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‘Érase una vez…’
Basada en ‘La Cenicienta’, de Charles Perrault
Director artístico: Alexandre Cirici Pellicer
Director de animación: José Escobar
75 aniversario
Filmin y Divisa (DVD)
La Cenicienta española no tuvo tan buen final como la del cuento de Perrault. Pese a su indudable interés, el largometraje ‘Érase una vez…’, que no pudo usar el título original del relato porque Disney había comprado los derechos, logró escaso recorrido en taquilla y fue arrasada por la versión del gigante de la animación norteamericana.
Este año se celebra el 75 aniversario de este proyecto fallido pero muy atractivo, y la película no solo ha sido restaurada (más bien reconstruida, dada la naturaleza de la intervención que ha habido que practicar), sino que se ha dado a conocer en plataformas como Filmin y el mercado del DVD a través de una cuidada edición especial, acompañada de libro, editada por Divisa, una de las pocas editoras que sigue apostando por los clásicos, los pioneros y los orígenes cinematográficos.
Tenemos que agradecer al fracaso de ‘Érase una vez…’ –que llevó al cierre temporal de su productora, Estela Films– que su director de animación, José Escobar, reorientara su carrera hacia el mundo de la historieta para convertirse en una de las grandes figuras del tebeo español: ‘Zipi y Zape’, ‘Carpanta’ o ‘Petra, criada para todo’ son algunas de sus creaciones más populares.
Aunque el director artístico de la película es Alexandre Cirici Pellicer, que dejó su impronta sobre todo en ambientaciones y decorados de inspiración renacentista y con referentes artísticos, el toque personal de Escobar se nota, sobre todo, en los personajes secundarios y aquellos susceptibles de caricatura. En muchos de sus rasgos puede identificarse el estilo gráfico que le haría tan popular.

Antes de desarrollar la historia del fracaso de ‘Érase una vez…’, vamos a detenernos en los elementos que hacen que merezca la pena ver esta película. Una obra que, pese a la meticulosa reconstrucción y las inmensas mejoras logradas en la imagen, no puede competir en lustre con el cine Disney.
Reconozcamos que la película tiene un importante hándicap en su arranque, muy fiel a la versión de ‘La Cenicienta’ que conocemos y sin apenas elementos gráficos o visuales que atrapen la atención del espectador. Esto cambia enseguida con la introducción de historias paralelas y argumentos ajenos a la historia original, que dan pie a una serie de escenas excelentes, muy imaginativas y bien resueltas.
A modo de ejemplo, en ‘Érase una vez…’ los criados de la casa deciden tomar medidas para defender a Cenicienta, hija del señor del condado que sufre las consecuencias, primero, de la muerte de su madre; luego, del casorio de su padre con una nueva esposa que favorece a sus propias hijas; y, finalmente, de la marcha del padre, que la deja desprotegida y a merced de una madrastra y hermanastras que la humillan.
Contra esta humillación deciden actuar los amigos de la condesita disfrazándose de fantasmas para asustar a las culpables de su sufrimiento. La escena es muy ingeniosa y con brillantes toques cómicos y surrealistas, y termina derivando en una formidable fantasmagoría.

Como esta estratagema falla, los mismos amigos de la condesita acuden a un brujo en busca de un hechizo que trastoque los sentidos de la madrastra y sus hijas para que hagan el ridículo en el baile de la Corte, al que han sido invitadas y del que han excluido a Cenicienta.
Por un error, el bebedizo no lo ingieren sus destinatarias, sino los caballos de su carro, lo que da pie a otra escena surreal y muy atractiva, con los animales bailando sensualmente en medio del camino, mientras la madrastra y sus hijas se ven obligadas a esperar, desesperadas, y llegan las últimas a la fiesta.
Es muy posible que la incorporación de elementos ajenos al cuento de Perrault estuviera motivada por la necesidad de justificar que se trataba de una adaptación libre, y no literal, y eludir los conflictos de derechos con Disney, pero hay que decir claramente que son los mejores momentos de la obra.
Como otras singularidades de ‘Érase una vez…’, hay que incluir dos escenas de acción real, de bailes interpretados por el ballet Esbart Verdaguer de Manuel Cubeles, que se integran dentro de la animación. Asimismo, la película cuenta con algunos números musicales muy al estilo Disney.
Aunque la película logró un reconocimiento en el Festival Internacional de Films para niños que se celebraba en paralelo a la Mostra de Venecia (que estaba impulsado por la Oficina Católica Internacional del Cine), y pese a ser considerada de ‘Interés Nacional’ por el Gobierno de Franco (lo que le permitía obtener más subvenciones), la película fracasó en la taquilla y supuso el fin temporal de Estela Films.
Hay varias razones que pueden explicar este fracaso. La competencia con Disney no habría podido afectar a los primeros años de vida de la película, pues ‘La Cenicienta’, aunque terminada el mismo año, se estrenó en España en 1952, dos años después. Más importancia parece haber tenido el problema del color, al que se dedican prolijas explicaciones en el libro que acompaña a la edición DVD.
Los conflictos derivados del color fueron de dos tipos. En primer lugar, que la productora no logró disponer de un sistema suficientemente competitivo y atractivo, en un momento todavía de transición. Y, en segundo lugar, que su sistema de color era muy complejo de producir, lo que encarecía mucho el coste de producción de cada copia de la película, limitando mucho su distribución.
A ello hay que añadir que a la película le perjudicó una norma legal aprobada solo un año después que prohibía la exhibición de películas en nitrato, como eran todas las copias de ‘Érase…’, precepto que restringió notablemente su recorrido tras el estreno inicial de la obra.
El laboriosísimo proceso de reconstrucción de la película se explica con todo lujo de detalles en el libro que acompaña la edición especial y no cabe reproducirlo aquí. Solo diremos que no existían copias oficiales de la película (pues fueron destruidas) y que solo había fragmentos en blanco y negro (y desperdigados entre multitud de coleccionistas e instituciones).
De modo que, primero, hubo que reconstruir el puzle de la película a partir de sus piezas y, luego, buscar indicativos del color y del sonido para reconstruirlos también. Una labor de años que concluyó en 2023 y que nos permite disfrutar de esta obra insólita, imperfecta, pero de extraordinario interés y un indudable valor histórico.
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