‘Desde el silencio’, de Enric Banyuls
Comisarios: Manel Baixauli y Francesc Vera
Fundación Chirivella Soriano
Valeriola 7, València
Hasta el 21 de septiembre de 2021
“El silencio, si lo sabemos descifrar, es más locuaz que el trueno”, aseguró Enric Banyuls (1954-2018). He ahí la clave de su propia pintura: saber descifrarla, para escuchar lo que late en su interior. Un interior que yace en la superficie, sin duda cadenciosa, como esos ríos profundos que son siempre, según sentencia del historiador latino Curcio, los más silenciosos. “Es una obra exquisita y muy poco conocida”, advirtió Manel Baixauli, comisario junto a Francesc Vera de la exposición ‘Desde el silencio’, que acoge la Fundación Chirivella Soriano.
“Lo que caracteriza su trabajo es la minuciosidad, la perseverancia en el proceso”, subrayó Vera. Silencio y minuciosidad que acaban convergiendo en lo que Manuel Chirivella, presidente de la Fundación que ampara la muestra, llamó espíritu de resistencia: “Su pintura es un acto sustentado en la resistencia y el silencio”, en una época precisamente caracterizada por el ruido mediático y social de las disputas más enconadas.
Las más de 60 pinturas de Enric Banyuls, fallecido a principios de 2018 a la temprana edad de 63 años, muestran la introspección de un artista que pensaba, tal y como recordó Vera, “que no aportaba a la sociedad suficientemente”. Ese nivel de autoexigencia, trasladado sin solución de continuidad al lienzo, posee los ecos contenidos en aquel proverbio hindú que decía que, cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.
Su pintura diríase conmovida por esa necesidad de superar el ruido ambiente, para centrarse en cierta llamada interior ante la cual se ponía él mismo a su atenta escucha. Tan atenta que perdía el tiempo descifrando lo que después depositaría con detalle de orfebre sobre la superficie de la tela, siguiendo en esto las palabras del escritor George Bernard Shaw: “Soy tan partidario de la disciplina del silencio que podría hablar horas enteras sobre ella”.
Horas y horas dedicadas, en el caso que nos ocupa, a la pintura. “Él se consideraba por encima de todo pintor. La pintura fue su dedicación”, resaltó Rosa Urenya, viuda del artista de Corbera, más conocido como miembro del grupo musical valenciano Al Tall. “La música fue un complemento, porque le hará viajar, frente a la soledad como pintor”, manifestó Baixauli, quien remarcó ese carácter de pintor “de toda la vida”, al que se añade después la música.
Pintor “abstracto, no informalista”, destacó Vera, con su obra lo que buscaba era “la simplificación de la forma, complicando su realización”, siempre desde un trabajo “muy minucioso”, añadió el comisario. “Meticulosidad insólita en la ejecución”, sustentada en “valores matéricos”, que “solo puede ser valorada con justicia si uno la contempla al natural y sin prisa”, apuntó Baixauli, para rematarlo así: “Es una obra que crece a medida que uno la mira”.
De manera que la resistencia sostenida por Banyuls frente a su obra, con el fin de extraerle esa esencia a las cosas, esencia vinculada con cierta espiritualidad, es la misma resistencia que se le pide al espectador que contempla su trabajo, para desprenderse de la aceleración con la que miramos la realidad agitada por el consumo de novedades. La pintura, considerada por Banyuls como el más humilde de los actos, requería de ese “acto de fe sustentado, más que en la cosmogonía, en la resistencia, en el ejercicio estricto ordinario de la materia”.
Materiales tan poco nobles como el hilo de coser, los retales de tela, el caucho, las varillas de paraguas o los bastoncillos de plástico, son ensamblados en sus cuadros para dar fe de la esencia del pan, ya sea negro o blanco, de la cebolla, de una cabellera o del paisaje, siempre en proceso, inacabados. “El hacer y deshacer, siempre en tránsito, la duda como materia de arte”, dirá Banyuls de ese quehacer constante: “Líneas de actuación que muestran un posicionamiento más atento a la materialidad procesual del hacer, que no a tesis conceptuales previamente elaboradas”.
Manuel Chirivella se refirió, aludiendo al filósofo marxista Antonio Gramsci, al “pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad” para definir el escepticismo de Banyuls, en tanto dudaba de la utilidad del arte para cambiar el mundo, apuntando de nuevo a esa resistencia que obliga al artista a seguir pintando, aunque haya formas agujereadas que amenacen con quebrar la realidad. “La pintura no está hecha para informar, está hecha para conmover”, recordó Chirivella en una frase del propio artista.
La belleza plástica de sus obras, lejos de apuntar hacia ese lado imaginario de la más amable existencia, genera la inquietud de lo real que subyace en la sentencia de Rilke: “La belleza es el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar”. El propio Banyuls lo recogió así: “La belleza entendida no como ligadura confortable, sino como sacudida que nos suspende y nos interroga”.
La exposición ‘Desde el silencio’, realizada por la Fundación Chirivella Soriano en colaboración con el Consorci de Museus, repasa las tres últimas décadas de trabajo de Enric Banyuls, para mostrar “un conjunto estético de una potencia tremenda”, destacó Vera. Potencia diríase mística, que Baixauli sintetiza con estas palabras: “Trabajaba, solo, con el rigor de un monje. Su obra apunta más allá, mucho más allá, de la superficie que la contiene”. Desde el silencio y minuciosamente: he ahí la resistencia de su pintura.
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