Anverso y reverso de los años 20
Begoña Siles (profesora titular de la Universidad CEU Cardenal Herrera)
MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2020
La mayoría de los artículos de prensa y de otros medios, que se dedican a escribir especulativamente sobre el destino futuro de esta década, parecen estar abocados, casi de manera inevitable, a rememorar, a modo comparativo, la década de los años veinte del siglo pasado. Probablemente sea porque “es bueno comparar, alejarte de las cosas, para poder ver con perspectiva”, tal y como repetía, ante los avatares de la vida, el niño protagonista de ‘Mi vida como un perro’ (1985), del director Lasse Hallström.
El anverso
España. Viernes 13 de marzo de 2020. 15:45. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, declara el estado de alarma debido a la pandemia producida por el virus conocido como coronavirus SARS-CoV-2.
Por ello, los años veinte del siglo XXI surgen arrasados por una pandemia. La imperceptible pero desoladora presencia del virus de la COVID-19 ha convertido a todos los habitantes del planeta en personajes de una patética película de ciencia ficción, en el sentido de que conmueve profundamente y causa un tremendo dolor y tristeza. La sombra del coronavirus pulula por el aire, dejando en evidencia no solo lo impredecible de las consecuencias –aunque para los expertos, catastróficas a nivel económico–, sino también la vulnerabilidad e incertidumbre del ser humano ante la existencia.
Lo real de la COVID-19 ha hendido la realidad que creíamos estable, predecible y calculable. Un año antes nos hubiese parecido inconcebible que una pandemia pudiese detener la potente maquinaria tecnocientífica del sistema capitalista y neoliberal del siglo XXI, pero ha sucedido. Solo los relatos de ciencia ficción habían imaginado esa realidad y, en concreto, la película ‘Contagio’, del director Steven Soderbergh, estrenada en 2011, representó una realidad semejante a la actual. La ciencia ficción, como señala el sociólogo Jesús Ibáñez, es “el dispositivo más potente para prever mundos futuros”.
El reverso
En cambio, los años veinte del siglo XX llegaron locos, felices y prósperos, tras dos episodios históricos apocalípticos: la I Guerra Mundial (1914-1918) y la pandemia de la denominada gripe española (1918-1920). Lo terrorífico y devastador de la guerra y la pandemia quedó soterrado por la abundancia y la prosperidad económica y el desarrollo tecnológico propios del capitalismo de producción de aquella década.
Unos años veinte –los del siglo pasado– pintados en el imaginario colectivo con las paletas del entusiasmo y el frenesí, con el trazo rítmico del jazz, del foxtrot y del charlestón, con la iluminación de la luz eléctrica, narrados por las voces de la radio y las fantasmagóricas imágenes del cine, la mirada subversiva de las vanguardias e interpretados por el análisis del psicoanálisis. Aunque debajo de esa jauja y regocijo se estaban asentando los pilares de los totalitarismos –el fascismo, el nazismo y el comunismo–, que abocarían a la historia hacia los grandes desastres de la siguiente década: la II Guerra Mundial, la guerra civil española y las purgas soviéticas.
Cine / Vanguardia / Psicoanálisis. El reverso
El cine, las vanguardias y el psicoanálisis, tal y como hemos dejado traslucir en el párrafo anterior, fueron tres innovadores espacios creativos y teóricos de aquellos felices años veinte del pasado siglo.
El cine se convirtió, en apenas 25 años desde su nacimiento (1895), no solo en el espectáculo popular más concurrido, sino también alcanzó la categoría de séptimo arte. Dos hechos que justificaron la construcción de los grandes palacios cinematográficos, muchos de ellos con el estilo arquitectónico y decorativo art déco.
Además, en estos años, bajo la mirada narrativa y expresiva del expresionismo alemán y del surrealismo francés, se estrenaron grandes películas de la historia del cine: ‘El gabinete del Doctor Caligari’ (R. Wiene, 1920), ‘Nosferatu’ (F. W. Murnau, 1922), ‘Metrópolis’ (F. Land, 1927) y ‘Un perro andaluz’ (S. Dalí y L. Buñuel,1929). La estética vanguardista de estas películas, cada una con su idiosincrasia, estaba arrebatada por las pasiones hasta subvertir las normas convencionales del arte de la época y pervertir y transgredir la moral y los convencionalismos de la sociedad burguesa.
Simultáneamente al estreno de estas obras cinematográficas, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, publicaba algunos de sus ensayos más significativos: ‘Más allá del principio del placer’ (1920), ‘El yo y el ello’ (1922), ‘El porvenir de una ilusión’ (1927) y ‘El malestar en la cultura’ (1929). Una teoría y una terapia analítica, el psicoanálisis, que tambaleó la idea de un sujeto consciente de sus actos, al dejar en evidencia la existencia de un inconsciente que hablaba en nuestro cuerpo, en nuestros sueños y penetraba en nuestro discurso mediante los lapsus.
Ideas que influyeron a las vanguardias, sobre todo a la surrealista, tal y como se puede apreciar en las palabras de André Breton: “Surrealismo: sustantivo masculino. Automatismo psíquico, mediante el cual se pretende expresar, sea verbalmente, por escrito o de otra manera, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento con ausencia de toda vigilancia ejercida por la razón, fuera de toda preocupación estética o moral”, en ‘El Manifiesto del surrealismo’ (1924).
Cine / Vanguardia / Psicoanálisis. El anverso
En esta segunda década del siglo XXI, el cine, las vanguardias y el psicoanálisis son reminiscencias de aquellos años veinte. En esta mitad de 2020 los cines se cierran; dicen las autoridades políticas y sanitarias que por causa de la pandemia, para que no se propague. Lo cierto es que las salas de cine llevan muchos años clausurándose, dejando en evidencia que ni la pantalla de cine ni la narración cinematográfica son ya lugares exclusivos de entretenimiento.
Nuevas pantallas, como móviles, ordenadores o iPad, y plataformas como Netflix, HBO, Amazon o Movistar, son los actuales espacios donde visionar los relatos audiovisuales y, principalmente, las series. Estas nuevas pantallas y plataformas, al igual que la narración serial, resultan más acordes con los parámetros de percepción propios de la sociedad posmoderna del siglo XXI. Un modelo de percepción más expansivo que intensivo, más consumista que reflexivo, más individual que colectivo, más nihilista que moralista, más narcisista que altruista, más tecnológico que plástico.
Ante este modelo de percepción posmoderno, las vanguardias artísticas y el psicoanálisis han quedado desubicados. Por una parte, las tendencias y las técnicas vanguardistas de este siglo (si las hay) se han orientado a plasmar un arte comprometido con las ideas políticamente correctas, haciendo del arte un medio de reivindicación ideológico, más que un medio de expresión, donde el sujeto-espectador-creador se interroga sobre lo ininteligible de la existencia.
Por otra parte, el psicoanálisis –como terapia de la palabra a través de la cual el sujeto halla cierto sentido a lo incognoscible de sus sentimientos y actos inconscientes– ha sido desbancado por la neurociencia, para la cual –se puede decir con una simplicidad irónica– todo sentimiento, toda emoción, tiene una conexión neuronal y una pastilla que la activa o desactiva.
2020. Coda final
“Es bueno comparar”, recuerden que decía el niño protagonista de ‘Mi vida como un perro’. Una comparación no para mirar con nostalgia el pasado, sino para ver con perspectiva nuestro presente y futuro.
Los años veinte del siglo XXI han proyectado la sombra de la muerte metamorfoseada en la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. Ante ella, solo queda que el discurso científico invente una vacuna para inmunizarnos, y que el discurso artístico y psicoanalítico sea un espacio de interrogación y de encuentro de sentido ante la angustia de la existencia.
Freud, en su ensayo ‘El porvenir de una ilusión’, ya escribió: “Todo aquel que ha vivido largo tiempo dentro de una determinada cultura y se ha planteado repetidamente el problema de cuáles fueron los orígenes y la trayectoria evolutiva de la misma, acaba por ceder también a preguntarse cuáles serán los destinos futuros de tal cultura y por qué avatares habrá aún que pasar”.
Begoña Siles
Este artículo fue publicado en MAKMA ISSUE #03 | Los Nuevos Años 20, en diciembre de 2020.
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