#MAKMAEscena
‘Capitalism ex machina’, de Álvaro Octavio Moliner
Con Iván Arbildua, Marina Cerisuelo, Cristina Gómez y Nacho Sánchez
Espai Inestable
Aparisi i Guijarro 7, València
5, 6 y 7 de diciembre de 2025, a las 19 horas
La última obra de la compañía Álvaro Octavio Moliner lleva a Espai Inestable los días 5, 6 y 7 de diciembre una escenificación en la que se aborda casi hasta el extremo el lugar en el que el capitalismo tecnológico nos está dejando como sociedad.
Para ello, se sirve de los elementos que caracterizan sus obras: espacio sonoro inmersivo, imágenes cargadas de potencia visual, mezcla de lenguajes y altas dosis de sarcasmo. Siguiendo la máxima otorgada a [Fredric] Jameson y difundida por [Slavoj] Zizek, “es más fácil pensar en el final del mundo que en el final del capitalismo”. Y esta última pieza de la compañía así parece corroborarlo.
Los performers Iván Arbildua (quien también firma el diseño de iluminación) Marina Cerisuelo, Cristina Gómez y Nacho Sánchez han sido los creadores de esta obra escrita y dirigida por Álvaro Octavio Moliner. Su trabajo viene del desarrollo de otra pieza que estrenaron en La Rambleta en el mes de octubre (‘Generación cyberpunk’) en la que profundizaron en las ficciones que han servido de mito fundacional del mundo al que nos asomamos.

De aquella documentación rescatan a los filósofos que han teorizado sobre el nuevo marxismo y la sociedad post trabajo (Gilles Deleuze y Félix Guattari, Slavoj Zizek, Mark Fisher, Reza Negarestani y un largo etcétera) y lo han convertido en un dispositivo escénico.
Estos autores hablan de conceptos que ya se postulaban en la época de los 90: la auto explotación, la adicción a la tecnología, el cansancio extremo, el yo como producto, la tecnología dominando el mundo y, detrás de ellos, unos tecnócratas que solo piensan en su enriquecimiento personal.
La fábula ‘Capitalism ex machina’, si es que se puede hablar de fábula en los postulados más cercanos a las artes vivas y de una escena centrada más en la imagen que en la narración, nos lleva a un garaje en el que unos emprendedores intentan montar una máquina que les pueda hacer triunfar en el mundo capitalista.
Parece que ese lugar y la posesión de un sueño es todo lo que necesitas para enriquecerte. Como se repite en la obra hasta la saciedad, ‘querer es poder’: bienvenidos a la verdadera cultura del esfuerzo.
No olvidemos que los grandes visionarios de EEUU, desde Disney hasta Steve Jobs, comenzaron en un garaje. Digamos que ese es el marco en el que se desarrolla la escenificación, un lugar que encarna todo lo que es esta civilización: es donde se guarda el coche, donde se acumulan objetos que no tienen uso fruto de nuestra fiebre consumista, y a la vez, es un garaje irreal porque aquí en nuestro país nadie tiene uno como en las películas, como los emprendedores de Silicon Valley.
Primero, poca gente vive en un chalet con ese tipo de garaje y, sin embargo, todos sabemos qué tipo de sitio es, e inconscientemente aspiramos a ese tipo de vida: lo llevamos pensando, asimilando y mimetizando toda la vida.
A diferencia de otras obras, sobre todo la trilogía anterior del autor en la que importaba más investigar el rito y lo sagrado en el tiempo compartido del teatro, ahora, desde ‘Generación Cyberpunk’ y, especialmente, en ‘Capitalism Ex machina’, el humor va cogiendo más importancia porque es la única manera de afrontar la realidad que nos rodea sin perder la esperanza. La ironía y la sátira son las herramientas que le sirven para hablar de nuestro tiempo de hoy sin por eso perder profundidad o ir al fondo de la cuestión.

Una gran parte de la creación nace de las improvisaciones en las que los intérpretes crean desde cero. El director les da un marco conceptual en el que trabajar, un universo de objetos, una serie de referentes plásticos y el material textual. A partir de ahí, las sesiones son las que generan las escenas y hay algo de invocación y de telúrico que es siempre muy interesante.
El resultado es enigmático por cuanto no se puede encasillar en un género: hay momentos que se parecen mucho a una performance, trabajando las propiedades de los materiales, recreándose en lo sensorial y luego eso se combina con escenas de gran potencia visual y texto poético.
En el fondo del teatro de Álvaro Octavio Moliner están sus grandes referentes, principalmente Tadeusz Kantor y Romeo Castellucci, y sus influencias cinematográficas, como por ejemplo David Lynch o Andrei Tarkovski y su manera de dilatar el tiempo.
En esta ocasión, la parte textual de ‘Capitalism ex machina’ tiene tintes poéticos combinados con grandes dosis de sarcasmo, lo cual puede remitir a Angélica Liddell o Rodrigo García, ya clásicos hitos de la escena contemporánea en nuestro país.
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