Carlos Domingo, Juan Olivares y Nelo Vinuesa
Galería Rafael Ortiz
Mármoles 12 (Tel. 954214874). Sevilla
Hasta el 30 de abril de 2015
L: 18,00–21,00 h.
M-V: 11,00–13,30/18,00–21,00 h.
S: 11,00 – 13,30 h
La diadema, imagen evocadora encontrada en la relectura de una traducción del poema “Lamia”, nos reconduce al arco iris por su estructura formal pero también a la bóveda celestial-celeste que nos contiene, al universo, al viaje, al descubrimiento. Como imagen simbólica conecta con la idea de corona, que en un sentido amplio y profundo simboliza la propia idea de superación. A su vez, el arco iris, es a menudo el símbolo del puente entre el cielo y la tierra, expresa siempre y en todo lugar unión, relación e intercambio entre ambos. Nos gusta pensar que la diadema parece querer sujetar la razón, pero también nos conecta con el universo mágico y misterioso de la naturaleza.
“Trenzar Diademas”, hace entonces referencia al modo en que cada uno construye su universo creativo, a la creación de mundos. La poesía, el misterio o la magia, son el punto de partida y la materia de nuestros trabajos, que no se desvinculan del razonamiento y la investigación. Es más, pensamos que hay una razón poética en cada acontecimiento, recordando a María Zambrano.
Si Newton desteje el arco iris en un intento por revelar el misterio de lo oculto, nosotros volvemos a trenzar con la emoción y la razón nuevas diademas. El acto de trenzar representa un conjunto de tres o más ramales que se entretejen, cruzándolos alternativamente. Esta acción nos sirve conceptualmente como punto de partida para establecer el diálogo y la comunicación entre las tres propuestas.
Por un lado, el trabajo de Carlos Domingo se centra en el interés por las cuestiones que sitúan al individuo frente a la metáfora de la representación animal, vegetal o mineral como estrategia plástica y conceptual para reflexionar sobre su naturaleza “humana”. Es un tipo de trabajo que pretende ser un resumen de los procesos de lo natural-orgánico frente a lo humano. La ciencia y el arte han elevado el nivel de humanidad del hombre y al mismo tiempo lo han alejado de su origen natural y primitivo (animal). El conjunto de lo natural, entendido como referente amplio y abierto, se mezcla con los artificios y las convenciones de la cultura.
De un modo similar, Nelo Vinuesa sugiere y evoca narraciones que se construyen mediante la utilización de imágenes simbólicas, estableciendo conexiones entre lo fantástico, lo espiritual y lo mágico. Por otro lado, hay cierto romanticismo en las composiciones que plantea, un anhelo por lo lejano, por lo infinito. En su trabajo, el tratamiento del paisaje se relaciona con la idea de espejismo, fenómeno que hace referencia a la distorsión de la percepción sensorial, a la apariencia engañosa de algo que nos lleva a apreciar la realidad erróneamente.
Juan Olivares se identifica emocionalmente con todo lo que le rodea, sea una taza de café, una canción, las sombras proyectadas sobre un asfalto gris cromático, unos luminosos zapatos verdes con matices azules que cruzan las franjas blancas de un paso de cebra, un vestido precioso y su danza, el ruido amarillo del tráfico…
En este sentido su pintura está muy cerca de lo que acontece, del fluir permanente de las cosas y su misterio. Sus trabajos se alimentan de destellos cotidianos e instantes huidizos, momentos fugazmente perfectos en los que de alguna manera sales colmado.
(Imagen portada, Carlos Domingo. Tronco, Cactus, Abrazo. 2015. Carboncillo, pasta de papel y madera. Diversas medidas)
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