Cabello/Carceller

#MAKMAArte
Cabello/Carceller. ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’
Azkuna Zentroa Alhóndiga Bilbao
Arriquibar Plaza 4, Bilbao
Hasta el 25 de septiembre de 2022

«Hay en mí dos almas, y la una tiende siempre a separarse de la otra” (‘Fausto’, de Goethe)

En principio, podría parecer que la exposición queer del Colectivo artístico Cabello/Carceller en Azkuna Zentroa de Bilbao, flirtea con la ambigüedad como en un juego de adivinanzas: ¿será hombre o mujer la persona que estoy viendo en la imagen? Esta deja de ser evidente porque no demuestra nada por sí misma, a pesar de no perder su representatividad.

Pero este juego y esta falta de evidencia son errores del punto de vista dual hombre/mujer, o si se prefiere, binario, con que se mira esa imagen. Porque la representación queer reclama ser vista y entendida desde este enfoque liberado de elementos opuestos y por tanto unificador, como la fusión estereoscópica que hace el ojo con la doble imagen que le llega del entorno. Porque aquí el reto que se plantea es importante: cómo ver algo sin atribuirle género.

Fotograma de la exposición ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’, de Cabello/Carceller, en el Azkuna Zentroa.

Si la identidad de género es la forma en que yo percibo mi propio sexo, estamos hablando de autoimagen, el constructo psíquico que yo hago de mí mismo. No hay involucrada aquí ninguna otra intención, ni reivindicativa, ni política, ni social. Esta intencionalidad puede venir después, pero no antes, de la manera en que uno percibe su cuerpo. Y es el caso que la autoimagen queer, su identidad, aspira a definirse a sí misma bajo la condición de esa androginia de opuestos. Sólo vista así, desde esa perspectiva no binaria, deja de ser ambigua, y ni siquiera tiene sentido plantearlo.

En la exposición de Azkuna Zentroa, la singular vida de Erauso, que nace Catalina y muere Antonio, sirve de base al Colectivo Cabello/Carceller para una dialéctica con el pasado desde un presente asexuado en la muestra ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’. Producida por el Centro y comisariada por Paul B. Preciado, la muestra reabre la historia de la llamada ‘monja alférez’ desde la perspectiva trans.

Fotograma de la exposición ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’, de Cabello/Carceller, en el Azkuna Zentroa.

El Colectivo utiliza la instalación, la fotografía y el vídeo para proponer una dialéctica crítica con este polémico personaje a través de su retrato vestido de militar, atribuido al pintor Juan van der Hamen. Su autobiografía, en la que se define a sí misma como ludópata y asesina confesa, además de genocida de los mapuches en el sur de Chile, la convierte en uno de los personajes más controvertidos de la historia trans.

En su libro cuenta las peripecias de una mujer que se escapa del convento a los quince años vestida de hombre, para enrolarse más tarde en la flota que parte hacia las Américas como soldado y comerciante de los territorios del imperio español desde Chile hasta México.

La pieza audiovisual, rodada por Doxa Produkzioak, con Alberto sin Patrón como diseñador de vestuario y Mursego en la música, expone un diálogo especulativo (a modo de espejo) del Colectivo con el retrato anacrónico, siendo la historia revisada desde un presente en proceso de serlo, sin planteamientos previos. No se trata entonces de representar nada, sino al contrario, de presentarlo.

Porque Cabello/Carceller tratan el pasado de la misma manera que el presente: entendiéndolo como un continuo hacerse desde posiciones que ya han dejado de ser una petición de principio. Quedaría por confirmar si ese planteamiento de querer conocer algo desde el no-saber, a priori la mejor manera de conocer cualquier cosa, está libre de la influencia condicionante del propio crítico-espectador.

Retrato de doña Catalina de Erauso. La ‘monja alférez’. ca. 1625. Juan van der Hamen y León. Óleo sobre lienzo, enmarcado. Colección Kutxa, Donostia.

La exposición se completa con una instalación de videos que muestran modelos queer bajando una escalera a modo de pasarela, con una mezcla de postureo de cabaret y gesto dramático posromántico. Vemos el placer de mostrarse en público como en un escenario, un placer sexual. Se muestra, y da placer hacerlo, una máscara, y al mostrarla se esconde una verdad que da placer ocultar. Es un espectáculo exhibicionista, con ese placer por el doble juego de enseñar y esconder aquello que los personajes consideran la base misma de lo que son.

Un auténtico espectáculo que, entendido como movimiento, se inserta en la cadena de corrientes sexuales que protagonizan la actualidad, junto con los movimientos tecnológicos y sociales. Porque si en el siglo XX vimos surgir las vanguardias artísticas, políticas, económicas e intelectuales, en lo que llevamos de este, el placer de crear, organizar o pensar, es sustituido por el de innovar, influir y exhibirse.

Fotograma de la exposición ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’, de Cabello/Carceller, en el Azkuna Zentroa.

Se incluye una serie de fotografías que imitan personajes famosos con un marcado carácter andrógino. En todas ellas se trata de lo mismo: de una imagen, o autoimagen, que pretende definirse por sí mima. El hecho de que, además, sea entendida como una categoría relacional, o sea, un constructo social, solo hace que esa autoimagen individual de la que hablamos sea compartida en grupo. En este sentido, sentirse identificado como queer es esencialmente ver-se de un modo determinado, siendo este modo de signo opuesto al que socialmente es atribuido.

Fotografía de la exposición ‘Una voz para Erauso. Epílogo para un tiempo trans’, de Cabello/Carceller, en el Azkuna Zentroa.

Al ser una autoimagen que se afirma en su reflejo, no aspira a resolver ningún problema de existencia fronteriza o doble, sino a borrar toda distancia con respecto a los extremos. Tal vez pudiera ser la androginia, como hemos dicho, su propuesta de identidad genérica, pero no aquella que buscara como efecto la ambigüedad del punto de vista binario.

Y como autoimagen revelada en su opuesto, no puede dejar de llevar consigo, aunque no quiera, el interrogante del fantasma del yo desdoblado al que está dando cuerpo.

Cabello/Carceller
‘Autorretrato como Fuente’ (2001). Impresión ploter, b/n. Galería Elba Benitez, Madrid
(cartel de la exposición).