#MAKMAEscena
‘Tocororo suite’
Compañía Acosta Danza
Coreografia: Carlos Acosta
Intérpretes: Enrique Corrales, Adria Díaz, Yasser Domínguez, Mario Sergio Elías, Arelys Hernández, Liliana Menéndez, Penélope Morejón, Amisaday Naara, Marco Palomino, Raúl Reinoso, Laura Rodríguez, Alejandro Silva, Patricia Torres, Chay Torres
Bailarín invitado: Alexander Varona
Música: Miguel Núñez
Música adicional: Hammadi Valdés
Obertura de la suite (Pa´Jesusín): José Portillo
Diseños: Salvatore Fiorino y diseños de luces: Carlos Repilado
Sagunt a Escena
Teatro Romano de Sagunto
Jueves 11 de agosto de 2022, a las 22:30
Son muy pocas, tal vez una entre un millón, pero destacan de la grisura media con un brillo especial. Personas que vienen al mundo dotadas de un talento artístico tan potente y explosivo que si alguien les enciende la mecha salen disparadas hacia las estrellas, por ejemplo, desde un humilde barrio de La Habana a los mejores escenarios del mundo.
Es el trayecto meteórico que siguió Carlos Acosta, un chico que quería ser futbolista y bailar rap, y que gracias a la insistencia de su padre, que intuyó sus capacidades y le conminó a estudiar ballet clásico, llegó a ser una figura mundial de la danza y hoy dirige su propia compañía, Acosta Danza.
Su vida de película fue llevada al cine por Icíar Bollaín en ‘Yuli’ (2018), protagonizada por el propio Acosta, y también relató él mismo su autobiografía, negro sobre blanco, en ‘Sin mirar atrás’. El ballet que llega el jueves a Sagunt a Escena, ‘Tocororo suite‘, una versión del espectáculo estrenado en el Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana, en 2003, es, asimismo, una evocación de su pasado, de la lucha para encontrar su camino.
Acosta se inspira en costumbres y personajes de la cultura cubana y los plasma a través del ballet clásico, la danza contemporánea y los bailes folclóricos. Temas como la migración, el amor filial y erótico, la violencia urbana y el desarraigo componen un relato colorido de crecimiento personal y sobre la búsqueda de nuevos horizontes. El protagonista, un joven humilde enfrentado a un mundo que le es ajeno, debe vivir un proceso de confrontación y adaptación para, al final, alzarse victorioso por encima de las dificultades. Una fábula sobre la utilidad del empeño de un individuo, que puede ser también el de un país.
En el programa de mano del estreno, Carlos Acosta escribió: «Dedicado a aquellos que ven en las dificultades la oportunidad de crear nuevas soluciones; a mi familia, a mi gente de Cuba». ‘Tocororo, fábula cubana’ rompió todos los récords de taquilla en el Teatro Sadler’s Wells en Londres y fue nominado a un premio Olivier, en 2004. En diciembre de 2016, la recién creada compañía Acosta Danza presentó la versión suite del espectáculo, en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.
«No es la primera vez que vengo a València», dice Acosta. «Estuve en el Palacio de las Artes Reina Sofía y recuerdo esta ciudad como un lugar muy hermoso, en el que se mezcla la belleza de lo antiguo y lo contemporáneo, por lo que pasear por sus calles es como hacer un recorrido por la historia. No hay forma de que no me sienta acogido en una ciudad de España, es como si estuviera en casa. Es algo evidentemente cultural».
Tocororo es el nombre del ave nacional de Cuba, especie endémica de la isla, una pequeña ave parecida al quetzal que combina en su plumaje los colores rojo, azul y blanco –los de la bandera cubana– y que no puede vivir en cautiverio, pues ansía la libertad.
«Cuando creé la coreografía ‘Tocororo, fábula cubana’, pensé que era un nombre perfecto para el personaje principal porque quería que el espectáculo fuera incuestionablemente cubano. Era mi primer trabajo como coreógrafo y quería decir muchas cosas. En Sagunto se verá la versión suite del espectáculo. Hice un resumen con las danzas y mejores momentos, tratando de mantener siempre la línea argumental que cuenta la historia del héroe. El público va a ver un espectáculo más condensado, sin espacio para el aburrimiento, muy divertido y brillante».
A diferencia de Billy Elliot, que deseaba bailar pese a la oposición de su padre, el pequeño Carlos se resistía a las lecciones de danza que su progenitor le imponía. Fueron unos años duros de lucha, hasta que llegó el éxito cuando tenía solo dieciséis años y ganó un importante concurso internacional. «Ganar el Prix de Lausana significó uno de los momentos más felices de mi vida. Fue difícil llegar hasta allí, fue como muchas victorias en una que marcó el comienzo del camino que me ha traído hasta donde ahora me encuentro».
A partir de ese primer premio hubo otros muchos reconocimientos internacionales, amén del hecho de romper barreras, como la de ser el primer bailarín negro en compañías de gran prestigio como el Royal Ballet o el Houston Ballet, entre otras. Acosta menciona el Premio Benois de la Danza, el nombramiento como Comendador de la Orden del Imperio Británico otorgado por la Corona del Reino Unido y el Premio Nacional de Danza de Cuba, «el reconocimiento más alto de la danza en mi país».
Aunque Acosta siempre ha respetado los cánones y reglas del ballet clásico, considera que en sus actuaciones aporta «algo inefable, pues los cubanos somos muy expresivos, nos movemos mucho, gesticulamos cuando hablamos, nos gusta reír y que se note, no tememos expresar nuestra sensualidad. Creo que la danza es nuestra porque siempre estamos bailando incluso cuando no lo hacemos. No hay forma de que todo eso no se aprecie cuando estoy en escena. Es algo que comparto con todos los bailarines de Cuba. Y el espectáculo ‘Tocororo Suite’ se apoya en ese valor».
Uno de los hitos de su carrera fue la película ‘Yuli’, de Icíar Bollaín, un título que inmortaliza el apodo que le daba su padre: Yuli, hijo de Ogún, un dios africano luchador. «Fue un momento especial. Primero, supuso un alto para reflexionar sobre mi vida y mi carrera, revivir todo lo bueno y también lo doloroso. Luego, fue ver mi historia convertida en una obra de arte en la gran pantalla. Y tuve la posibilidad de protagonizarla yo mismo, un regalo que aún me trae alegrías y me emociona».
Acosta ya había trabajado como actor en otros filmes, pues siempre ha sentido la interpretación como una extensión de su trabajo, «porque el ballet clásico tiene la actuación como una de sus bases y en la escena hay que hacerlo con seriedad. Para un bailarín lo más difícil del cine es usar la palabra en vez del movimiento, pero en ‘Yuli’ solo tenía que ser yo mismo y hacerlo de la manera más natural posible».
Con cuarenta y nueve años, en la plenitud de la madurez, Acosta es padre de tres hijas y tiene una vida por delante para seguir entregado a sus diversas facetas artísticas. «Trabajo en varios proyectos como espectáculos y eventos nuevos, pero prefiero no adelantar nada sobre ellos. Continuaré con mis responsabilidades actuales y solo puedo decir que ya vienen otras cosas y espero que hagan felices a muchas personas», concluye uno de los hombres que de más maneras ha contado su historia: sobre el papel, en el cine y danzando sobre el escenario. Paso a paso.
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