Els mals noms. Marc Ortiz Prades

#MAKMAAudiovisual
‘Els mals noms’, de Marc Ortiz Prades
Con Pablo Molinero, Álex Bausá, Adrià Nebot y Morgan Blasco, entre otros
110′, España, 2025
SEFF 2025
XXII Festival de Cine Europeo de Sevilla
Hasta el 15 de noviembre de 2025

Inspirándose en la vida de La Pastora, la escritora Alicia Giménez-Bartlett escribió su novela ‘Donde nadie te encuentre’, el grupo de folk-punk Ebri Knight le dedicó una canción y el historiador José Calvo Segarra un completo ensayo, pero para la mayoría de la gente formaba parte de una confusa leyenda.

Ahora, el cine pone el foco en la figura de Florencio Pla Meseguer, el mítico guerrillero intersexual que combatió en el maquis, de la mano del director Marc Ortiz Prades y su ópera prima ‘Els mals noms’, presentada el pasado fin de semana en el Festival de Cine Europeo de Sevilla.

“La historia me llegó a través de mi día a día”, recuerda el cineasta. “He nacido en la misma tierra que Florencio, y cuando era niño y hacía alguna travesura, mi abuela me decía: ‘Va a venir La Pastora y te llevará con ella’. Pero cuando preguntábamos quién era La Pastora, había un silencio que me intrigó desde siempre. Tenía ese input y, cuando regresé de Barcelona para vivir en esta zona entre Cataluña, Aragón y València, volví a preguntarme por esa figura. Así nació el filme”.

El actor Pablo Molinero, conocido por su trabajo en producciones como ‘Jaula’ o ‘La peste’, se mete en la piel de esa ambigua criatura registrada al nacer como Teresa, que sufriría el acoso de los niños del pueblo y más adelante la humillación de las autoridades, y que este “thriller disfrazado de biopic”, como sus artífices lo llaman, trata de contar desde una poética visual muy cuidada.

Els mals noms. Marc Ortiz Prades. Pablo Molinero
Marc Ortiz Prades (centro) y Pablo Molinero (derecha) durante el rodaje de ‘Els mals noms’.

“Para la mayoría de la gente que ha oído hablar de Florencio, se trata de alguien que nació mujer, luego fue hombre, luchó en el monte… Y poco más”, explica Ortiz Prades. “Yo pensé que debía ir más allá, y hacerlo desde una mirada propia. Me gusta hacer cine con un sentido, que la cámara me lleve a una estética, y esta a un discurso. La forma, el sonido, todo tiene que formar parte de un conjunto. Y, además, hay una admiración por el paisaje que delata de dónde vengo”.

‘El mals noms’ recrea ese mundo rural en el que creció y vivió el personaje, narrando su peripecia en tres actos (niñez, juventud y vida adulta) a través de planos secuencia y atmósferas naturalistas, con ecos de Béla Tarr y Nuri Bilge Ceylan, y un formato 4:3 que va cambiando conforme avanza la historia.

“El multiformato vino a partir del propio discurso, del modo en que yo quería mostrar al personaje. Me obsesionaba cómo mostrar a un personaje que no se puede expresar, que tiene algo dentro que le cuesta sacar. A medida que él va consiguiendo sus objetivos, su identidad, el formato es cada vez más abierto y luminoso”.

“Me he traído el proyecto a mi tierra; no he rodado en casa de mis amigos, pero casi”, sonríe el debutante. “Allí la gente siente la historia como suya, y quiere que se conozca fuera. Y, bueno, un rodaje en medio del monte nunca es fácil, pero a pesar de la modesta de los recursos, la gente ha ayudado mucho”.

“También queríamos mostrar una realidad idiomática que también es muy desconocida. Ahora oímos una mezcla: alguien de Barcelona dice que suena a valenciano, los de València que suena a catalán… Está en la mezcla, en una identidad que fluye”.

Por otro lado, Marc Ortiz Prades no es ajeno al hecho de que la cuestión de la identidad sexual forma parte de un debate de candente actualidad. “Un debate necesario”, subraya, “y oportuno en este caso, porque el personaje de Florencio es tan poliédrico que lo bueno de él era precisamente su diversidad. Es intersexual, apolítico, formaba parte del estrato social más bajo, analfabeto… Es necesario hablar de ello y visibilizar la diferencia”.

Por último, cuando se le pregunta qué consideraría un éxito con este primer largometraje, el director no lo duda: “Lo mejor que le podría pasar es que sea capaz de enseñar a la gente otras formas de ser, otros mundos, otras sociedades. Si una película me revela otras realidades, me enriquece, y eso me gustaría que pensaran quienes la vean”.