‘Los cuernos de don Friolera’, de Ramón María de Valle-Inclán Dirección: Ainhoa Amestoy. Sagunt a Escena

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‘Los cuernos de don Friolera’, de Ramón María del Valle-Inclán
Dirección: Ainhoa Amestoy
Intérpretes: Roberto Enríquez, Nacho Fresneda, Lidia Otón, Ester Bellver, Pablo Rivero Madriñán, Miguel Cubero, José Bustos e Iballe Rodríguez
Producción: Teatros del Canal
42º Sagunt a Escena
Teatro Romano de Sagunto
9 de agosto de 2025

La primera vez que Ainhoa Amestoy pisó el Teatro Romano de Sagunto debutaba como actriz en ‘El sí de las niñas’, de Moratín, bajo la dirección de Miguel Narros. Veintiocho años más tarde, regresa al histórico auditorio como directora de ‘Los cuernos de don Friolera‘, cuando se cumple el centenario de la publicación de esta obra que Valle-Inclán concibió en su plenitud dentro de la ‘Trilogía del Carnaval’.

Una producción de Teatros del Canal estrenada el pasado mes de marzo en Madrid. «En mayo, estuve en Sagunto haciendo turismo y pensé en lo mucho que me gustaría presentar allí mi último proyecto», recuerda Amestoy. «Parece que las meigas gallegas escucharon mi súplica y estoy muy satisfecha porque el Festival Sagunt Escena es uno de los más emblemáticos de teatro clásico y la obra va a encajar muy bien».

¿Por qué Valle-Inclán? ¿Cuál es su vigencia para el público actual? «En realidad, él me eligió a mí. Estoy familiarizada con su figura y obra desde que relevé a mi padre en la organización de las Noches de Max Estrella, una serie de rutas lúdicas y literarias que recorren los escenario vividos por este personaje valleinclanesco, inspirado en el escritor Alejandro Sawa.

Como directora residente de Teatros del Canal, cuando se planteó producir una pieza de un autor español o europeo de teatro contemporáneo pensé enseguida en él, gran renovador de la escena, incomprendido por sus coetáneos por su osadía temática y estética. Incluso hoy día resulta provocador, diferente y rupturista».

‘Los cuernos de don Friolera’. Imagen cortesía de Sagunt a Escena.

Su modernidad hizo que esta obra no se representará en su tiempo y, salvo montajes aislados, tardó en subir en los escenarios más de medio siglo después de su publicación. Su protagonista es un militar que entra en una espiral de locura al recibir un texto anónimo con información infundada sobre la infidelidad de su mujer, al modo en que las fake news interesadas pueblan hoy Internet.

Incapaz de gestionar el bulo, el teniente Friolera es arrastrado a un aquelarre de celos y honra trasnochada. Se sentirá espiado y juzgado por sus vecinos y conocidos, en un espacio a modo de contemporánea corrala, plaza pública, prisión o paredón, donde todos conocen sus miserias e intimidades. En ese ámbito, crecerá su inquietud e ira, hasta que se desencadena la tragedia final.

Además de revisar y revalorizar un texto algo apartado de los circuitos por su dificultad –su último montaje es de 2008–, Amestoy ponderó los ingredientes de plena actualidad que incluye. «Aunque Valle no hizo especial hincapié en ella, encontramos el tema de la violencia machista, por desgracia en plena vigencia, como demuestra el medio centenar de mujeres asesinadas en 2024. También expone y critica la dependencia del ser humano de la imagen que proyecta hacia los demás, por el qué pensarán y el qué dirán, algo que está a la orden del día en las redes sociales. La corrupción, el engaño, la hipocresía son otros temas presentes».

La metateatralidad es esencial, pues ‘Los cuernos de Don Friolera’, amén de profundizar y desarrollar la estética del esperpento que Valle había planteado en ‘Luces de bohemia’, presenta una misma historia en tres formatos distintos: unos títeres, una obra teatral al uso y un romance de ciego. Así, transita desde los rapsodas griegos, pasando por el redescubrimiento del honor calderoniano, los celos shakespearianos, la reflexión sobre el arte y la sociedad en España, el distanciamiento brechtiano y la omnipresente mirada del pueblo con su sabiduría ancestral .

En su puesta en escena, Amestoy recurre al expresionismo y a la nueva objetividad, que le permiten plasmar una realidad exacerbada, cruda e implacable, y ahondar en los sentimientos más profundos del ser humano. El vestuario refleja las herencias del autor y su época, vistos desde el prisma de hoy en día, con aires que remiten a las pinturas de Otto Dix o Julio Romero de Torres; la iluminación pasea por las diferentes geografías e historias que se presentan y la música acompaña permanentemente la bajada a los infiernos del protagonista, en un registro que va desde el techno a la música popular.

«El esperpento es el género que mejor representa nuestra época», afirma la directora. «No es una opinión mía, la he contrastado con mis alumnos y están de acuerdo. Por eso los espectadores se sienten identificados y entran en el juego teatral que Valle sugiere, con personajes variopintos, incluso animales, jergas muy ricas y diversas. Una auténtica delicia. Y si además los actores son buenos, como es el caso, miel sobre hojuelas».

La función dura dos horas y diez minutos sin descanso, todo un desafío para los intérpretes y el público. «Al principio, pensamos acortar el texto original, pero Valle nos obligó a mantenerlo íntegro, y su estructura perfecta así como su variedad hace que el tiempo pase volando. Creo que desde el teatro público tenemos la responsabilidad de ser exigentes con los espectadores, no dárselo todo masticado y medio digerido. Si vamos simplificando el vocabulario, derivaría en un teatro naíf».

Según Amestoy, el público ha respondido de forma muy positiva y hasta el diálogo entre don Estrafalario y don Manolito, uno de los pasajes más áridos ha sido valorado y comprendido. «Lo cierto es que esta obra tiene varias capas: una más profunda e intelectual y otras más superficiales y divertidas. Eso la hace accesible a gente de todas las edades y la disfrutan los chicos de enseñanza secundaria».

Ainhoa Amestoy
Ainhoa Amestoy. Foto: Sergio Parra, cortesía de la dramaturga.

Hija del dramaturgo y periodista Ignacio Amestoy y bisnieta del poeta Eugenio d’Ors, Ainhoa estaba predestinada al mundo del arte y ha sabido potenciar su legado genético con un programa intenso de estudios multidisciplinares. Estudió primer ciclo de Filología Inglesa en la Universidad Autónoma de Madrid y es licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Complutense.

«El teatro y la docencia se complementan y enriquecen», afirma, y se felicita por la creciente presencia de mujeres tras las bambalinas. «No hace mucho, la dirección escénica era un terreno exclusivamente masculino y hoy somos bastantes mujeres. Y también en otros oficios teatrales como la regiduría, una tarea tan complicada que exige un cerebro de computadora», concluye Ainhoa Amestoy.

Posteriormente, cursó Dirección de Escena en la RESAD y es doctora en Ciencias del Lenguaje y de la Literatura por la UCM, con un trabajo de investigación titulado ‘El Decoro en el Teatro Español (de la Edad Media al Siglo XX)’ y una tesis doctoral sobre el director de escena Miguel Narros. Entre sus montajes: ‘Quijote. Femenino. Plural’ y ‘Desengaños amorosos’.

Combina la actividad teatral con la docente en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), como profesora asociada, además de dar clase en la Universidad de Mayores; en la RESAD, como profesora de Dirección, y como profesora de Teatro Español en diversas universidades norteamericanas con sede en Madrid. En 2005, creó la productora Estival Producciones junto a Alejandro de Juanes y es madre de dos hijos a punto de entrar en la adolescencia.