IVAM

Jorge Pineda

Hasta el 2 de mayo

El IVAM Inicia su programación del año 2013 con una exposición del artista dominicano Jorge Pineda que revisa su producción de los últimos diez años. Jorge Pineda al titular su exposición con esta cita extraída de la película norteamericana Lo que el viento se llevó ‘After all, tomorrow is another day’ (Después de todo, mañana será otro día) propone una lectura optimista de las cuestiones sociales que aborda en sus obras, y deja abierta la posibilidad de una lectura irónica ante las situaciones adversas en la que nos muestra a sus personajes. La exposición reúne un conjunto de instalaciones como Me voy: Norte (2006); Mambrú (2006) Afro Fashion (2009), obra de la colección del IVAM; Happiness (2012); I’m so fucking happy (2013); Cadáver Exquisito. Homenaje a Joseph Beuys, (2013), y series de dibujos como Trampas de la fe, Art Now, Volume III; Niñas locas sin máscara (2008); 18 veces, con las que plantea una lectura metafórica que propone nuevos significados que enriquecen y, a su vez cuestionan, el sustrato emocional y cultural del que forma parte.

A lo largo de su trayectoria artística, la obra de Jorge Pineda tiene a Latinoamérica como referente conceptual. Desde el racismo a la violencia infantil, alegoriza cuestiones sociales de su tiempo y manifiesta su voluntad de crítica social. Pineda estructura elementos de la cotidianidad como símbolos de cuestiones sociales. Sus propuestas, cargadas de ironía, reflejan arquetipos y costumbres populares desde la perspectiva de la crítica social, en el marco de la cultura urbana contemporánea, característica que también le aproxima al arte pop norteamericano.

 

Jorge Pineda realiza sus obras a partir de técnicas tradicionales como la pintura, el dibujo o el grabado y otorga especial relevancia a la figuración,  Su obra se ha centrado generalmente en la representación de la figura humana, a la que somete a una relectura tanto de su temática como de las propia disciplina artística. La rica iconografía que ha configurado a lo largo de su trayectoria plantea una lectura metafórica que se distancia de la gramática convencional de la escultura. En sus instalaciones se pone de manifiesto su formación como arquitecto con la integración escénica de la obra en el espacio de su entorno y en el del espectador que la contempla.

 

Son obras que generan una extraordinaria inquietud, caracterizadas generalmente por la presencia de figuras aisladas, de apariencia desencantada e insegura, que presentan el rostro oculto o enmascarado. Resultan particularmente significativas aquellas en que exploran el universo de los cuentos infantiles y desvelan las polaridades que ocultan los laberintos del inconsciente. Como en la serie de dibujos 18 veces en la que establece una alegoría sobre el aislamiento a partir de la imagen del cordón umbilical o «Niñas rojas», serie en la que explora la percepción que los personas tienen de si mismas, compuesta por varios dibujos, a los que el espectador completa eligiendo la máscara que mejor corresponde a la idea que tiene de si mismo. Son máscaras definidas no por la apariencia del rostro, que está oculto, sino por la grafía corporal del sujeto. En la instalación Mambrú aparecen varias figuras de niños soldado, recubiertos de plomo y, de nuevo, enmascarados, portadores de armas de fuego.