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En homenaje a Luis Martín Arias
Fallecido el 9 de noviembre de 2024
‘Psicosis’ (1960), de Alfred Hitchcock
Algunas de sus consideraciones sobre la película en el 65 aniversario
Luis Martín Arias nos dejó hace ahora justamente un año. Quien fuera profesor de Historia del Cine en los cursos de verano de la Universidad de Valladolid durante 30 años, además de socio fundador de Trama y Fondo (revista dedicada al análisis textual), consagró gran parte de sus últimos análisis a la película ‘Psicosis’ (1960), de Alfred Hitchcock, que cumple ahora 65 años desde que fuera estrenada.
Queremos, a modo de sentido homenaje, destacar algunas de las reflexiones que le suscitó el profundo análisis de esa película, porque dan testimonio de su manera de trabajar el cine y de abordar las obras de arte. De hecho, fue así como tituló su aportación al libro ‘‘Psicosis’, de Alfred Hitchcock. Visiones y versiones’ (editorial Pandorado): ‘‘Psycho’ como obra de arte’.
A través de sus reflexiones, recogidas en el citado libro colectivo (en el que también participaron Alberto Adsuara, Javier Andaluz y Ricardo Rodríguez), al tiempo que largamente maduradas en diferentes sesiones, que pueden verse en su canal de YouTube, Luis Martín Arias fue dejando constancia del arduo esfuerzo que supone el pensamiento alejado de lugares comunes y de tendenciosas interpretaciones ideológicas.
Porque fue ahí, en sus denodados esfuerzos por separar la obra de arte del traje de fuerza de lo ideológico, donde Martín Arias puso todo su empeño. Lo hizo sabedor de su dificultad. De hecho, se ocupó de tamaña dificultad escribiendo ‘Contrapolítica. Manual de resistencia’ (Castilla Ediciones, 2016), un ensayo que, vista la grosera tensión política actual, sirve para entenderla; para comprender sus mecanismos.

Vayamos, pues, a desplegar algunas de esas reflexiones acerca de ‘Psicosis’ que, en el fondo, hablan también de lo que pensaba acerca de la existencia propia y ajena, porque, como empezó diciendo, “la película, el cine, es un analogado de la realidad”, por cuanto no se trata simplemente de ficción, sino de la realidad “representada de otro modo; como los sueños, las pesadillas y las fantasías”.
“Lo que plantea ‘Psycho’ es que en nosotros hay algo consustancial al hecho de vivir”, de manera que al protagonista de la película –Norman Bates, encarnado por Anthony Perkins– no deberíamos juzgarle como poseedor de una enfermedad clínica, sino como aquel que se halla poseído por la misma pulsión que anida en cualquiera de nosotros y que, claro está, conviene canalizar.
“El cine, como arte, dice la verdad. Y en ‘Psicosis’, la verdad es que nos identificamos con Norman Bates, con su goce destructivo, al igual que con Marion (Janet Leigh), como víctima. Nos confronta con la verdad de lo Real”. Una verdad, dirá Martín Arias, asociada al arte, que, según él, “debe de ser amoral: más allá de la moral”, porque si “yo no reconozco el mal en mí”, acabo “proyectándolo en los otros”.
En este sentido, postula dos acercamientos contrarios a la verdad del arte: el de Schopenhauer, que criticará el arte “en tanto que anestésico; aquietador o adormecedor de la “voluntad” (de la voluntad de vivir, siempre incómoda)”, y el de Nietzsche, para quien “el arte es lo estimulante, lo que excita e intensifica la vida”, rechazando así las ideas de Platón sobre el arte, quien dijera en su ‘República’ que había que vigilar a los poetas en tanto avivan las bajas pasiones.
En resumen, continúa diciendo Martín Arias, “desde Nietzsche la hiperestesia es lo definitorio del auténtico arte, que debe despertar al Yo; remover algo en el Ego y no adormecerlo, siendo su herramienta excitante ciertas “imágenes” que, no por ser “apariencias”, dejan de producir realmente este efecto estimulante”. Y añade: “Para nosotros sería una reminiscencia de la pulsión en un marco, el de lo poético, en el que resulta manejable”.

Ese pulso entre el goce más exacerbado y la ley que nos hemos dado todos para contenerla, es el que palpita en la película de Hitchcock. Así lo señala Luis Martín Arias: “En ‘Psycho’ solo se admite la verdad del deseo, que en su ‘pars destruens’ se nos muestra como goce sádico y masoquista (escena de la ducha) y en su ‘pars construens’ como deseo que la ley prevalezca (trayecto narrativo de Lila –Vera Miles– y Sam –John Gavin–, en la segunda parte de la película”.
La presencia de ese goce sádico que apunta a lo real viene a cuestionar que la realidad sea ficción, sueño adormecedor, porque, precisamente, dice Martín Arias, “ahí está lo real para desmentirlo”. De manera que el arte como goce estético “va más allá del principio del placer que produce lo ideológico, donde nos reconocemos plácidamente”, mostrando la realidad “como un grabado sobre lo real, en medio del cual se inserta el mundo”.

Por eso, ante la interrogación ¿estamos determinados?, responde afirmativamente: “Sí, por el lenguaje como estructura, pero estructura paradójica porque está abierta a lo real: no hay un cierre total”. O, por decirlo de otra manera: porque lo real impide ese cierre total, es a partir de esa grieta que el sujeto se las ha de ver con ella conteniéndola, para no abismarse en ella.
Luis Martín Arias nos dejó en noviembre del pasado año, mientras abordaba el análisis de otra película inquietante: ‘Mantícora’, de Carlos Vermut, director defenestrado por supuestos abusos sexuales. Eran los textos que a este pertinaz analista le gustaba acometer. Textos en los que arriesgarse a pensar, más allá de la posición narcisista de quien cree controlarlo todo.
“Los poetas son los que se abren a la realidad delirante. El más normal del mundo tiene en su realidad cotidiana una parte delirante: la experiencia política es un ejemplo”, asegura, quien, ya para terminar, apunta a la tragedia clásica, que, en su opinión, “lo que enseña es que el mayor defecto del ser humano, la causa mayor de sufrimiento es la ‘hybris’, la soberbia, el orgullo desmedido que hace a los mortales creerse superiores a los dioses”.
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