#MAKMAEscena
‘Vano fantasma de niebla y luz’
Textos: Gustavo Adolfo Bécquer
Versión y dramaturgia: Raúl Losánez
Dirección: Ana Contreras
Con Beatriz Argüello, David Luque, Jorge Bedoya (piano) y Raquel Riaño (voz)
La Otra Arcadia
Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa
Plaza de Colón 4, Madrid
Hasta 12 de noviembre de 2023
Las ‘Rimas y leyendas’ de Gustavo Adolfo Bécquer, celebradísimo poeta español, referente de los grandes movimientos literarios posteriores y de destacados autores, han estado presentes en la vida de todos nosotros. Aquel “volverán las oscuras golondrinas / en tu balcón sus nidos a colgar” y el mítico “¿Qué es poesía?’, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ‘¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres tú’’.
Podría parecer un autor ya manido, pero los clásicos son clásicos porque no se agotan, porque siempre encuentran un punto de anclaje en la contemporaneidad. La compañía La Otra Arcadia devuelve a los escenarios la obra de Bécquer, conservando intacta su belleza y su profundidad.
Ana Contreras y Raúl Losánez, fundadores de La Otra Arcadia, defienden un “teatro poético”, que se define por el privilegio de la palabra poética y por el trabajo desde la emoción antes que desde la acción. Su última producción, ‘Vano fantasma de niebla y luz’, presentada en el Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, hasta 12 de noviembre, recoge los poemas de Bécquer en un ejercicio colmado de belleza y sensibilidad. El elenco está formado por los intérpretes Beatriz Argüello y David Luque, junto al pianista y compositor Jorge Bedoya y las canciones de Raquel Riaño.
Aunque Bécquer ya contaba con cierta popularidad en vida, no fue hasta después de su muerte cuando se editaron las conocidas ‘Rimas y leyendas’ y alcanzó el prestigio que hoy tiene. En esta inercia tan humana de buscarle el sentido y la linealidad a los asuntos, sobre los textos de Bécquer se volcó una narrativa amorosa vinculada a su biografía.
Sin embargo, lo que aquí defiende La Otra Arcadia es la universalidad de sus textos: “Era nuestro reto colocar a Bécquer en el lugar que creemos que merece, porque es el segundo autor clásico español más leído después de Cervantes”, afirma Losánez, encargado de la selección de los textos. “Bécquer recupera la poesía popular y la mezcla con un culturalismo fuera de lo común y consigue que lo aparentemente sencillo te lleve pensar en algo complejo y abstracto”. Por otro lado, un tratamiento escénico de la obra del poeta puede ser un recurso alternativo para adentrarse en este autor curricular, de una manera, tal vez, más atractiva para el alumnado.
Los intérpretes Beatriz Argüello y David Luque representan las dos caras de esta voz poética. Por una parte, ella, el ideal, lo etéreo, la belleza; por otro, él, nostálgico, inmerso en una constante búsqueda, en una eterna insatisfacción. Ambos danzan por el espacio, persiguiéndose y continuándose, en una inagotable deriva. El reto de Ana Contreras, directora escénica del montaje, era “que el público reciba esa palabra poética y que visualice las imágenes que hay en la poesía. Cómo traducir el estilo del poema en imágenes escénicas”.
Para ello se sirven, principalmente, del cuerpo y de la iluminación. Especialmente, en Beatriz Argüello vemos la transferencia del poema a la carne mediante la precisión de sus movimientos. “Los cuerpos en escena aparecen como elementos plásticos. Estamos trabajando de manera escultórica”, afirma Contreras.
En escena, encontramos también a Jorge Bedoya, que, con una composición minimalista a piano y ocasionalmente con su voz, conduce el viaje de los intérpretes e hipnotiza a los espectadores. La banda sonora se completa con la adaptación musical de Raquel Riaño, que ofrece una versión pop de algunos de los poemas.
Lo más complicado de defender un poema desde la oralidad es conseguir que el oyente visualice las imágenes que propone el texto, que las palabras no pasen indiferentes. Por su parte, Argüello y Luque han conseguido un resultado excelente en materia de evocaciones. El cuidado en la declamación de los textos y la limpieza de cada movimiento hacen posible que los textos atraviesen nuestros oídos como una dulce melodía, a la vez que sus imágenes se yerguen ante nosotros.
El acompañamiento musical de Jorge Bedoya es otro elemento esencial para la buena transmisión de los textos. El piano va tejiendo una atmósfera que ayuda a sostener la obra en sus silencios, como una fina malla donde todo se balancea. Sin embargo, las adaptaciones musicales de Raquel Riaño, aunque sirven para dar matices a la obra, desentonan y rompen la burbuja etérea en la que nos habíamos sumergido. También aparecen por momentos algunos trucos escénicos, con luces led o purpurina, que no aportan demasiado. Los intérpretes, el texto y el piano ya son suficiente para sostener la pieza.
Como espectadores, sumergirse en la obra de ‘Vano fantasma de niebla y luz’ es, como bien decían sus directores, entregarse a un acto de belleza, la belleza del misterio. La tranquilidad de esta pieza contrasta con ese ritmo frenético que nos envuelve y que se filtra muchas veces en las artes escénicas. ‘Vano fantasma de niebla y luz’ es un vivo ejemplo del “menos es más”. Un regalo para los sentidos y para el sistema nervios.
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