Helga Grollo

#MAKMAArte
‘Sintopía’, de Helga Grollo
Fundación Chirivella Soriano
Palau Joan de Valeriola
Valeriola 13, València
Hasta el 28 de septiembre de 2025

Sintopía’, tal es el título de la exposición de Helga Grollo en la Fundación Chirivella Soriano de València. Título que viene a ser el reflejo de la fusión de síntesis y utopía. Es decir, la confluencia de diferentes materiales e ideas en un mismo lugar posible o probable. O, como apunta la propia artista, “un lugar de encuentro e intersección, a partir del cual surge el diálogo y la creatividad”.

Sintopía, por otro lado, rima con sintonía, que es la coincidencia de ideas u opiniones entre dos personas que, precisamente por ello, están en sintonía, como sucede cuando tratamos de reducir el ruido de la radio mientras sintonizamos en busca de una emisora. De manera que la obra de Helga Grollo diríase atravesada por descosidos, zurcidos, costuras y huellas en una serie de tejidos encontrados, a partir de los cuales busca sintonizar con aquello que ha sido desechado u olvidado con el paso del tiempo.

En este sentido, podríamos decir que la artista se pone a la escucha de lo registrado en el tejido como huella, con el fin de hacerse con la frecuencia de su quebrada sintonía. De ahí el trabajo con las formas –líneas horizontales y verticales– y los colores que, a modo de cuadrículas o tramas, van dejando traslucir ciertos mundos perdidos.

“Trabajo con trozos de vida depositada en telas llenas de zurcidos y roturas que yo, lejos de tapar las imperfecciones, lo que hago es rescatar lo que se ha desechado”, señala Grollo, que dice no estar interesada en “ilustrar algo real”, sino en mostrar “la materialidad de la pintura”.

Vista de la exposición ‘Sintopía’, de Helga Grollo. Imagen cortesía de la Fundación Chirivella Soriano.

Es a través de esa materialidad como Helga Grollo va descubriendo el tejido de que estamos hechos, porque, después de todo, es mediante textos, que son en el fondo los tejidos con los que los seres humanos damos forma a nuestras inquietudes y angustias, como la vida se va revelando. En esa superficie de los tejidos, afloran huellas que evocan nuestra memoria y que la artista trabaja para desentrañarla, esto es, hurgar en sus entrañas para devolverle su existencia perdida.

“Me gusta que las huellas contenidas en cada tejido reaccionen de alguna manera; busco estudiar la materialidad de la temperatura: la tensión entre lo racional de la línea y lo orgánico de la materia”, subraya Grollo, para quien el collage “no es una técnica, sino una forma de vida”.

Lo dicho: como artista que es, Helga Grollo trabaja los tejidos como si fueran textos cuyas palabras cifradas conviene descifrar, en tanto son producto del enigma que nos habita por hallarse en ese tiempo inmemorial ajeno al estrictamente cronológico de la vida cotidiana. Un tiempo en el que todavía no estábamos conformados como sujetos con conciencia, con límites y prohibiciones, y en el que se sumerge el artista para encontrar, como los arqueólogos, restos de cierta vida ancestral.

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“La vida es un laberinto en el que todos vivimos buscando una salida”, afirma Grollo. De hecho, en sus piezas se adivinan esos laberintos en forma de cuadrículas, líneas horizontales y verticales –diríamos racionales– que chocan entre sí dialogando mediante colores vibrantes. “Un plano, un mapa, un laberinto: en el fondo son caminos y encrucijadas en un territorio no cerrado, sino abierto”, subraya la artista.

Porque los laberintos son, efectivamente, encrucijadas que nos angustian cuando no hallamos una salida, pero también espacios que nos someten a prueba. “Se perdió en un laberinto de pensamientos que resultaban oscuros por no acertar a expresarlos con palabras”, señala William Golding en su novela ‘El señor de las moscas’.

Helga Grollo diríase dispuesta a perderse por ellos, a trabajar sus formas con paciencia, dejando que sea el proceso creativo quien vaya encontrando esas palabras ocultas en el inconsciente –de la mente, del tejido, del texto–, mientras van alcanzando poco a poco la superficie de la materia elaborada. “No sé cómo va a reaccionar cada tejido, por eso utilizo a veces formatos pequeños que me sirvan de guía para los grandes”.

Vista de la exposición ‘Sintopía’, de Helga Grollo. Imagen cortesía de la Fundación Chirivella Soriano.

“Construyo las obras añadiendo trozos de vida, a partir de las cicatrices halladas en los tejidos reciclados y con el fin de generar una emoción”. De ahí que le interese “la vibración de los colores”, una vibración y un “pálpito” que le indican, en cierta forma, el momento en que la obra está finalizada. ‘Sintopía es la continuación del laberinto, de su interpretación”, precisa.

Entre las obras expuestas en la Fundación Chirivella Soriano, podríamos decir que hay una que se sale del redil de los colores vibrantes. “Me fui a colores con luz y alegres, y en el último cuadro me decanté por el negro, que se me resistió al principio”, reconoce Grollo. Esa deriva hacia el negro “requiere de cierta valentía para lanzarte y hacerlo”, subraya la artista, aunque la oscuridad deje entrever “chispazos de luz”.

‘Sintopía’ es eso: una síntesis de pensamientos alegres y oscuros dialogando en busca de ese lugar utópico donde todo se encuentra, donde todo adquiere sentido de tanto hurgar en las huellas depositadas en los tejidos. “Rescato lo olvidado y le doy una nueva lectura”, concluye Helga Grollo, para quien la pintura es, como decía el poeta Rilke, aquello mediante lo cual el artista descubre y agranda lo que los seres humanos olvidan a fin de hacerse posible la vida.

Helga Grollo
Helga Grollo, junto a dos de las obras de su exposición ‘Sintopía’. Imagen cortesía de la Fundación Chirivella Soriano.