Carmen Calvo

#MAKMAArte
‘La habitación de al lado’, de Carmen Calvo
‘Saliva’, de Julie C. Fortier
‘Alguien me acarició la espalda, me desperté antes de que pudiera mirarle a los ojos’, de Virginia Paradise
Galería Luis Adelantado
Bonaire 6, València
Del 31 de marzo al 19 de mayo de 2023

“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Lo dice el escritor Jorge Luis Borges y, quienes conocen la obra de Carmen Calvo, sin duda suscribirían estas mismas palabras a la hora de abordar su trabajo. Lo harían poniendo en entredicho las de otro escritor, Gabriel García Márquez, quien tiene esta otra visión: “La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y, gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”.

Carmen Calvo trabaja con ese quimérico museo de formas inconstantes que son, al fin y a la postre, los álbumes familiares. Y lo hace, no obstante, sin eliminar los malos recuerdos o magnificando los buenos, porque, en su caso, se limita a extraer imágenes de ese gran escaparate del pasado que constituyen los álbumes, para mostrar el montón de espejos rotos que suelen formar parte de sus misteriosas e inquietantes exposiciones.

‘La habitación de al lado’, de Carmen Calvo. Imagen cortesía de la galería Luis Adelantado.

De hecho, el propio título de la muestra que acoge la galería Luis Adelantado, ‘La habitación de al lado’, ya produce la inquietud que destilaba la película ‘El quimérico inquilino’, de Roman Polanski, con respecto al espacio habitacional que, situado al lado, emite sonidos raros e invita a visiones extrañas. Evocaciones, en todo caso, producto de los fantasmas que salen al paso cada vez que la memoria selecciona ciertos instantes, cuando no son estos los que nos seleccionan a nosotros para revivir escenas olvidadas que cobran una existencia inusitada.

“Lo mío no es nostalgia, lo mío es la memoria, y una memoria que con el tiempo se ha hecho selectiva”, dice la artista en un video de la propia galería. Sin duda, no hay nostalgia, porque en las imágenes, objetos e instalaciones de Carmen Calvo, lejos de reconocerse la autora y de proponer al espectador que se reconozca en ellas -que también-, lo que genera es una suerte de extrañamiento, una manera de identificarnos con algo que reconforta, al tiempo que estremece.

Recuerda, en ese mismo video, a una profesora que les mostraba en clase un vaso o un objeto cualquiera y, tras unos segundos, lo guardaba, hablando del objeto “que está y no está”. En su obra, Carmen Calvo da lugar a una misma experiencia de hallarse ante imágenes de un pasado que, lógicamente, ya no está, y que, al mostrarse intervenido por la creatividad de la artista, se presenta en su cualidad fantasmal.  

‘A manera de prólogo’, de Carmen Calvo, en la exposición ‘La habitación de al lado’. Imagen cortesía de la galería Luis Adelantado.

Hablamos, en su caso, de fantasmas que ligan perfectamente con la realidad, que, siendo producto de la imaginación, nos hablan al oído como si tuvieran la misma carnalidad de cuantos nos rodean en el presente, aunque emitiendo señales que trascienden el tiempo. “A uno se le queda lo que ha seleccionado en la vida”, apunta Calvo, quien, parafraseando al Ortega y Gasset de “yo soy yo y mis circunstancias”, podría decir: “Yo soy yo y mi memoria selectiva”.

“El aburrimiento no debe existir, por lo menos yo no me quiero aburrir. El día que me aburra se acabó”, dice quien, a través de su obra, muestra precisamente aquello que tiene que ver con la extrañeza que genera la vida cuando se está despierto en mitad de un sueño. ‘La habitación de al lado’ despliega, en tres salas de la galería Luis Adelantado, una batería de esos espejos rotos antes aludidos, donde se van reflejando fragmentos de esa memoria a modo de ‘Fogonazos’.

De hecho, ese es el título de la gran estructura de contrachapado sobre la que cientos de fotografías, cruzadas por una cuerda, dan fe de esa fragmentación del álbum del pasado que, con pequeños y abundantes deslumbramientos, ciega al tiempo que ilumina un presente repleto de inquietantes sombras.

‘A propósito’, de Carmen Calvo, en la exposición ‘La habitación de al lado’. Imagen cortesía de la galería Luis Adelantado.

Las manchas blancas (‘A manera de prólogo’) o algodones que vienen a nublar la vista de ‘Mi padre’, se extienden por su obra, manifestando el carácter turbio de unas imágenes que dan pie a mil y una lecturas, como en el famoso cuento oriental cuya narradora va prolongando su vida a base de relatos cada vez más sorprendentes.

Como sorprendente es la instalación ‘Oro y redondo del mediodía’, hecha con pieles de naranja sobre alambre de acero. “Yo me acuerdo del Jardín Botánico de València, porque nosotros éramos los porteros de ese edificio y entonces mi infancia la he pasado en esa terraza”.

De manera que la naturaleza ha estado muy presente en su vida y en su obra, siendo las peladuras de naranja un motivo más, puesto que las utilizaban en su casa “para tirar al fuego, al brasero, porque daban olor”, subraya Calvo. Un olor que va cambiando de fragancia a medida que pasan los días de la exposición en la sala 3 de Luis Adelantado, donde las exhibe como si fueran a su vez los explosivos de una mascletá y, vistas a la distancia, como si fueran igualmente las corcheas y semicorcheas de una gran partitura musical.

‘Que salive l’horizon’, de Julie C. Fortier. Imagen cortesía de la galería Luis Adelantado.

‘La habitación de al lado’ es, en suma, un canto a la memoria que Carmen Calvo configura con fotografías, objetos e instalaciones, a modo de caleidoscopio lleno de espejos rotos. Fragmentos de una existencia a la que nos convoca para que la vayamos creando a nuestra manera o nos vayamos creando a partir de sus inesperadas resonancias.

La galería Luis Adelantado presenta, además, otras dos exposiciones en la sala 4 y en la denominada Boiler Room, donde Julie C. Fortier y Virginia Paradise, respectivamente, se suman de alguna manera a ese territorio de la memoria de la artista valenciana, para mostrar cierto paisaje entre mágico y vaporoso -en el caso de la primera- y más onírico y simbólico -en la segunda-.

‘Alguien me acarició la espalda, me desperté antes de que pudiera mirarle a los ojos’, de Virginia Paradise. Imagen cortesía de la galería Luis Adelantado.

La ‘Saliva’ de Fortier viene a ser metáfora de los fluidos que concita en las piezas ‘Que salive l’horizon’ e ‘Inmunité’, ligando una alfombra colorista de lana tejida a mano con unas lágrimas de porcelana, todo ello sugerentemente perfumado, en un conjunto instalativo de fuerte carga sensorial. Aromas que fluyen “para comenzar un viaje interior, inmóvil, al archivo de los propios recuerdos”, se apunta en el texto que acompaña la muestra.

‘Alguien me acarició la espalda, me desperté antes de que pudiera mirarle a los ojos’, es el poético título de la exposición de Paradise. Título que surge de un sueño, como proyección de los otros muchos de los que se nutre la artista para evocar recuerdos teñidos de ojos que saltan a la vista. La cerámica le permite dibujar un universo plagado de arquetipos “cercanos a patrones e imágenes universales que forman parte, de alguna manera, del inconsciente colectivo”. Inconsciente que, en este caso, atraviesa a las tres artistas reunidas en la galería Luis Adelantado.

Carmen Calvo
Instalación ‘Oro y redondo del mediodía’, de Carmen Calvo, en la sala 3 de la galería Luis Adelantado.