Remando en el mismo barco (y X) | Testimonios de parejas dedicadas a la cultura
Con Anna Marí y Daniel Tormo (fundadores de la Companyia CRIT de Teatre junto a José Valero)
Miércoles 15 de julio de 2020
Cerramos la serie ‘Remando en el mismo barco’, en la que parejas dedicadas a la cultura han analizado los efectos de la COVID-19. Y lo hacemos por todo lo alto, con una pareja que representa la fusión de dos palabras con mayúscula: ‘Amor’ y ‘Teatro’. Son Anna Marí y Daniel Tormo fundadores, junto a José Valero, de la Companyia CRIT de Teatre, en 2009. Les espera una intenso verano, pues estarán en el Festival de Almagro con dos montajes, ‘Espill’ de Jaume Roig y ‘L’increïble assasinat d’ Ausiàs March’, y en agosto estrenan en Sagunt a Escena, ‘La ciudad de escarcha’ basada en la novela ‘Entre visillos’ de Carmen Martín Gaite.
Marí y Tormo llevan 15 años de pareja, aunque «es la primera vez que ‘salimos del armario’ en público como tal», confiesan. «Ocultábamos nuestra relación para evitar que en el trabajo alguien pensara que hablarnos a uno era hacerlo a los dos». Su historia desmiente las teorías sobre lo difícil que es compatibilizar la vida personal con la profesional. «Lo que nos ha acabado de moldear como pareja ha sido justamente trabajar juntos. Porque el trabajo que hacemos no es un trabajo, no es una obligación. Nuestro trabajo es nuestra vida y nuestra pasión, y por tanto compartir esa pasión es maravilloso». Fruto de esa pasión es CRIT, «la criatura que alimentamos y que nos alimenta. La criatura que nos permite vivir en el lugar del mundo que queremos. Es nuestra forma de vida».
A Marí y Tormo les encanta que los identifiquen con creadores del Renacimiento por ser polifacéticos, pues combinan la escritura e interpretación con la gestión de su compañía. «Somos versátiles también en los temas e igual nos interesa la literatura que la ciencia. Ahora, por ejemplo empezamos un proyecto con el CSIC. Sentimos curiosidad y por eso nuestra casa y el local de CRIT parecen una biblioteca, pero también un scriptorium, un laboratorio, una oficina, y por supuesto una cocina y un hogar. Eso es lo que nos gusta, sentir que trabajamos desde un lugar que nos permite saciar y multiplicar nuestra curiosidad. Eso es CRIT».
El teatro es para ellos un espejo envolvente, un artefacto prodigioso que refleja «todas las dimensiones de lo humano». Y esas dimensiones incluyen el arte, la ciencia, las emociones y la trascendencia. «El teatro es el escenario de la vida en formato pequeño y concentrado y, además permite no sólo mostrar lo que hay en la vida que vivimos, sino también lo que nos falta, lo que no se ve, lo que nos gustaría ver, lo que no sabemos, lo que no somos».
Dividir los trabajos en función de lo que mejor hace cada uno es la estrategia que siguen como compañía. «Pero el motor de CRIT son los espacios comunes, no sólo en nuestra pareja, sino también cuando nos reunimos con Valero. En nuestro caso nos encanta escribir juntos. Y para poder hacerlo bien las dos manos deben saber anticiparse y comprenderse. Las dos cabezas han de conocerse tanto que permitan un texto conjunto, y no un popurrí de dos textos. Esa es nuestra fuerza».
La compenetración del equipo hace que en la rutina aflore a veces un elemento mágico. «Llega un momento en que las ideas se agolpan, y empieza a florecer el proyecto que buscábamos y quizá ni siquiera imaginábamos. No sería posible nada de lo que hemos hecho si alguno de los tres, no sólo de los dos, hubiera ido por otra parte. En gran parte vivimos de serendipias, pero claro, estas no llegan solas, hay que estar siempre buscando».
Lo que más les inquieta de esta situación es no saber cuándo terminará. «Estamos acostumbrados a las crisis, somos hijos de la de 2008, y hemos aprendido a sobreponernos y amoldarnos. Pero esto es nuevo, y en un sector como el nuestro es especialmente preocupante. El teatro no es teatro si no es en directo y en un espacio compartido. Lo del teatro grabado o emitido por ‘streaming’ está bien para los investigadores, o si estás enfermo o muy lejos de donde se representa, pero no es un sustitutivo. Lo que nos preocupa es el tiempo que durará el miedo de la gente a volver a un patio de butacas».
Pese a la incertidumbre y dificultades están dispuestos a salir de esta crisis, «aunque tengamos que crear espectáculos para ser representados desde un balcón. Aunque representemos desde un helicóptero o una grúa, seguiremos trabajando por el teatro en directo para continuar con el ritual antiguo que es el encuentro entre actores y público».
Apostar por la cultura como algo esencial, es la asignatura pendiente del Gobierno. «No somos ‘captadores de subvenciones’, sino uno de los bienes que deberían ser más apreciados como creadores. Eso que ya sabían los mecenas de la antiguedad, y lo saben en países como Francia o Alemania. No somos un sector que necesite inyecciones de dinero, porque somos y hemos sido siempre, además de necesario, un sector rentable. Hace falta ya un estatuto del artista. Y en el caso del teatro, una bajada notable del IVA», concluyen Marí y Tormo.
Bel Carrasco
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