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Cajal: el arte de la ciencia’
Textos de Carlos Martín, José Manuel Sánchez Ron, Esperanza Guillén, Javier DeFelipe, Jaime Brihuega y María Santoyo
‘Año de investigación Ramón y Cajal, que se extenderá hasta mayo de 2025
Coedición del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y La Fábrica
2024, 184 páginas, 38€
«Qué duda cabe, a la ciencia no van más que los artistas […] A mis aficiones artísticas de niño —a las que mi padre se opuso intensamente— debo lo que soy ahora» (Santiago Ramón y Cajal).
Esta cita tan rotunda del padre de la neurociencia sirve como punto de partida del libro ‘Cajal: El arte de la ciencia’, coeditado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y La Fábrica. Un volumen que explora la influencia que la labor del científico tuvo en las obras de grandes artistas del siglo XX y XXI como Salvador Dalí, Federico García Lorca, René Magritte, Joan Miró, Olafur Eliasson, Maruja Mallo, Juan Gris, Eva Lootz o Daniel Canogar, entre otros.
Un libro que parte de una paradoja, «provocación», como señala el historiador del arte, escritor y comisario Carlos Martín en el texto ‘¿Es la ciencia o es el arte?’ que abre este libro. Martín nos descubre a un Ramón y Cajal que en los últimos años de su vida carga contra las corrientes artísticas de vanguardia surgida a principios del siglo XX. Corrientes que huyen de la «copia estricta de la naturaleza» para explorar otros terrenos del arte.
Sin embargo, como señala Martín: «…mediante la «copia estricta de la naturaleza» (eso son, en puridad, los dibujos y fotografías de Cajal) el nobel fue capaz de generar abstracciones que desplazaron su inmediatez y literalidad hacia otros territorios; dominios que autores de generaciones posteriores leyeron en clave distinta, en unos casos metafórica, en otros exclusivamente estética; como cuando, en las artes decorativas, se emula y repite un motivo cuyo origen ha quedado desdibujado o se desconoce”.
Todos esos autores posteriores que, a su manera emulaban a Cajal, «son la prueba evidente de hasta qué punto el científico erraba en cuanto crítico y acertaba en cuanto artista».
Así, este libro recoge las resonancias que la obra de Cajal ha tenido en la de artistas de muy diferentes épocas estableciendo un diálogo, que pone de manifiesto cómo el Cajal científico y el Cajal artista son inseparables.
Tras el texto introductorio de Carlos Martín y antes de la selección de 105 imágenes que cierran el libro, ‘Cajal: el arte de la ciencia’ cuenta con otra serie de textos que abundan en esta relación entre ciencia y arte.
El biólogo e investigador Javier DeFelipe firma ‘Mirar, interpretar y dibujar el cerebro’, en el que pone en contexto la importancia de las ilustraciones de Cajal en una época en la que el dibujo era la única herramienta para ilustrar las imágenes microscópicas.
Una tarea que convierte al científico en artista e intérprete del mundo microscópico, ya que debe elegir de entre las conexiones de esas complejas imágenes microscópicas, todo aquello que debe reproducirse necesariamente por su valor científico.
El profesor de historia del arte Jaime Brihuega pone en relación los dibujos de Ramón y Cajal con los orígenes de la plástica surrealista en España. Creadores como Lorca y Dalí produjeron las primeras obras plásticas de este movimiento y, como señala, «en ellas empieza a tenerse muy en cuenta el papel que jugaron los dibujos histológicos de Santiago Ramón y Cajal”.
El historiador de la ciencia José Manuel Sánchez Ron traza en ‘El más grande neurólogo’ un semblante biográfico de Ramón y Cajal desde sus orígenes en una familia humilde, a sus estudios de medicina -a los que llega más por imposición de su padre que por vocación-; su llegada al ámbito académico; el desarrollo de la teoría neuronal; el reconocimiento nacional e internacional de su trabajo y un epígrafe final en el que pone de manifiesto cómo los trabajos de Ramón y Cajal fueron fundamentales para el desarrollo de la Escuela Neurohistológica española.
La catedrática de Historia del Arte, Esperanza Guillén nos descubre la faceta de Cajal como un hombre muy consciente y orgulloso de su propia valía. Guillén aporta un gran número de referencias de textos autobiográficos de Cajal que, como indica, «entrañan un fuerte componente de autoestima, propio de quienes quieren dejar claro su paso por la Historia y controlar qué es lo que de ellos debe ser recordado…»
Por su parte, María Santoyo, directora de PHotoESPAÑA, se centra en el papel de Cajal en el desarrollo de la fotografía en color. Cajal incorporó la fotografía a su práctica, pero no solo desde la perspectiva ociosa, sino para aplicarla también a sus procesos de experimentación científica e incluso publicó manuales sobre este medio.
El libro se completa con una amplia selección de reproducciones de obras de arte que reflejan cómo Cajal está presente en la mente de los artistas. Con dibujos del propio científico, esta sección cuenta también con obras de Lorca, Dalí, Alberti, Magritte, Miró,Greg Dunn y Brian Edwards, Olafur Elliasson, Juan Gris, Maruja Mallo y Hiroshi Sugimoto, entre otros.
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