#MAKMAEscena
‘Paraíso de los negros’
Dirección y baile: María Pagés
Cante: Ana Ramón y Cristina Pedrosa
Música: Rubén Levaniegos (guitarra), Txema Uriarte (percusión), Sergio Menem (Chelo) y Graci del Saz (violín)
Teatro Calderón de la Barca
Calle de las Angustias 1, Valladolid
Del 7 al 9 de noviembre de 2025
Premio Nacional de la Danza (2002), Medalla de Oro al Mérito de Bellas Artes (2014), Premio Princesa de Asturias de las Artes (2022)… El impulso y la creatividad de la trayectoria de la bailaora flamenca María Pages ha logrado todos los reconocimientos, incluyendo el del público, que es el fundamental y el que permite seguir vivos –y en la brecha– a los artistas.
Hoy, viernes 7, y durante el fin de semana, representa en el Teatro Calderón de la Barca de Valladolid ‘Paraíso de los negros’, una obra que es un frasco de las esencias, pues la presenta sola en el escenario, con la única compañía de seis músicos, para representar una invitación al diálogo con el otro.
“Para mí, que llevo 35 años en compañía y que siempre he defendido una idea colectiva de la danza (especialmente frente a las crisis, que lo que hacen es eliminar gente de los escenarios), un solo es todo un desafío”, explica la bailaora.
“Pero, cuando cumplí 50 años, me planteé con El Arbi El Harti (su pareja, dramaturgo y cómplice artístico) que podía ser el momento de hacer algo sola. Me apetecía. Es verdad que es un reto, pero ser capaz de disfrutar en el escenario es algo que corresponde a la madurez o a la inconsciencia”.
Y añade: “Yo ahora tengo 62 años y me encuentro estupendamente; para mí la danza es vida”, asegura Pagés. “Una obra de este tipo me da la posibilidad de centrarme más en mí, porque cuando vas de gira con 25 personas tienes que estar pendiente de muchas cosas y de mucha gente”.

‘Paraíso de los negros’ es una de las obras del repertorio de la compañía y fue concebida hace cinco años, pero nunca la había representado en Valladolid. Trata “sobre la perpetua búsqueda de felicidad”, explica su página web. “Explora los límites y las limitaciones humanas que, tomando la apariencia de distintos rostros, embarran y contaminan el camino del derecho al deseo”.
Pero la intérprete concreta algo más. “Trata de superar las fronteras interiores, que son la raíz de las exteriores. Es una obra vitalista. Al final lo que transmite es que no es la fuerza la que es capaz de tirar los muros, sino más bien el aleteo de una mariposa, por decirlo de forma poética. Bastan la comunicación y el diálogo entre los seres humanos. Mirar al otro como un posible aliado y no un enemigo”, explica María Pagés. “De todos esos muros podemos salir si somos capaces de hacerlo desde nosotros mismos de una manera comprensiva y tranquila”.
El título de la obra, ‘Paraíso de los negros’, se basa en uno de los poemas de Federico García Lorca incluido en ‘Poeta en Nueva York’, pero es también el título de una obra del autor y fotógrafo estadounidense Carl van Vechten, escrito por las mismas fechas y que trata sobre el Bronx.
“El Arbi y yo siempre hemos pensado que ambos se conocieron en Nueva York”, explica Pagés, que reconoce que en la obra se cruzan otras referencias e influencias, como la de Bukowski, además de la propia tradición literaria de los cantes.
En los comienzos de su trayectoria, María Pagés formó parte de la compañía de Antonio Gades y de su mano participó en películas como ‘Carmen’ o ‘El amor brujo’, de Carlos Saura. “Fue una escuela importantísima para mí, y cuando estuve con él fue cuando tomé la decisión de formar mi compañía”, recuerda.
“Gades ha sido uno de los grandes maestros, no solo mío. Uno de mis grandes referentes por su modo de entender la danza. Tenía un modo de crear, hacer y transmitir. También un empeño en dignificar la danza flamenca, que era algo que tenía muy claro y que fue capaz de llevar a la práctica no solo con palabras, sino con hechos, con sus obras, que son un completo referente”.

Con todo, y pese al trabajo de artistas como Gades y otros muchos, incluida ella misma, Pagés no cree que el flamenco esté al nivel que se merece. “Ni muchísimo menos. Que haya habido referentes en la historia que lo hayan colocado dentro de la gran cultura no quiere decir que la opinión social, o institucional, lo sitúe ahí. Eso a lo que todos los grandes maestros han aspirado no lo hemos alcanzado aún. Es una pena, pero es así”.
Pagés entiende la danza flamenca como un arte orgánico, en continua evolución y en diálogo con la contemporaneidad. Y destaca que es un arte que, “naciendo de lo más marginal, ha logrado llegar a los escenarios”. Cree que su aportación personal consiste en “formar parte de esa evolución y contribuir a ella con mi compromiso como artista, que está bastante claro”.
Para la bailaora, el flamenco es algo “que no para de evolucionar, que es capaz de crear un diálogo permanente entre tradición y contemporaneidad”. Suele decir que “lo contemporáneo es la tradición en movimiento” y en esa línea ha trabajado durante toda su vida.
Desde la convicción de que es la capacidad del flamenco para “absorber, asumir y dialogar con todo lo que encuentra en el camino de la vida de las personas” lo que le caracteriza y le hace único. “Esto forma parte de su génesis y de su ADN. Tiene esa capacidad hospitalaria de acoger todo lo que encuentra y hacerlo propio, pasándolo por su tamiz único. Esa es su historia y lo que le da la posibilidad de existir”.
Y así, si unos artistas van a hacer las Américas, “allí se encuentran con lo que se encuentran, lo asumen y se vuelven con todo lo que han escuchado y les han inspirado, y lo hacen propio. Son los cantes de ida y vuelta”. Es un proceso milagroso pero posible.
A la coreógrafa sevillana no le sorprende que el flamenco llegue a públicos de todo el mundo, salvando todas las barreras culturales e incluso de idioma. “El arte flamenco, y más la danza, que es un lenguaje universal, yo lo comparo con un cuadro de Velázquez, Picasso, Rubens o Rothko… Lo vemos y no te paras a pensar en la nacionalidad de esos artistas, porque se entiende que ese cuadro le habla al ser humano provenga de donde provenga. Y una danza flamenca es igual: es una obra artística que conecta a través de la emoción y por ello es universal”, explica la bailora.
“Cuando empecé, era difícil que se entendiera que en una obra de danza flamenca hubiera una dramaturgia, un diseño de iluminación, una puesta en escena, una dirección escénica…; que todo esto se pusiera al servicio de las coreografías”.
A desarrollar esa visión se ha dedicado los últimos 35 años, primero con su labor al frente de la compañía y luego, también, con el Centro Coreográfico de Fuenlabrada, que fundó con El Arbi El Harti. “Se trata de poner a la danza en el centro como elemento de colaboración, transformación y compromiso social”, explica.
Sobre el escenario del Teatro Calderón de Valladolid se presentará sola, este viernes, sábado y domingo, con la compañía de dos cantaoras –Ana Ramón y Cristina Pedrosa– y cuatro músicos: Rubén Levaniegos (guitarra), Txema Uriarte (percusión), Sergio Menem (chelo) y Graci del Saz (violín).
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