‘El hoyo’, de Galder Gaztelu-Urrutia
Basque Films, 2019
Netflix
Marzo de 2020
“Hay tres tipos de personas: los de arriba, los de abajo, los que caen”
Con estas palabras empieza la película, y no podía hacerlo de forma más acertada. El cineasta vasco Galder Gaztelu-Urrutia se estrena con su ópera prima ‘El hoyo’, un thriller de ciencia ficción que está dando que hablar a todo el mundo. El filme ha sido aclamado en festivales internacionales como el de Toronto, pero, sin duda, pasará a la historia como la primera producción española en obtener el premio a mejor película en el Festival de Sitges.
‘El hoyo’ es un espacio físico –y metafórico-, una especie de cárcel vertical dividida en numerosas plantas –de entrada, se desconoce el número– y en cada una de ellas conviven dos personas. Un agujero en el centro de cada nivel permite la circulación de una plataforma que desciende todas las mañanas con suculenta comida, la cual se detiene dos minutos en cada planta para que los presos se alimenten, de forma que en los niveles más bajos la plataforma llega sin comida. Cada mes los presos cambian aleatoriamente de nivel, pasando de comer sin cesar a morirse de hambre. Todos estos mecanismos están controlados por ‘La Administración’.
Partiendo de estas premisas arranca el filme. Goreng (Ivan Massagué), despierta una mañana en el nivel 48 junto a su compañero de celda Trimagasi (Zorion Eguileor), una especie de Hannibal Lecter que le explica el funcionamiento de ‘El hoyo’. Inconformista y con un espíritu quijotesco, cuestionara sus mecanismos y tratara de hacer tambalear el orden impuesto.
Se presenta una idea muy simple y directa, una más que evidente alegoría del capitalismo moderno más salvaje y la lucha de clases, de los de abajo contra los de arriba. Sin embargo, las reflexiones que lanza’ El hoyo’ van más allá. Según avanza la narrativa se van descodificando numerosas lecturas que parten de esta idea principal.
Galder Gaztelu-Urrutia reflexiona en estas “memorias del subsuelo” sobre la condición humana cuando esta se tensa hasta el límite. Solidaridad, egoísmo, violencia, justicia o locura son conceptos que se ponen en juego cuando el tejido del bienestar de la sociedad moderna se deshila. No es solo una lucha de los de arriba contra los de abajo, sino del yo contra el otro, una competencia por la supervivencia.
Todo este entramado sociopolítico y filosófico se lleva a la pantalla como una auténtica experiencia fílmica gracias a la fotografía de Jon D. Dominguez y un impresionante diseño de producción de Azegiñe Urigotia, con una música perturbadora de Aránzazu Calleja que embalsama al espectador en una atmósfera claustrofóbica e inquietante. Además, algunas pinceladas de gore alimentan este clima.
Pero, sobre todo, cabe destacar el brillante e ingenioso guion de David Desola y Pedro Rivero como piedra angular del discurso narrativo. Todo bajo la dirección de Galder Gaztelu-Urrutia, quien ha mostrado una gran habilidad técnica construyendo todo el relato en un solo espacio mediante el juego de planos y encuadres.
Toda una experiencia inmersiva que hace partícipe al espectador en el dantesco viaje que realiza Goreng. Un trayecto que no trata de buscar respuestas ni dar lecciones morales, sino provocarlo y dar un toque de atención.
‘El hoyo’ es el perfecto ejemplo de que el buen cine no necesita de un excesivo presupuesto con un derroche de medios y efectos especiales que compensen otras carencias. Una buena idea y aprovechar al máximo los recursos disponibles es más que suficiente para colocarse entre una de las propuestas más interesantes de 2019 y el presente 2020.
Como pasa con gran parte del cine independiente, su estancia en las salas fue efímera, eclipsada por otros títulos comerciales de menos calidad. Sin embargo, Netflix ha apostado por ella y se encuentra disponible en su catálogo desde hace unos días, encumbrándose como uno de los filmes más vistos a nivel internacional en la plataforma. Un ejercicio idóneo para los tiempos de crisis que vivimos.
Pau Tronch
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