‘Llamps creatius’, de José Antonio Orts
MuVIM
Quevedo 10, València
Desde el 1 de octubre de 2020
En 1924, el bioquímico ruso Alexander Oparin formuló una teoría sobre el origen de la vida en nuestro planeta según la cual la vida sería el resultado de una evolución química a partir de moléculas primitivas basadas en el carbono.
La cosa no pasaría de ser un mito más sobre los orígenes de la vida -científico, en este caso- si no fuera porque treinta años más tarde, en 1953, el norteamericano Stanley Miller demostró experimentalmente la teoría simulando en un recipiente de vidrio las supuestas condiciones de la Tierra primitiva -agua, metano, amoníaco e hidrógeno- y exponiéndolo a numerosas descargas eléctricas que imitaban los rayos eléctricos de las tormentas atmosféricas: una semana después, en ese caldo primitivo hecho de sustancias abióticas se habían formado aminoácidos y otras moléculas orgánicas.
Hacia 1990, José Antonio Orts llegó a la conclusión –como dice Vicente Jarque, comisario de esta muestra– de que el origen de la obra de arte vendría a ser una “idea” y que el producto final debería consistir en la articulación formal más adecuada de esa idea seminal y primigenia. La muestra que ahora presenta el MuVIM es una selección histórica de algunos de esos rayos creativos que, a la manera de las descargas eléctricas en la sopa primitiva del experimento de Miller, han dado vida a algunos hitos de la obra del artista nacido en Meliana en 1955.
Orts es artista plástico y compositor y sus obras escultóricas beben de ambas fuentes. Su trabajo escapa a cualquier intento de reducción simplista, entre otras razones porque en su obra todo es elusivo y, sobre todo, dicotómico. En sus esculturas encontramos, por un lado, el material expuesto de forma minimalista en su simplicidad más desnuda y extrema: circuitos electrónicos, columnas de PVC, alambres galvanizados, motores, células fotoconductoras aparecen siempre desnudados de cualquier contenedor o envoltorio embellecedor.
Y si bien se podría decir que toda esa parte material forma parte de la escultura, nos equivocaríamos si dijéramos que son la escultura, porque en realidad la obra no se completa hasta que no interviene el espectador. Tampoco con esto se agotaría la cuestión, porque cada espectador interactúa con la obra de una manera personal e intransferible, haciendo así posible que aparezcan muchas esculturas de música y luz a partir de una única infraestructura material.
Justo es decir, pues, que toda la obra de Orts parece situarse en una disyuntiva en la cual se bifurcan diferentes parejas conceptuales que nacen del contraste entre la estructura estática de la instalación y la obra dinámica que aparece en cada interacción con el espectador: la permanencia y el cambio, lo efímero y lo estable, la ausencia y la presencia, la divergencia entre la materia de los componentes electrónicos y las formas etéreas y evanescentes de la luz y el sonido.
Por eso en la obra de Orts es tan importante la escenificación, la teatralidad, como señala Amador Griñó, jefe de exposiciones del MuVIM: “La obra-objeto, la luz, el movimiento y el sonido generado de la interacción de la obra con el visitante son actores en una misma y siempre única representación”.
Se puede decir, por tanto, que en la obra de Orts el papel del espectador no se limita a la mera contemplación de una escultura que le es mostrada de forma completa, definida y definitiva. Al contrario, el visitante de la exposición también participa en la creación de la obra de arte, gracias por ejemplo a células sensibles a la estela de viento de sus movimientos.
Para Griñó, “la obra de Orts destaca por el uso radical de la interactividad. Ninguna de sus piezas deja de reaccionar con el visitante o de ser sensible al entorno”. Por su parte, para Vicente Jarque lo que Orts “propone al espectador es aprovechar la tecnología disponible no para dominar la naturaleza, sino para jugar con ella”, como sucede por ejemplo con la obra Huit canelles (Ocho caños), obra que el artista ha donado al MuVIM y que es capaz de recrear diferentes melodías acuáticas en función del movimiento del espectador.
Por eso mismo, como señala la diputada del MuVIM, Glòria Tello, “la utilización de la tecnología y el destacado protagonismo que siempre ha concedido al espectador hacen del valenciano Orts un artista pionero, cuya obra se inscribe plenamente en la última modernidad, aquella en la que el individuo y las nuevas tecnologías adquieren un papel preponderante”.
La exposición que alberga el MuVIM muestra una cuidadosa selección de 12 de las obras más significativas en la trayectoria creativa del artista de Meliana.
Hay una pequeña muestra de juguetes infantiles que diseñó a principios de los años ochenta y con los que ganó varios premios al concurso de inventiva de la Feria Internacional del Juguete. Pero también encontramos el primer circuito sonoro fotosensible que creó en 1971, o ‘Hidrofania 7’, que ya formó parte de la exposición que el MuVIM le dedicó ya hace unos años y que viajó a la Real Academia de España en Roma en 2015.
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