‘Mauthausen, la voz de mi abuelo’, de Pilar G. Almansa, interpretada por Inma González (jueves 13 de agosto)
Festival Sagunt a Escena
Off Romà – Auditori Joaquín Rodrigo de Sagunt (Valencia)
Del 4 de agosto al 5 de septiembre de 2020
Sábado 15 de agosto 2020
Inma González protagoniza en el Festival Sagunt a Escena ‘Mauthausen, la voz de mi abuelo’, escrita y dirigida por Pilar G. Almansa, ya que entre las dos decidieron darle forma a la historia del abuelo de la primera -Manuel Díaz Barranco-, superviviente español del campo de concentración nazi de Mauthausen, en el que murieron unas 300.000 personas.
González interpreta a Manuel en este conmovedor monólogo, en el que cuenta cómo un chiquillo de unos 15 años huyó de la sublevación franquista nadando desde La Línea de la Concepción a Gibraltar para después recorrer España con el ejército republicano. Posteriormente, cómo llegó el exilio y la dura estancia en el campo de refugiados francés de Argelès, cómo fue apresado por los nazis, y su llegada a Mauthausen el 30 de noviembre de 1940.
Allí relata de manera calmada y sencilla, incluso desde la ironía y la comedia, el frío de Austria, la comida llena de gusanos, los recuentos, los partidos de fútbol, el horror del campo de exterminio de Gusen, cómo sacaron los negativos de Francisco Boix, las muertes, las ejecuciones o la primera vez que vio a su futura mujer.
De este modo, un montón de zapatos, una escalera o unas guirnaldas de luces, con las que González interactúa, sirven para recordar a los desaparecidos y asesinados por el nazismo, el trabajo en las canteras o las alambradas del campo.
Esta obra, dirigida a todo tipo de públicos, hace que el espectador se emocione, se ponga en los zapatos de esas personas y se deje llevar por la imaginación, llegando a Mauthausen en un abrir y cerrar de ‘focos’, ya que la iluminación -Jesús Antón y Sergio Guivernau- y los efectos sonoros y musicales -Luis Miguel Lucas- son óptimos.
“A mí me llamaban El lenteja en el campo de refugiados de Francia, porque cuando había lentejas para comer y alguien no quería su plato, me lo comía yo’’.
“A los que habían cruzado antes del 36 los consideraron franceses y los dejaron salir del campo, pero a los que entramos después del 36 nos consideraron comunistas y nos dejaron allí por lo menos dos o tres meses, hasta que llegó la Gestapo el 17 de octubre del 40’’.
“En el sótano del gran castillo de Mauthausen se llevaban a la gente y les decían que se iban a duchar. Los colgantes, las gafas, los zapatos… Tenían que dejar todo y quedarse en cueros, los metían en el sótano del castillo y los encerraban. El susto venía cuando el agua no salía caliente, sino que era sustituida por monóxido de carbono. Yo me salvé de milagro. A mi me tocó otra cosa’’.
El monólogo acaba con la siguiente cita: “Yo he comido gato, he comido perro, he comido hierba, me he metido en muchas casas a robar, pero nunca he odiado a nadie. Si no hubiese ido a la guerra no habría tenido los hijos y nietos que tengo ahora. No cambiaría nada de lo que me pasó porque, si no, no habría conocido a mi mujer. En Mauthausen me salvé porque tuve suerte y, lo que hicieron, alguien lo tenía que contar’’.
Irene Valdés
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