#MAKMALibros
‘Canon de cámara oscura’, de Enrique Vila-Matas
Seix Barral (Colección Biblioteca Breve), 2025
Hace algo más de un año, H&O Editores rescata ocho de las entrevistas inventadas por el joven Enrique Vila-Matas y organiza un hermoso volumen de evocación de genio precoz y descarado, pero también de confirmación.
En efecto, las pulsiones del escritor, las características diversiones metalingüísticas y la organización de un deslizado autorretrato multidimensional –conforme a la sustracción romántica de incontables citas e ideas ajenas– ya aparecen, de un modo u otro, en esas letras casi adolescentes imaginadas, primero, para resolver un pequeño entuerto laboral y, a continuación, establecer, conscientemente o no, una expresión propia.
Ahora llega a las librerías un nuevo texto, ‘Canon de cámara oscura’ (Seix Barral) que, naturalmente, extiende las cuestiones familiares, una vez más. Esos asuntos de letras y vida, y su decidida conjugación, acordémonos, cristalizan, de verdad, en sus páginas hace ya cuarenta años en ‘Historia abreviada de la literatura portátil’, recuperada, a propósito, en febrero de este agitado 2025, por Libros del Zorro Rojo, en una edición preciosa llevada a cabo con la suma de ilustraciones de Julio César Pérez.
En aquel escrito de 1985, Vila-Matas se refiere a la conspiración Shandy, a esa sociedad secreta de los portátiles fundada un poco después del fin de la Gran Guerra, y a la que pertenecen Duchamp, Benjamin o Crowley. En suma, conversa con ese libro que es muchos libros, ‘Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy’, de Laurence Sterne, y que regresa todo el tiempo a sus oraciones, reivindicando acaso su trascendencia fundamental en una obra general de máscaras.

‘Canon de cámara oscura’ se publica a comienzos de abril. ¿Por qué hablar tanto del pasado? Debido a que el ejercicio de colocar ahora, frente a frente, dos visiones complementarias del protagonista, dos tiempos distintos, el de formación y el de madurez, me parece esencial para zambullirse en esos abecedarios misteriosos de la nueva novela reunidas en función del registro de una personalidad fluida y evasiva; un registro inspirado por una labor tan utópica como la definición de un canon literario totalmente disidente, inconformista, honesto y orgánico. O sea, la imagen figurada de ese Vidal Escabia, el protagonista, tras el que se esconde, sin demasiado esfuerzo, el autor.
¿No es ese inventado aprendiz, de un genio desaparecido a causa de la vida maldita de la escritura, un creador haciéndose, como el muchacho de las Interviú ficticias de los años sesenta? Seguro que sí.

Ahora bien, todo esto del autorretrato y la redefinición fantasiosa de la biografía no es precisamente una novedad en las panorámicas de Vila-Matas. ‘Montevideo’, el libro inmediatamente anterior, propone este ejercicio de acuerdo también con el rescate y la celebración de las iluminaciones de los escritores amados.
¿Qué convierte, entonces, este canon de oscuridades y resplandores secretos en un acontecimiento? Dos razones: la purificación sorprendente de la escritura de laberintos, por un lado, y, por otro, la proximidad a las discusiones de la ciencia ficción.
El narrador del libro puede ser un androide. No descubro nada. Las sospechas vuelan sobre los párrafos de apertura. En el primer bloque –‘Eres uno de ellos, ¿no?’–, se interroga sobre este tema en una fiesta a medianoche charlando con una mujer, una pareja del pasado, Violet. El escenario, a decir verdad, no es muy distinto, en un cierto sentido, al descrito por Philip K. Dick y Ridley Scott en sus lecturas complementarias del futuro.
En la Barcelona de hoy, por lo menos nos parece eso: sobreviven unos androides del sector Denver-7, con recuerdos implantados y capacidad para reproducirse. Las personas artificiales, indistinguibles de nosotros, son programadas para vivir cuatro años.

Sin embargo, un grave fallo en su energía eléctrica les da vida abierta, de duración indefinida. Lo mismo que en ‘Blade Runner’ (1982), algunos son abatidos, los más violentos, esos que tal vez alcanzan un nivel de consciencia superior, o acaso el que es demasiado humano.
Sea como fuere, hemos leído mucho acerca del alma de los robots. Karel Čapek, a quien Vila-Matas cita, ya lo exploró hace mucho tiempo en la obra de teatro ‘RUR’. También hay un número considerable de películas sobre esto.
En ‘Canon de cámara oscura’, los signos de interrogación señalan un extremo en la danza enmascarada. El bello simulacro de verdad, comprobado durante décadas, gira ahora alrededor de unas incertidumbres inesperadas. La segura caverna personal se transforma en un set de misterios para el hombre libro protagonista y el lector.
En el fragmento 60, el escritor destaca unos versos de Paul Klee. Nada más apropiado para el canon, dice. Nada más apropiado para desplazarse por el mágico desconcierto de la redacción. “Del lado de acá soy completamente imprevisible. Pues habito tanto entre los muertos como entre los no nacidos”. Acá, en esta duplicación de estados susurrada, emergen los auténticos enigmas.
La segunda parte del libro, ‘Partió la mesa en dos’, recorre exactamente el rompecabezas de la superposición existencial y los enredos dimensionales. Aparece ahí, de hecho, la sombra inquietante de un visitante invisible, y las promesas y los deseos vuelan en torno a un regreso. ‘Canon de cámara oscura’ es un misterio sobre la memoria, la vuelta y los riesgos. Se trata de la ficción del reflejo de una realidad factible.
