#MAKMAArte
Red de Refugios Climáticos creada por el Ayuntamiento de València
Fundación Mainel
Porta de la Mar 6 (2º piso, pta 8), València
La Guerra Fría y el pánico nuclear pusieron de moda, el siglo pasado, búnkeres blindados contra los átomos mortíferos que permitieran, a los afortunados que dispusieran de tan sofisticadas guaridas, sobrevivir a la catástrofe en caso de un tercer conflicto mundial. Ya en el siglo XXI, el incuestionable calentamiento de la atmósfera propicia otro tipo de abrigo; un abrigo refrigerado: el refugio climático. Soluciones de urgencia a problemas creados por el afán autodestructivo del hombre en su empeño en tomar un camino equivocado para progresar lo más rápido posible.
Tener un búnker soterrado en el jardín abarrotado de víveres y enseres básicos para enclaustrarse un largo periodo de tiempo, mientras en el exterior todo se va a hacer puñetas, puede parecer una extravagancia paranoica, pero lo cierto es que proliferan en muchos lugares de Estados Unidos, tanto en modelos individuales como familiares y colectivos.
El escritor sevillano Isaac Rosa planteó una ácida crítica social en su novela ‘Lugar seguro‘ (Seix-Barral, 2022), Premio Biblioteca Breve, a través del relato de una jornada en la vida de Segismundo García, un comercial en apuros que cree haber encontrado el negocio de su vida con la venta de búnqueres low cost. Vemos cómo intenta camelar a clientes de distintos perfiles mientras lidia con su padre e hijo, ambos pícaros de pura cepa que, en vez del ascensor social, intentan trepar por la escalera de incendios aprovechando las grietas del sistema
Ignoro si existen en España comerciales de búnkeres cuyos precios, según Internet, oscilan entre 50.000 y 180.000 euros. No me fiaría mucho de ese dato. Lo que sí es fiable es que en València se conservan decenas de refugios antiaéreos vestigios de la Guerra Civil, algunos de ellos incluso visitables por el público.

Aunque no entiendo el encanto que pueden tener espacios impregnados del terror y la desesperación de quienes se apiñaban en ellos mientras oían aullar a las sirenas y los aviones enemigos sembraban sus calles de muerte y destrucción. Hay gente y gustos para todo. Confiemos en que en el futuro sigan siendo solo arqueología únicamente pisados por turistas morbosillos, que ya se sabe el tirón que tienen las rutas macabras.
Los refugios que sí va a tener creciente demanda en el futuro son los climáticos. Antaño, el estío era sinónimo de intemperie, los elementos se confabulaban de forma benigna y, aunque calor siempre se ha impuesto por estos pagos, entre el bochorno de sudario sudoroso y la ponentà de desierto africano, la sombra y la brisa ayudaban a sobrellevarlo. Hoy, el tufo de infinidad de aparatos de refrigeración, junto a la reverberación térmica del asfalto y los rayos radiactivos del sol convierten la ciudad durante las horas centrales del día en un territorio hostil e intransitable. Sobre todo para las personas mayores y los niños.
Centros comerciales, supermercados, museos gratuitos, incluso iglesias son alternativas a las que recurrir cuando el nivel de vida no alcanza para acondicionar la vivienda propia. Recursos pobres y limitados.

Una opción más asequible es la Red de Refugios Climáticos creada por el Ayuntamiento de València el pasado año, que «permite dar respuesta a los impactos producidos por la acumulación de olas de calor, cada vez más frecuentes, intensas y duraderas, sobre la salud de las personas». Equipamientos públicos que sirven como lugares de acogida durante episodios de alto riesgo para la salud debido a las altas temperaturas que, además de una temperatura de confort, disponen de fuente de agua potable, filtrada y refrigerada, asientos y aseos públicos. En algunos casos, incluyen oferta de actividades culturales para público adulto e infantil.
Para cumplir ese objetivo, muchos se sitúan en bibliotecas públicas dotadas de libros, revistas y periódicos con los que el personal puede matar el rato, aunque deba mantenerse en silencio. También hay varios refugios en locales dedicados a actividades de personas mayores, oficinas de energía o museos, como el de la Ciudad o el de Historia de València. En total, 18 puntos repartidos por la ciudad cuya ubicación, características y horarios se pueden consultar en internet. Una iniciativa que debería ampliarse y reforzarse tanto desde la administración pública como desde propuestas privadas.
La Fundación Mainel ha sido la primera en sumarse a esta red ofreciendo sus amplios y acogedores locales, situados en un punto neurálgico de València, en pleno centro y bien conectado – en la Puerta del Mar– como refugio climático cultural, donde los viandantes pueden tomarse un respiro, un trago de agua y disfrutar su oferta cultural como exposiciones y vídeos. Creada en 1990 por el médico radiólogo José Rodrigo Rosalén y su esposa Carmen Orts, la Fundación tiene un doble objetivo: contribuir al desarrollo de los países menos favorecidos y potenciar el arte y la cultura. Su nombre, el de un elemento arquitectónico largo y delgado que divide un hueco en dos partes, simboliza esa dualidad.

En el terreno artístico, es muy conocido el Premio Nacional de Pintura de la Fundación Mainel para artistas menores de 35 años que convoca cada año y sus coloquios sobre cultura visual y otros temas. Este verano se expone la muestra ‘Arquitectura y discapacidad‘, una selección de proyectos de doce estudios de arquitectura de toda España de contenido muy variado que tienen en común ofrecer soluciones integradoras para todas las personas. Trabajos reconocidos en publicaciones y concursos que abordan la accesibilidad en toda su amplitud, no solo en el más habitual socio-sanitario.
Espacios habitables y amables, como las 105 viviendas sociales para gente mayor en Glories de Barcelona; el entorno del Mercado Central de València y el Centro de Recursos para Personas con Discapacidad en Silleda (Pontevedra). También la supresión de barreras arquitectónicas en edificios de viviendas en Navarra, y una propuesta de instalación para mejorar la accesibilidad del litoral, elaborada por estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València. La exposición se acompaña de vídeos que describen en imágenes y palabras la vida diaria de personas discapacitadas.
Haciendo de la necesidad virtud, el ser humano ha superado muchos obstáculos a lo largo de la historia. Enfrentados a crecientes olas de calor, la necesidad de recurrir a estos refugios puede tener un efecto positivo al convertirse en caldo de cultivo de nuevos lectores y amantes del arte. Es una manera tal vez demasiado optimista de verlo; pero también amable y esperanzadora. Al fin y al cabo, el arte y la cultura consolidan los cimientos de la civilización.
Fundación Mainel: cultura para refugiarse del clima

Fundación Mainel se postula como refugio climático cultural para sumarse a la iniciativa del Ayuntamiento de València y ampliar así la oferta de puntos de refugio. Además de aire acondicionado, asiento, wc y agua potable, la oferta cultural de Mainel incluye:
Exposiciones
‘Arquitectura y Discapacidad’, ‘Perú a través de la lente de Cooperación’, etc.
Lectura
Libros recopilatorios de los relatos ganadores de su certamen anual de cuentos para jóvenes de 12 a 18 años.
Vídeos
Del archivo de la Fundación Mainel, vinculados a proyectos de cooperación y a iniciativas culturales, como La Hora Azul o los Coloquios de Cultura Visual Contemporánea.
En la plaza Porta de la Mar, la Fundación Mainel está ubicada en un nudo de comunicaciones que conecta, por autobús y metro, el centro de la ciudad con los barrios de la mitad este de València. Para estas personas en itinerancia, la Fundación Mainel se ofrece como un lugar amigable para descansar térmicamente y recuperar el aliento, a la vez que disfrutar de una amplia oferta cultural para todos los públicos.
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