Como solíamos
‘Como solíamos…’, de Asunción Molinos Gordo
Galería 6 del IVAM
Institut Valencià d’Art Modern
Guillem de Castro 118, València
Del 17 de diciembre de 2020 al 11 de abril de 2021

Decía el científico Albert Einstein que la soledad en el campo estimulaba la mente creativa. Asunción Molinos Gordo (“soy hija de labradores”) parece tirar de ese hilo, para mostrar la creatividad puesta en juego con respecto a un elemento patrimonial de vital importancia como es el campo. Más concretamente: las alquerías valencianas, que ha tomado como fuente de inspiración para el trabajo que presenta en la Galería 6 del IVAM bajo el título de ‘Como solíamos…’.

“El trabajo agrícola es creativo y hasta científico”, apunta la artista, que ha utilizado la técnica tapial, propia de las alquerías, como elemento sustantivo de la instalación que podrá verse en el museo valenciano hasta el 11 de abril. Nuria Enguita, directora del IVAM, se refirió precisamente a ese carácter científico del propio trabajo de Molinos, al que se sumaba el arte y la ecología, “aproximándose a estos campos con respeto y para crear pensamiento”.

Detalle de uno de los muros de la instalación ‘Como solíamos…’, de Asunción Molinos Gordo, en el IVAM.

El pensamiento que nace de la instalación ‘Como solíamos…’ tiene que ver con ese tributo a los pequeños productores del campo, en tanto seres tradicionalmente vinculados al campesinado más rudo y exento de aristas, que Molinos enaltece con su exposición: “Quería mostrar no tanto el trabajo del labrador y campesino, sino como intelectual y productor de conocimiento”. De hecho, la muestra, en su parte de debajo de la sala, se erige como depósito fehaciente de esa creatividad, en tanto resultado de la ingeniería hidráulica ideada para que el agua llegara a todos los campos.

Los muros de tierra prensada creados a tal fin, con incrustaciones cerámicas, terracotas y otros elementos agregados fruto de sucesivos sedimentos, revelan ese trabajo forjado en el tiempo por los labradores, presentados en la muestra con la misma dignidad que se le concede al patrimonio cultural que suponen las alquerías. “El covid-19 ha demostrado el valor incalculable del campo en relación con la ciudad”, explica Molinos, quien añade: “Nos hemos fijado en los reponedores de alimentos, pero nadie ha aplaudido ni dado las gracias a los productores”.

Parte de la instalación ‘Como solíamos…’, de Asunción Molinos Gordo, en la Galería 6 del IVAM.

La instalación del IVAM se divide en dos partes: una más centrada en esos muros de tierra, con sus diferentes capas y sedimentos aludiendo a los distintos momentos históricos de las alquerías, y otra, en la parte superior de la Galería 6, relacionada con las consecuencias que puede traer ese olvido de los trabajadores del campo, cuya productividad aparece ligada al ingenio de la mente humana para preservar el equilibro con la naturaleza.

“En esta parte de arriba, se muestra la deriva catastrofista del futuro si seguimos en esta dirección”, contrastando para ello Molinos la huerta viva, representada en las tapias de tierra objeto de su investigación sobre las alquerías, con las decenas de cajas apiladas en ese otro espacio, cuyos “restos de cascotes y verdura fosilizada” vienen a dibujar cierto panorama distópico.

Asunción Molinos Gordo, delante de uno de los muros de la instalación ‘Como solíamos…’, en la Galería 6 del IVAM.

Asunción Molinos, de origen labrador, destaca la importancia de la educación pública a la hora de adentrarse en la investigación de un campo tradicionalmente asociado a cierta incultura: “Te da herramientas para hablar de tus orígenes”. Herramientas que aprovecha de forma sabia, para convertir la labranza en objeto de las bellas artes. Sus tapias, reproducidas en la Galería 6, pierden ese carácter telúrico de la más áspera naturaleza, para convertirse en monumentos de una historia del campo más artística. Como ya dijera el escritor Fernando Poblet, tomando a su vez prestada una cita que desconocía, “todo objeto despojado de su función ordinaria es arte”.

Siguiendo esta senda de citas desconocidas, llegaríamos a esta otra que viene a poner en la semilla del campo el germen del alimento en la ciudad. Molinos, a este respecto, lo tiene claro: “Hay que tratar de que convivan lo urbano y lo rural, porque no son cuerpos separados. Tenemos que resolver esta tensión y, para ello, la complicidad es fundamental”. La misma que existe entre los sedimentos más antiguos, ya sea en forma de fragmentos de esas cerámicas incrustadas, y los más actuales, a través de plásticos, ladrillos y cemento. “Las mutilaciones de la huerta están representadas en los moldes de madera”, subraya la artista.

De izda a dcha., Nuria Enguita, Sandra Moros y Asunción Molinos Gordo, en la presentación de la muestra ‘Como solíamos…’. Imagen cortesía del IVAM.

‘Como solíamos…’ es un alegato a favor del campo, siguiendo, entre otros, el ejemplo de la ‘España vacía’ con la que Sergio del Molino puso el acento en esa despoblación del ámbito rural, que amenaza con desequilibrar la naturaleza de nuestro territorio. En el caso de las alquerías valencianas, objeto del trabajo de Molinos, se trata de poner en valor “uno de los ecosistemas más complejos de los que tenemos en Europa y que se está destruyendo de forma peligrosa”, resalta Enguita.

Sandra Moros, comisaria de la exposición, destaca el carácter de “viaje en el tiempo” que propone la instalación, refiriéndose a su vez al pensamiento campesino como uno de los “saberes no oficiales” que estamos poco a poco perdiendo. Este “repositorio de saberes” (Enguita) se halla, por tanto, estrechamente vinculado con ese otro depósito de fragmentos y sedimentos que la tierra acoge, para revelar la importancia del patrimonio rural simbolizado en las alquerías. “Primero fue la huerta y luego la ciudad”, y ahora nos encontramos, remarca Molinos, con “el hijo comiéndose a la madre”. De ahí la necesidad, dice, de buscar una convivencia ahora inexistente, aunque haya “más sensibilidad”.

Como solíamos..., IVAM, Asunción Molinos
Vista parcial de la instalación ‘Como solíamos…’, de Asunción Molinos Gordo. Imagen cortesía del IVAM.

Salva Torres