Cooking Sections

#MAKMAArte
‘Las olas perdidas’, de Cooking Sections (Daniel Fernández Pascual y Alon Schwabe)
Música: Duval Timothy
Comisaria: Bárbara Rodríguez Muñoz
Colaboran en la investigación: GeoOcean, Universidad de Cantabria (Fernando Javier Méndez Icera, Jared Ortiz-Angulo Cantos, Gabriel Bellido Prieto y Laura Cagigal Gil)
Centro Botín
Muelle de Albareda s/n, Santander
Hasta el 1 de marzo de 2026

Las olas son constantes y efímeras, energía que se traslada por los océanos, arrastradas por el viento que las mece de una región a otra. Participan en la regulación del clima, creadoras de condiciones ambientales para un buen desarrollo de la biodiversidad marina. Y están desapareciendo.

Con este referente como bandera, el colectivo Cooking Sections, formado por Daniel Fernández y Alon Schwabe, toma esta pérdida en las costas del planeta a manos de la acción humana como base para su instalación performativa musical ‘Las olas perdidas’, presentada en el Centro Botín.

“La ola de Mundaka (Vizcaya) es la que lo empieza todo”, señaló Daniel Fernández durante su intervención en la rueda de prensa de la presentación de ‘Las olas perdidas’. Y es que la ola de esta región vizcaína desapareció en 2003, tras dragar arena del río Oka y con ello mejorar el acceso al astillero de Murueta. Con esta acción humana, el colectivo afincado en Londres comenzó su investigación sobre la desaparición de esta y otras olas legendarias de las costas a causa de la mano del hombre.

‘Las olas perdidas’, de Cooking Sections, en el Centro Botín de Santander. Foto: Néstor Navarro.

Con la participación activa del Grupo de Ingeniería Geomática y Oceanográfica del Departamento de Ciencias y Técnicas del Agua y del Medio Ambiente de la Universidad de Cantabria, Cooking Sections ha recorrido el planeta y ha identificado once olas perdidas por causas ajenas a la naturaleza, en donde la acción de la civilización ha sido determinante.

Desde el mar Cantábrico hasta el océano Índico, pasando por el Atlántico y el Pacífico, el total de estas once masas de agua extintas poseen –o poseían– características propias, personalidades diferentes y un nombre propio concreto.

Para Cooking Sections, “interpretar la desaparición de las olas es rastrear las fuerzas que remodelan nuestras costas, como el dragado, la extracción y la crisis climática, y reconocer que cada ola desaparecida deja una huella: una cicatriz en el lecho marino, una historia de pérdida”.

Con once muelles suspendidos del techo de la sala expositiva, cada una de las piezas representa una ola extinta. En el ambiente del espacio se respira una libertad que inunda la sala, ahora diáfana, para otorgar a esas olas de una mayor capacidad de movimiento, como el mar en una playa.

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Esos muelles no están estáticos, como el propio viento dibuja olas en el mar; las piezas metálicas son llevadas, acariciadas o arremetidas con movimientos bruscos por una bailarina –de las ocho que conforman la plantilla de esta performance– que evoca la furia o la templanza de esas olas que ahora solo viven en el olvido y en los fríos datos que se registraron de ellas.

Sin olvidar que el mar tiene su propio sonido evocador y onírico, esta instalación cuenta con la música compuesta por Duval Timothy. Una representación individual de cada una de las once olas en las que las bailarinas entran en interacción directa con la obra haciendo oscilar los muelles arriba y abajo, como las propias olas en una playa, dejando que sea el suelo, el aire y la misma intérprete los que se muevan alrededor.

Cooking Sections ha querido jugar con la sala y con todo lo que a ella rodea, pues, si desde un ventanal se observa la bahía de Santander, en contraposición, en el extremo opuesto, se puede disfrutar de los árboles que rodean los alrededores del espacio expositivo.

Artistas y responsables del Centro Botín, durante la presentación de ‘Las olas perdidas’. Imagen cortesía del centro cultural santanderino.

En palabras de la directora ejecutiva del Centro Botín de la capital cántabra, Fátima Sánchez, “esta exposición de Cooking Sections se encuentra rodeada de naturaleza: a un lado, los Jardines de Pereda y, al otro, la bahía de Santander”.

Acompañando a los muelles, los acordes y el entorno, en la entrada a la sala se puede leer una pequeña historia de cada una de las once olas que el colectivo ha representado en el centro santanderino. Con ello pretende dar una mayor visibilidad a los propios estragos que el ser humano es capaz de hacer, erosionando el sustento de las comunidades costeras y forzando la migración de especies, llegando incluso a su desaparición.

“Ante la pérdida ecológica, Cooking Sections crea un homenaje a estas entidades naturales –las olas que desaparecen–, actualizando el concepto tradicional del monumento, centrado en las figuras humanas”, afirma la directora de exposiciones y de la colección del Centro Botín y comisaria de esta instalación, Bárbara Rodríguez.

“El espacio de la galería se convierte así en una celebración de la abundancia de la naturaleza, pero también lamenta su agotamiento a través del movimiento y la música, que se propagará a los cuerpos y a la imaginación de nuestros visitantes”.

Con esta primera exposición en solitario en nuestro país, el colectivo afincado en Londres muestra su largo compromiso con el medioambiente, la ecología, los sistemas alimentarios y el cambio climático, dando a este último un peso relevante en estas ‘olas perdidas’, que se quedará en el centro expositivo de la capital cántabra hasta marzo del año que viene.

“Esperamos que esta instalación anime a la gente a proteger los hábitats y ecosistemas costeros”, afirman los integrantes de Cooking Sections, que con este trabajo quieren que el público asistente sea algo más que un mero espectador de la performance: pretenden hacer reflexionar sobre cómo la propia acción del hombre es capaz de lo mejor y de lo peor.

Esta acción humana solo es posible si las uniones entre personas se hacen evidentes y no son meros movimientos individuales. El autor japonés de reflexiones y aforismos Ryunosuke Satoro lo dejó claro: “Individualmente no somos más que una gota. Juntos, somos el océano”. Habrá que ser un océano para que ni una ola más desaparezca de las costas.