El Principito

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‘El Principito’, de Antoine de Saint-Exupéry
80º aniversario

Un día tras otro, cuando las semanas pasan y los meses se acumulan, transcurren los años y apenas nos damos cuenta de lo encerrados que estamos en la vida; casi ni tenemos tiempo para recordar eso que algunos llaman infancia. En ella aprendemos a divertirnos, a hacer preguntas y a sentir la curiosidad por las cosas que vemos cada día al levantarnos de la cama. Al fin y al cabo, es la acumulación de esos pequeños momentos lo que propician una cierta felicidad mayúscula.

«Me pregunto si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día»

Pero el tiempo pasa, los años se ponen encima de los hombros y esas preguntas dan paso a las cosas que los adultos llaman “cosas importantes”, sin saber exactamente a qué se refieren. Pero como todo el mundo habla de ellas, deben de ser lo que de verdad es importante en la vida, aunque quizás estemos, después de todo, equivocados.

«Si uno se deja domesticar, corre el riesgo de llorar un poco»
Cubierta de ‘El Principito’, de Antoine de Saint-Exupéry.

‘El Principito’ (1943), de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), nos relata, en sus poco más de 120 páginas (este número es aproximado, pues depende mucho de la edición que se tenga), cómo la propia vida nos hace olvidar el pasado y cómo nos alejamos de esas preguntas indispensables en nuestra vida para dejar paso a esas cosas importantes de las que los adultos no paramos de hablar.

La historia nos narra cómo una avería de avión en el desierto del Sahara hace que el piloto conozca a un enigmático niño, que le cuenta su viaje desde un planeta lejano sin nombre, hasta llegar a aquel desierto, los encuentros que tiene y las conversaciones que mantiene con los diferentes habitantes en cada uno de ellos. Conocemos a un rey sin súbditos, a un hombre avaricioso, un zorro, un farolero, etc… Así, hasta que llega al desierto y se encuentra al aviador varado en él.

«Todas las personas mayores han sido niños antes, pero no lo recuerdan»

Sin querer entrar en estudios filosóficos de la obra, lo que llega a trascender a la novela de Saint-Exupéry, y hace que tanto los jóvenes lectores como los adultos curtidos en mil y una batallas literarias continúen cayendo en las benévolas y dulces manos de ‘El Principito’, radica en sus reflexiones sobre el mundo adulto, su nostalgia de la infancia y las decenas de frases que pueden acompañarnos en nuestro transcurrir por este mundo.

Aunque cada personaje en esta obra tiene un significado propio, son los lectores de la novela de Saint-Exupéry quienes no tienen más remedio que adentrarse en las páginas del libro y sacar sus propias conclusiones, a partir de las diversas e intensas experiencias vividas.

‘El Principito’ es una obra de lectura muy sencilla, pero la rapidez con la que nos sumergimos en sus páginas es tal que apenas podemos despegar los ojos de la narración, volando de una a otra sin que nos demos cuenta del tiempo real. Cuando releemos el libro por enésima vez, volvemos a ser ese aviador perdido en medio del desierto, pero también ese pequeño niño que aparece en medio de la nada y cuenta la historia de su viaje a un desconocido que queremos que deje de serlo.

«Nadie le creyó por culpa de su vestido. Las personas grandes son así»
Ilustración de ‘El Principito’, de Antoine de Saint-Exupéry.

Esta novela corta no es obra de una sola lectura, puesto que a medida que avanzamos en la vida nuestra mente abandona la timidez de la infancia para ir incorporando otras cualidades. Se trata de una obra dedicada a los infantes que plagan nuestras vidas, pero está igualmente dedicada a todos aquellos adultos que aún nos resistimos a olvidar esa infancia, con el fin de seguir haciéndonos preguntas sobre las cosas inciertas que nos rodean.

Por muy poco que se tarde en acabar de leer ‘El Principito’, las preguntas que sobrevuelan el relato permanecen en nuestra mente obstinadas en desaparecer. Son esas pequeñas cuestiones las que convierten el libro en fuente de continua reflexión. Una vez has conocido al pequeño, proveniente de otro planeta, cuesta olvidarlo.

«Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio»

Para muchos de cuantos hemos conocido a este principito desde nuestros primeros pasos en esto de la lectura, la novela deja de ser un simple libro de entretenimiento, para convertirse en un lugar al que acudir cuando la soledad te invade, o simplemente cuando empiezas a olvidar que una vez fuimos niños propensos a la imaginación y la creatividad. ‘El Principito’ transmite esas pequeñas sensaciones que conviene atesorar, motivando que volvamos a preguntarnos acerca de las cosas realmente importantes de la existencia, más allá de cuánto dinero se gana o qué coche se tiene.

No hace falta una excusa para rebuscar entre tus libros y encontrar esta joya. Basta con dejarte llevar por el olfato literario, para encontrarte de pronto ante ese niño con los rizos del color del trigo dorado (como lo recuerda el zorro del incombustible relato), que siempre nos aguarda con los brazos abiertos y una pregunta por hacer.

«No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos»
El Principito
Antoine de Saint-Exupéry, autor de ‘El Principito’.