, la incapacidad de padres e hijos para expresarse su amor, las complejas relaciones de pareja, y la necesidad de triunfar y ser aceptado por los demás, son los ejes de esta demoledora reflexión sobre nuestra sociedad.
El mismo día de su estreno en València, el pasado miércoles, Imanol Aias atendió a la prensa para explicar lo que esta obra ha significado en su extensa trayectoria, que se inició cuando era un chaval en Riaño (León) enganchado al programa ‘Estudio 1’, que emitió ‘Muerte de un viajante’ el 10 de noviembre de 1972. «Luego, me fui a Madrid, donde me pude hacer un hueco gracias a que era necesario un relevo generacional de actores y no hacía falta ser muy bueno», comentó con modestia.
Tras veinticuatro años de ausencia de los escenarios, Arias regresó al teatro, en 2018, primero con ‘La vida a palos’ y luego con ‘El coronel no tiene quien le escriba’. Pero ha sido en este montaje donde ha superado una prueba de fuego en su plenitud profesional. «Las he pasado canutas», confesó refiriéndose a una crisis de estrés que le obligó a una cura de sueño de cuatro días, «pero estoy feliz y muy contento de seguir en este proceso», añadió.
Un largo proceso que se inició el 21 de septiembre de 2021 en el Teatro Infanta Isabel de Madrid y ha recorrido 130 ciudades, con más de 200 funciones; un viaje que se alargará con una tercera temporada de ocho semanas en Madrid después de un gira por Latinoamérica, Uruguay y Argentina.
«Este montaje de ‘Muerte…’ es uno de los mejores como concepto, el más impactante, simple y sencillo», dijo Arias. «No tienes que actuar ni exhibirte, basta bañarte en las palabras del texto magníficamente traducido y adaptado por Natalio Grueso, lo que hace que la función dure dos horas y cinco minutos, en vez de las tres horas y media de otras adaptaciones que se hacían muy pesadas».
Un texto cuyo contenido conserva su vigencia pese a los más de setenta años transcurridos desde su gestación. «La tesis de esta obra es que para triunfar en la vida da igual lo que hagas o lo que digas», resumió el actor leonés. «Lo único importante es una buena presencia, caer bien a la gente y, sobre todo, tener contactos; y, si te fijas, dos de las grandes fortunas que se han hecho últimamente en el mundo son fruto de haber creado plataformas de contactos».
Hasta el 14 de mayo #MuerteDeUnViajante, ambición, sueños, frustraciones, capitalismo… todo un clásico del teatro de Arthur Miller con #ImanolArias @AndreasMunoz @cristinadeinza_ #DanielIbáñez #VirginiaFlores @francalvocom #MiguelUribe
— Teatro Olympia (@teatroolympia) May 5, 2023
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Arias se refirió a la emotiva experiencia que supuso compartir escenario con su hijo Jon, que durante la primera temporada encarnaba al hijo mayor de Willy Loman, Biff en la ficcción, sustituido por Andreas Muñoz en septiembre de 2022, otro gran profesional que se inició a los nueve años con ‘El espinazo del diablo’.
«Fue muy intenso reconstruir una relación paternofilial a partir de la que ya existe entre nosotros. Últimamente, tengo cierta fijación por la figura del padre malvado, por la infame manipulación que a veces ejerce el padre sobre su vástago. En este sentido, ‘Muerte de un viajante’ es una patada a cierto tipo de paternidad».
Recordó Arias a José María Rodero, José Luis López Vázquez o José Sacristán, grandes intérpretes que protagonizaron una obra destinada a triunfar y valoró el «deseo de teatro, de estar calladitos y seguros», que se respira en las plateas tras el cierre y las limitaciones de la pandemia. «Todavía siento la necesidad e ir aprendiendo, tengo una vida teatral por delante», sugirió.
Sobre su faceta como vinatero con la etiqueta ‘Bruto’, de las bodegas murcianas de Juan Gil, comentó que se había planteado este proyecto como su «última estación profesional». En el teatro puedes aguantar «hasta los noventa, como demuestra Lola Herrera, pero en el vino hasta los noventa y seis años por lo menos», bromeó el actor antes de la despedida, que era solo un hasta luego, hasta la hora en la que se levanta el telón.
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