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‘Una vida de papel’
Muestra colectiva con obras de 46 artistas
Organiza: Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y Fundación Chirivella Soriano
Fundación Chirivella Soriano 2005-2025
Palau Joan de Valeriola
Valeriola 13, València
Julio-septiembre de 2025
Ya saben: el papel lo aguanta todo. Esta máxima popular, que pone el acento tanto en la posibilidad de verter sobre el papel verdades irrefutables como ideas descabelladas, puede traducirse, en el ámbito que nos ocupa, como el soporte utilizado por los artistas plásticos a la hora de canalizar sus inquietudes, dando rienda suelta a una imaginación que linda, sin duda, con la verdad en tanto manifestación de lo difícilmente expresable.
De hecho, la expresión proviene de lo que Catalina II de Rusia le dijo a Diderot, cuando el filósofo y enciclopedista francés quiso empujar a la corte rusa hacia la causa de la Ilustración, mientras aquella defendía el reino de una rebelión de los cosacos: “Usted trabaja sólo sobre el papel, que se presta a todo, es obediente y flexible y no pone obstáculos ni a su imaginación ni a su pluma; en cambio yo, pobre emperatriz, trabajo con la naturaleza humana”.
Ana Frank, en su diario, ya dejó dicho: “El papel es más paciente que los hombres”. De manera que ya sea para contener esa pulsión humana hacia lo inabarcable o para, contrariamente, servir de espejo donde se reflejan estas mismas pulsiones desbocadas, lo cierto es que el papel, efectivamente, lo aguanta todo, convirtiéndose en soporte primigenio de las más variadas manifestaciones existenciales.
Y es que el papel, que del árbol viene, como éste viene del agua y de las nubes del cielo, ya es sinónimo de las diversas tormentas que lo habitan, siendo, en este sentido, continuación de las propiamente humanas que, sobre él, algunos artistas depositan. Y, con ellos, las instituciones que les dan cobijo.

Como la Fundación Chirivella Soriano que, en su 20 cumpleaños, ha decidido montar una exposición con algunas obras de su colección de arte contemporáneo que tienen el papel como soporte creativo, reuniendo piezas de 46 artistas o colectivos en la muestra elocuentemente titulada ‘Una vida de papel’.
El título, ya en sí, alude al más explícito intento de reflejar resumidamente el amplio contenido de dicha colección, junto al más implícito de revelar la fragilidad del papel como trasunto de la vida misma. De ahí que los artistas reunidos en la muestra ofrezcan todo un abanico de imágenes en las que se mezclan la quebradiza existencia y la de los diferentes papeles que interpretamos a lo largo de esa misma vida de papel.
La sola lista de los integrantes de la exposición ya manifiesta el calado de la existencia reflejada: Carlos Alcolea, Eduardo Arroyo, Elena Asins, Luis Eduardo Aute, Juan Barjola, Alfonso Gómez Bonifacio, Rafael Canogar, Joan Castejón, Chema Cobo, Vicente Colom, Equipo 57, Equipo Crónica, Pepe Espaliú, José Luis Fajardo, Luis Feito, Alfonso Fraile, Álex Francés, Juan Genovés, Jacinta Gil, Manolo Gil, Luis Gordillo, José Guerrero y Josep Guinovart, por cerrar un primer bloque.
Luego, continúa con Federico Guzmán, Fernando Lorite, Moisés Mahiques, Miguel March, Joaquín Michavila, Manuel Hernández Mompó, José Soler Vidal ‘Monjalés’, Salvador Montesa, Juan Navarro Baldeweg, Martín Noguerol, Pablo Palazuelo, Alberto Peral, Gerardo Rueda, Antonio Saura, Eusebio Sempere, José María Sicilia, Antonio Sosa, Jordi Teixidor, Rafael Tejedor –de quien a su vez ha dependido el diseño expositivo–, Victoria Salvador, Pepe Yagües, José María Yturralde y Alberto Porta ‘Zush’.
Todos ellos manifestando sobre el papel las turbulencias de la vida, ya que, como apunta Manuel Chirivella Bonet, presidente de la Fundación Chirivella Soriano, el papel atesora, en palabras de Quico Rivas, “una sensibilidad sismográfica capaz de registrar las palpitaciones más leves, los mínimos accidentes, estos que, de no ser felices, difíciles son de disimular en el papel”.
Dificultad de disimulo que el propio Chirivella recoge, en el texto que acompaña a la exposición, ahora en palabras de Antonio Saura: “Yo me inclino por no apoyar la mano dada la fluidez y el temblor vital que esta actitud produce en la línea”. De manera que es la conjunción entre la mano –transparente como una bombilla eléctrica con sus filamentos por donde corre la sangre, que diría el poeta Vicente Huidobro– y el papel que registra sus vibraciones, como los artistas muestran las huellas que conforman sus diversos universos.
Algunos, como Eduardo Arroyo, dándonos la espalda; cargando sobre sus hombros el misterio del mundo. Otros, como Carlos Alcolea, mostrándonos el sueño que forma parte vital de nuestra existencia –en gran número de casos, un tercio de la vida la pasamos soñando–, como si fuera una grotesca pesadilla. O, como Chema Cobo, reflejando esa ‘vida de papel’ como si fuera el fruto de un sutil y colorista ejercicio de funambulismo.

Pepe Yagües, por su parte, se hace eco de la mezcla de racionalidad e instinto animal que nos constituye, mediante la pieza ‘Más solo que un monstruo’, cuyo minotauro cretense –mitad humano, mitad animal– representa esa “síntesis metafórica de la esencia humana”, según sus propias palabras, mientras que Vicente Colom se inclina por la racionalidad geométrica de los grandes edificios modernos, en un depuradísimo blanco y negro destilador de un profundo misterio.
Los ejemplos pueden continuar siguiéndole el rastro al erotismo de Luis Eduardo Aute, al más carnal y áspero de Álex Francés, o al que destilan las figuras desnudas fusionadas con las líneas de los habitáculos de las grandes ciudades representadas por Moisés Mahiques.

Hay figuración y también abstracción, porque el papel, recuerden, lo aguanta todo, siempre a disposición de unos artistas que vehiculizan sus inquietudes, sus dramas y alegrías a través de un soporte que parece cautivarlos, como le pasaba a la novelista australiana Kate Morton: “Soy buena con las palabras, pero no las habladas; a menudo pienso que sería una maravilla relacionarme solo a través del papel”.
La Fundación Chirivella Soriano lo hace en ‘Vida de papel’, celebrando sus 20 años de existencia con las solas y mudas palabras contenidas en ese más de medio centenar de imágenes que integran la muestra. Un existencialismo que, en su caso, viene a contrariar la médula de la corriente filosófica, allí donde sostiene que la existencia precede a la esencia.
En el caso de la Fundación, primero fue la esencia, es decir, la creación de una colección de obras de arte a partir de una serie de elecciones, y después vino la existencia del propio edificio que, desde 2005, las exhibe. Un edificio que, como el papel en blanco, se ofrece a la mirada del espectador para que sea él quien ahora rastree su propia ‘Vida de papel’ a partir de tan sugerentes imágenes.
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