#MAKMAEscena
Comitè Escèniques
Russafa Escènica
Centre Municipal de Joventut (CMJ)
Puerto Rico 42, València
En un acto realizado dentro del marco del festival Russafa Escènica, Comitè Escèniques (la Associació de Creadors i Creadores d’Arts Escèniques Valencianes) comienza una labor que desembocará en un manual de referencia para todos los agentes del sector escénico. Objetivo: establecer un código deontológico y reducir la precariedad.
Son tiempos de incertidumbre y fragilidad para el sector cultural. Esta es una frase atemporal porque en la sociedad turbocapitalista en la que vivimos prima el entretenimiento al arte. Sin embargo, las socias y socios de Comité se mueven en los márgenes del sistema, por obligación, por responsabilidad, y también porque su pasión se mezcla con un ineludible compromiso con el oficio.
En ese contexto y con la referencia de experimentos similares (AVEET presentaba su manual el año pasado junto con otras asociaciones de dramaturgos estatales), el festival Russafa Escènica ha acogido el nacimiento de un proceso ambicioso: la construcción colectiva de una guía de buenas prácticas para la contratación en las artes escénicas. La iniciativa pretende convertirse en un instrumento común frente a la precariedad que atraviesa a artistas, compañías, técnicos, programadores y salas.
La primera sesión de trabajo, coordinada por la trabajadora social y especialista en participación Irene Castillo, reunió a una amplia red de profesionales: intérpretes, directores, autores, gestores culturales, distribuidores, responsables políticos, festivales, investigadores y docentes. Una cartografía plural de la escena valenciana que compartió reflexiones y propuestas con un horizonte común: mejorar las condiciones laborales y consolidar unas artes escénicas diversas, accesibles y sostenibles.
“Queremos que esta guía represente a todas las personas y entidades involucradas en la programación pública o privada de artes escénicas”, señaló Jéssica Martínez, gestora de Comitè Escèniques, subrayando el carácter inclusivo de un documento que busca trascender lo sectorial para situar en el centro a la ciudadanía, verdadera depositaria de la cultura.
Durante la jornada se debatió no solo sobre contratos y retribuciones, sino también sobre mediación, creación de públicos, investigación y difusión cultural. Se planteó la necesidad de incorporar otras perspectivas no tan presentes en este tipo de manuales: el cuidado en los procesos de exhibición, la inclusión, la equidad y la concienciación sobre los derechos culturales. La cultura como bien común exige un marco de responsabilidad compartida.

“La palabra que más ha aparecido en la jornada es precariedad”, apunta Iván Arbildua, asistente al acto y vicepresidente de la asociación. “Y, la segunda, es desafección hacia las artes escénicas, especialmente por las instituciones públicas”. Una situación que esta iniciativa va a intentar paliar con las únicas herramientas de las que disponen: el pensamiento crítico, el compromiso ético y la colaboración.
Gracias al impulso del festival Russafa Escènica y el apoyo del Centre Municipal de Joventut Russafa, esta primera cita se convirtió en un ejercicio de escucha activa y responsabilidad colectiva. De esta primera toma de contacto ha surgido el acuerdo de reuniones mensuales organizadas por temas en las que al menos pueda asistir uno de los agentes implicados en cada área del sector. La idea es ir construyendo un espacio donde el futuro de la escena se imagina desde los procesos compartidos y la cooperación.
Las personas y entidades interesadas en sumarse a este proceso abierto pueden hacerlo escribiendo al correo: particip.artes@gmail.com.
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