‘Desde Rusia con amor’, de Alexander Petrosyan
Galería Railowsky
Grabador Esteve, 34. Valencia
Hasta el 15 de diciembre de 2020
Martes 27 de octubre

Para la mirada occidental Rusia es ese dinosaurio que sigue allí tendido al despertar del sueño de la historia. Un gigante desconocido que yace en medio de la tundra congelado bajo capas de nieve y hielo. Y lo más inquietante: Ignoramos si se trata de un pacífico hervíboro que se contenta con pacer y rumiar o de una bestia feroz. La gran madre Rusia con su incomparable revolución, sus bebedores de vodka y acrobáticos bailarines ejerce la fascinación de los misterios que nunca se acaban de desvelar.  Tan lejana y tan próxima en algunas de sus manifestaciones culturales con las que podemos sentirnos plenamente identificados.

Galería Railowsky nos trae un fragmento del alma eslava con la muestra ‘Desde Rusia con amor’ que reúne 32 fotografías de Alexander Petrosyan, un hallazgo de Vicente Dolz, patrono de Fundación Railowsky. «Se trata de un fotógrafo desconocido por estos lares, pero que os sorprende por su increíble ojo fotográfico, perspicaz y de fuerte juego colorista», comentan los organizadores de la exposición abierta hasta el 15 de diciembre. «A través de imágenes cotidianas relata el día a día de la Rusia actual. En un país en el que resulta complicado realizar fotografía de calle, Petrosyan tiene la habilidad y el humor para mostrar  escenas impactantes, llenas de fuerza y color».

Alexander Petrosyan
Fotografía de Alexander Petrosyan. Imagen cortesía de Railowsky.

En las fotografías de Petrosyan tradición y modernidad se funden o solapan creando intensos contrastes. La chica de rojo ante un batallón de cadetes fuertemente abrigados. Un desfile de encapuchados que portan teas y al fondo una mujer en bikini. Los yuppies que saborean un helado mientras esperan un taxi. Grupos de migrantes cargados de bártulos. Gente a remojo en termas naturales. El poderío militar de San Petesburgo, sus edificios imperiales y callejones oscuros sirven de escenario a una fauna variopinta que incluye desde la anciana contrahecha que arrastra su carrito sobre la calle nevada a un par de jóvenes envueltas en edredones que reposan en una azotea.

Petrosyan es un avezado artista de las calles que ha desarrollado un sexto sentido para captar esa escena inesperada, insólita, sorprendente, como la de la mujer con un ceñido vestido rojo que se cuela por la ventana de un mugriento edificio.

“Al filmar la vida en las calles, puedes comprender mejor la sociedad”, dice el fotógrafo en una entrevista realizada por Vicente Dolz. “Ahora esas fotos pasan desapercibidas y subestimadas, pero después de un tiempo serán juzgadas por la posteridad sobre nuestro tiempo. Las modas pasarán, las fotos edulcoradas, amables, las fotos que acarician la vista y los adornos formales se desperdiciarán, porque en la perfección técnica de las posibilidades del futuro, todo esto resultará en una frivolidad arcaica, valioso sólo en términos de estudiar los gustos y preferencias del pasado”.

Reconoce que con la experiencia ha desarrollado “cierta habilidad” para captar esos momentos especiales en ocasiones con un guiño surrealista o humorísico. “Es mi intento de escapar de la rutina de predecir significados y estereotipos tradicionales. La comparación de lo incongruente da lugar a una nueva percepción de lo habitual”.

Fotografía de Alexander Petrosyan. Imagen cortesía de Railowsky.

Desde que le regalaron una cámara de niño no ha dejado de cosechar imágenes. “Primero hice autorretratos, después estudié en el Departamento de Fotografía Cinematográfica del Instituto de Cultura, pero casi todo el tiempo fui autodidacta. La educación fotográfica disponible entonces distaba mucho de ser perfecta. No existía Internet y tuve que aprender todo poco a poco. Todos los logros se obtuvieron mediante la experiencia práctica, mediante ensayo y error”.

Se considera más cazador que pescador o cosechador. “No es de extrañar que las palabras ‘disparar’ en referencia a disparar un arma y en el sentido de tomar una fotografía estén escritas de la misma manera. Nunca sabes si un disparo te traerá un trofeo, pero intentas hacerlo una y otra vez. Mi objetivo es disparar la realidad en la que vivo y mi próximo proyecto la foto que todavía no he tomado”.

Petrosyan se dedicó inicialmente a la fotografía en blanco y negro debido a las dificultades de encontrar un laboratorio en color. Con la llegada de los mini laboratorios, probó el color, “sin darme cuenta realmente de cuál era su significado”, dice, pero que ha llegado a tener un gran peso en su obra.

En cuanto a la cámara, su principal requisito es “que no interfiera en la rapidez para disparar ni irrite a las personas que fotografío”. No suele utilizar cámaras grandes y elije según sus preferencias prácticas. “Ahora disparo principalmente con cámaras sin espejo. Me gusta estar preparado para disparar y rápido para escoger las imágenes. Utilizo una cámara sin espejo Olympus EM-1 Mark 2: una cámara ligera, silenciosa, pequeña y rápida. Ésta es una gran ventaja para disparar en la calle. La principal tarea de la cámara es no distraer al fotógrafo y no dificultar la toma”.

Nacido en 1965, Petrosyan pasó su infancia en Lviv (Ucrania). Se dedicó activamente a la fotografía en 2000. Entre 2003 y 2008 trabajó como fotógrafo en el semanario de la ciudad Mi distrito. Desde 2008 hasta la actualidad en la editorial Kommersant. Sus trabajos han aparecido en prestigiosas publicaciones, como Newsweek, National Geographic, GEO, Le Monde, Russian Reporter, Spark, Money, Poder, Kommersant, Noticias, Argumentos y hechos, Komsomolskaya Pravda y Negocios Petersburgo.

Fotografía de Alexander Petrosyan. Imagen cortesía de Railowsky.

Bel Carrasco