David Hockney

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La importancia de las colecciones
MAKMA ISSUE #08 | Entornos Museográficos
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2025

La función principal de cualquier museo es la conservación física e intelectual de su colección. No en vano, los museos son las instituciones en las que la sociedad delega la capacidad para seleccionar qué obras deben permanecer para el disfrute y contemplación de las futuras generaciones. Y es que, tal y como afirma Philippe de Montebello, director emérito del Metropolitan, “la importancia relativa de los museos no se mide por su tamaño y ni siquiera por sus programas, sino por la calidad de sus colecciones”.

Esta función se percibe claramente en museos basados en colecciones privadas, como es el caso del Centro de Arte Hortensia Herrero, pues es la colección de esta mecenas la que da sentido a este centro y la que constituye el principal motivo de su existencia.

Sin embargo, esta función se ha visto recientemente empañada e incluso desplazada por un afán que presentan algunos responsables de grandes museos, especialmente públicos, de mostrar una serie de creaciones artísticas que son seleccionadas, más que por su calidad artística, por su compromiso social y político. 

Portada de ‘Entornos Museográficos’ | MAKMA ISSUE #08, diseñada por José Antonio Campoy.

Quizás la Tate Modern sea uno de los mayores exponentes de esta tendencia. Esta institución posee más de 60.000 obras de arte en su colección de artistas tan conocidos como Pablo Picasso, Andy Warhol, Jasper Johns, Francis Bacon, Lucian Freud o Yayoi Kusama.

Pero si uno visita actualmente sus salas no podrá encontrar obras maestras de su colección como ‘Los tres bailarines’, ‘Mujer llorando’ o ‘Mujer desnuda sobre sofá rojo’ de Picasso; ni las icónicas versiones de Marilyn Monroe realizadas por Andy Warhol; ni la serie de pinturas de Mark Rothko que realizó para el edificio Seagram de Nueva York y que hasta hace poco tiempo se podían contemplar en una sala del museo que llevaba el nombre del artista. 

El tema se agrava más cuando llegamos a artistas contemporáneos de reconocido prestigio como Anselm Kiefer, de quien la Tate posee 32 obras en su colección; Sean Scully (40 obras), Jasper Johns (32 obras), Tony Cragg (13 obras), Anish Kapoor (49) o Antony Gormley (11). Ninguna de estas obras merece un hueco en las abundantes paredes de la Tate Modern, que han sido ocupadas por una serie de obras de dudosa calidad que responden más a debates sociales y políticos que artísticos.

Mat Collishaw en el Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH). Colecciones
‘Transformer’ (2022). Videoinstalación de Mat Collishaw en el Centro de Arte Hortensia Herrero (CAHH).

Decía Eduardo Chillida –artista que dispone de una obra en la colección de la Tate que tampoco está expuesta en ninguna sala– que “no hay nada que haya hecho más por la cultura que el deseo de saber del que no sabe”. Pero ¿cómo va a aprender un joven de hoy en día sobre arte moderno y contemporáneo si no le damos las herramientas para ello y escondemos en el almacén de los museos las obras más valiosas, las que supuestamente hemos seleccionado para el disfrute de las generaciones venideras?

Es cierto que, como decía Alfred Barr, fundador del MoMA de Nueva York en los años 30, el Metropolitan Museum, su gran rival en la ciudad, podía permitirse el lujo de “esperar a que el presente se convierta en el pasado; hasta que el tiempo, ese crítico casi infalible, haya eliminado la posibilidad de error”. Algo que no podía hacer el MoMA, pues su intención era recopilar una colección que recogiera el mejor arte del presente.

Sin embargo, condenar a la oscuridad del almacén de un museo a toda una serie de artistas de una calidad indiscutible es ya cometer un error, pues supone un incumplimiento de la labor educativa que deben tener los museos públicos consistente en mostrar lo mejor del pasado más reciente. ¿Cómo va a entender alguien el arte del presente si no sabe de qué fuentes beben los artistas contemporáneos bien sea para inspirarse o para romper con ellas?

Esa búsqueda de lo mejor del presente, algo muy subjetivo, no puede eclipsar la función que tienen los museos, especialmente los públicos, de conservar lo mejor del pasado reciente, y conservar incluye también exhibir. Los museos deben buscar un equilibrio entre el presente y el pasado reciente, pues ambos dialogan entre sí. Al fin y al cabo, como dijo Hipócrates, ars longa, vita brevis: la vida es breve y el arte duradero.

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