Casas para jugar

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‘Casas para jugar’
Comisarias: Beatriz García Prósper y Patricia Rodrigo Franco
Universitat Politècnica de València (UPV)
Un proyecto de València Capital Mundial del Diseño 2022
Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias “González Martí”
Poeta Querol 2, València
Del 5 de julio al 28 de agosto de 2022

Cuando el arquitecto Le Corbusier dijo que la casa es una máquina para vivir y que debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad, parecía estar pensando en las ‘Casas para jugar’ de las comisarias Beatriz García Prósper y Patricia Rodrigo Franco. Casas diseñadas por diferentes empresas de fabricación de juguetes -siguiendo el modelo de sostenibilidad que propone la New European Bauhaus-, con el objetivo de favorecer el aprendizaje infantil a través de un entretenimiento acorde con la sociedad del bienestar.

Casas, por tanto, amables, diseñadas a la medida de cierta infancia feliz y donde el juego transcurre sin más estridencias que las lógicas pautadas dentro del mismo. Casas que nada tienen que ver con las de los cuentos populares, amenazadas por extrañas fuerzas misteriosas, tan pronto acechando con entrar como, desde dentro, generar la inquietud de quienes las habitan. “Es el primer acercamiento de los niños a la creatividad”, aseguró Miguel Arraiz, director de proyectos de València Capital Mundial del Diseño 2022, refiriéndose al propio diseño de las casas como primer motor de ese aprendizaje.

Que estas ‘Casas para jugar’, tan sostenibles como agradables y afectuosas, estén al servicio de un entretenimiento didáctico no significa que impidan la entrada de aquello que pone en cuestión el propio planteamiento pedagógico. “El juguete está pensado para participar con él de cierta manera, pero los niños siempre le dan vuelta”, señaló Patricia Rodrigo, con respecto a la capacidad de la imaginación infantil para subvertir las reglas del juego.

Vista de la exposición ‘Casas para jugar’, en el Museo Nacional de Cerámica de València.

Este proyecto de València Capital Mundial del Diseño, que acoge el Museo Nacional de Cerámica, consta de una serie de casas diseñadas por diversas empresas de fabricación de juguetes, con el fin de favorecer el aprendizaje de los niños mediante su participación en el ensamblaje de las piezas o la vivencia derivada de su interacción con el juego. Y como jugar es vivir -aunque vivir conlleve muchas veces un juego menos amable y más siniestro-, ‘Casas para jugar’ se muestra como un espacio diseñado para ofrecer múltiples vivencias.

El psicopedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci ya advirtió que jugar, para un niño, “es la posibilidad de recortar un trocito de mundo y manipularlo”, y que todos los aprendizajes de la vida se hacían jugando. De manera que el Museo de Cerámica de València se abre a esos juegos, en colaboración con la Cátedra de Infancia y Adolescencia de la Universitat Politècnica de València (UPV), para que los niños, además de contemplar las casas recogidas en la exposición, puedan manipularlas en el taller que completa el proyecto.

Una de las piezas de la exposición ‘Casas para jugar’, en el Museo Nacional de Cerámica de València.

Aunque uno de los aspectos del juego tenga que ver con el ejercicio físico, ‘Casas para jugar’ tampoco lo excluye. “El juego aquí está pensado como pretexto más sedentario, pero, tratándose de niños, siempre existe la posibilidad de que se dispare, ya que hay casas que tienen asas para que puedan moverse y llevártelas al bosque”, subrayó Beatriz García. Como tampoco está excluida la posibilidad de cierta destrucción igualmente inherente al juego, como señalara en tono poético el escritor Víctor Hugo: “Cuando el niño destroza su juguete parece que anda buscándole el alma”.

La muestra monográfica atiende, según explicaron las comisarias, a la evolución del propio producto a través de los avances tecnológicos y del diseño, y a partir de tres momentos: pasado, presente y futuro. “Uno de los objetivos es poner en valor la importancia de saber leer nuestra historia para entender nuestro futuro atendiendo a la pluralidad de los diferentes puntos de vista”, tal y como se recoge en la nota de prensa.

De hecho, la exposición arranca con la Casa de Muñecas -en una fotografía a escala real- de la colección permanente del Museo del Juguete de la UPV, a modo de juguete con ilustre pasado asociado al imaginario femenino. Imaginario ahora ampliado en ‘Casas para jugar’, de manera que infantes de uno u otro sexo aprendan a manejarse en su interior sin adscripciones a priori, aunque la biología -que como señaló Simone de Beauvoir no ha de ser el destino- tire en una dirección u otra.

Audiovisual que completa la exposición ‘Casas para jugar’, en el Museo Nacional de Cerámica de València.

“La casa ya no está pensada para aprender a ser mamá, sino como espacio donde fluye la imaginación y la fantasía”, apuntó Beatriz García. La misma que han desplegado empresas como Corraini Edizioni, Coco Books-MoMA, Ikea, Plan Toys o Innedit kids, entre otras, para diseñar esas casas lúdicas que los niños se toman muy en serio a la hora de divertirse encajándolas y desencajándolas.

Juegos tradicionales elaborados con materiales igualmente tradicionales, que no están reñidos con la cuestionada tecnología al servicio de los niños. “No estamos en contra de la tecnología, porque ofrece un campo a la imaginación”, afirmó García. ‘Casas para jugar’ está montada sobre diferentes peanas y vitrinas, porque “no hay que olvidar que los visitantes van a ser los niños y les gusta jugar con todo”, señaló Rodrigo, aludiendo a esa mínima protección de las casas, por amable y didáctica que sea su aproximación a las mismas.

Casas para jugar
Vista de la exposición ‘Casas para jugar’, en el Museo Nacional de Cerámica de València.