Media Vaca

#MAKMALibros
Begoña Lobo y Vicente Ferrer
Editorial Media Vaca
25 aniversario
Salamanca 49, València

Imagina a un chaval de 18 años al que le regalan una moto y, en vez de lanzarse zumbando a la carretera, vende el vehículo e invierte el dinero en editar una revista. Imagina a ese mismo chico ya hecho un hombre que, en octubre de 1988, se casa con su perfecta media naranja y, en vez de El Corte Inglés u otro establecimiento similar, pone la lista de boda en la librería Railowsky que, a la sazón, acababa de nacer.

Estás imaginando a Vicente Ferrer, artífice de la editorial Media Vaca, que, junto a su mujer, la abogada de extranjería, Begoña Lobo, ha erigido un monumento singular de papel, imágenes y letras al final de la calle Salamanca, en el Ensanche de València.

Como sus ilustres tocayos, el santo predicador y el benefactor de la India, Vicente fue llamado a cumplir una elevada misión, no espiritual ni filantrópica, sino de carácter artístico y cultural: difundir el amor a los buenos libros con el ejemplo, haciéndolos, uno a uno -una media de tres títulos al año- con tino y mimo artesanal. Así, hasta 73 obras para todos los gustos y edades. Un catálogo amplio y diverso en el que la calidad prima sobre las etiquetas.

¿Hay algo más loco y osado que hacer libros para niños? Tal vez si eres una persona afortunada recuerdes los gustos que tuviste en la niñez, ¿pero cómo saber los de quienes vinieron detrás de ti en una sociedad en perpetuo y vertiginoso cambio? Tal vez por ese desafío implícito a la tarea, hace falta estar algo pirado, ser un soñador empedernido o un poco genio.

Y una pizca de estos elementos confluyen en Vicente Ferrer, unidos a un tesón inquebrantable y una extrema minuciosidad en su buenhacer, todo ello potenciado por Begoña Lobo que dedica a la editorial su tiempo libre.

Vicente Ferrer y Begoña Lobo, atareados en la puerta de su editorial Media Vaca. Foto: Daniel García-Sala.

Muchas razones para justificar importantes premios como el Nacional a la Mejor Labor Editorial de 2018 o los concedidos en Bolonia, entre otros. “Si tiene sentido hacer libros, lo tiene sobre todo para hacer libros para niños, porque el mundo (y a veces nos olvidamos) es de los niños”, sentencia Ferrer.

Conocí a Vicente en los años noventa, en una tertulia poética del Café Malvarrosa y, como fuimos vecinos muchos años, solía tropezarme por las calles con su espigada silueta, algo Quijote, algo personaje del Greco, siempre con algún papel en la mano en vez de posada en el pecho.

A lo largo de las últimas décadas he visto crecer su proyecto dando cuenta de sus éxitos en diversos artículos, como el dedicado a la celebración de su vigésimo aniversario con el evento ‘Brindis al sol’. Pero, en su caso, las promesas sí se han cumplido y con creces, y hace poco tuve el placer de saludarlo a él y a Begoña en un espacio propio que acaban de inaugurar en el número 49 de la calle Salamanca.

Un rótulo en grandes letras rojas cuelga hace tiempo de la fachada anunciando el nombre de la editorial, pero, debido a graves problemas de humedades, ha tenido que pasar la friolera de 15 años para rehabilitar el local y ponerlo a punto.

Una librería sui géneris en la que estarán a la venta los libros del catálogo de Media Vaca y de su rica nómina de autores editados en otros sellos y países, por lo que ofrecerá unos fondos de contenido internacional. Pero sobre todo será un lugar de creación donde los niños pensarán y editarán sus propios libros, ejemplares sencillos, económicos y no reeditables en los que se plasme su imaginación.

Un niño se parapeta tras el libro ‘Retratos furtivos’, de Luis Seoane. Foto: Daniel García-Sala.

Después de casi tres décadas publicando volúmenes, un salto cualitativo, mostrar a los niños el fascinante proceso mediante el cual un sueño, una idea o una fábula se plasma sobre papel y con tinta convirtiéndose en un objeto único, manipulable y cargado de estímulos sensoriales que puede ser un compañero fiel durante toda nuestra vida. Una voz amiga que nos habla cuando se abren sus páginas y que enmudece al cerrarlas.

“Hace más de 15 años que tuvimos la idea, pero por cuestiones técnicas, el parón de la pandemia incluido, tuvimos que ir posponiendo”, comenta Begoña Lobo. “El proyecto se ha culminado gracias al Ayuntamiento de Valencia dentro del programa ‘Amunt persianes’ que ayuda a los comercios con subvenciones de entre 10 y 20.000 euros y estamos ansiosos de ponerlo en marcha, sobre todo como taller para que los niños hagan sus propios libros”, añade Lobo.

“Pensad bien las cosas antes de llevarlas a la práctica”. Este es el principal lema que Ferrer piensa inculcar a los pequeños editores, cuyo primer proyecto versará sobre la ciudad y sus pájaros.

“Recuerdo cuando espantaban con petardos a las bandadas de estorninos que se concentraban en los árboles de la Gran Vía Marqués del Turia al caer la noche”, dice Ferrer. “Hubo gente que propuso instalar figuras de halcones u otros depredadores para disuadirlos sin tanto ruido”.

“En los talleres primero pensaremos en qué libro nos gustaría hacer”, prosigue Ferrer, “luego veremos qué libros hay sobre ese tema, al menos una selección de ellos y, acto seguido, nos pondremos a hacer el nuestro. Pensarlo, escribirlo, dibujarlo y diseñarlo será divertido. En el primer taller previsto para febrero participarán ocho niños de seis y siete años de un colegio de Benimaclet”.

Pájaros urbanos, tema poético y cargado de símbolos que entronca con la filosofía de un sello que ha logrado acuñar su propio sello, valga la redundancia; un estilo visual que lo identifica, que lo hace único y reconocible en el batiburrillo que es hoy la literatura infantil.

Vicente Ferrer y Begoña Lobo, en el centro, junto a una serie de ejemplares de su editorial. Foto: Daniel García-Sala.

Porque los volúmenes de Media Vaca son un exponente de lo que se llama Arte de la Imprenta, productos de refinada artesanía en los que hasta el menor detalle cuenta desde el papel a la encuadernación y sobre todo el perfecto maridaje entre el texto escogido y el ilustrador que da vida a la historia.

“La posibilidad de disponer de un punto de venta donde mostrar nuestro catálogo completo, que está todo vivo, es un verdadero privilegio”, comenta Ferrer. “Será también un punto de encuentro para hablar de libros que habitualmente pasan desapercibidos en las librerías que atienden mejor las novedades que un fondo seleccionado”.

La idea de los talleres y los libros económicos que harán los niños en el taller cierra un círculo, pues la andadura de esta vaca partida por la mitad se inició hace 35 años con los cuadernillos. Un simple folio doblado dos veces y grapado en el centro que se convertía en un micro libro de ocho páginas.

El 8 de octubre de 1991, apareció el primero, ‘La docena de huevos’, del poeta y pintor Antonio Fernández Molina dibujado sobre un mantel de papel en una casa de comidas de Madrid, en el barrio de Pacífico. En cinco años salieron 300 cuadernillos de un contenido muy variado que ya anunciaban el estilo propio de Media Vaca, un buen entrenamiento para dar el salto a los libros en serio.

Aunque el ritmo habitual es de tres títulos al año, en ocasiones, por circunstancias imprevistas diversas, el proceso ha exigido más tiempo, como en el caso de ‘Fuego’, de Jan Brzechwa & Agnieszka Borucka-Foks. El próximo que saldrá es ‘Trasmundo de Goya’ sobre las fuentes literarias de sus ‘Los Caprichos’, un texto de la hispanista Edith Helman ilustrado por dichas obras del sordo genial incluidos los dibujos preliminares.

Media Vaca edita libros muy especiales cazados en librerías de lance o en ferias internacionales como la de Bolonia. Para cada texto, un ilustrador sin fronteras, pues su catálogo es una Naciones Unidas de la Imagen, con artistas europeos, latinoamericanos, polacos o japoneses.

Uno de los más vinculados a la casa Media Vaca es Miguel Calatayud, autor de ‘El mundo al revés’, un álbum exquisito que provoca un estimulante tortícolis en el lector. Muchos de sus autores acudirán a Valencia el próximo diciembre para celebrar por todo lo alto el 25 Aniversario.

Media Vaca
Vicente Ferrer y Begoña Lobo, responsables de Media Vaca. Foto: Daniel García-Sala.