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‘¿No sére yo una obra de arte?
Dirección: David Navarro
Con Samantha Hudson, Abel Azcona, Mery Cuesta, Lucía Aguirre y Fernando Castro Flórez, entre otros
Miniserie de TV (15 capítulos)
España, 2025
Filmin
El pasado 1 de agosto se estrenó en la plataforma Filmin ‘¿No seré yo una obra de arte?‘, una serie documental dirigida por David Navarro y conducida por la diva más irreverente y provocadora de España, Samantha Hudson.
La pregunta que da título al programa desata una epopeya artística en la que la mocatriz, desde el humor y lo absurdo, busca dar respuesta a la razón de su existencia a través de una serie de entrevistas a profesionales del mundo del arte.
El realizador y guionista David Navarro mantiene su sello personal en una producción documental minimalista en la que entrevistadora e invitados conversan de manera cercana y familiar. La trayectoria del director se ha forjado en la ficción independiente y autoproducida, enmarcada en una vocación creativa que ha privilegiado la televisión frente a la gran pantalla.
En 2009, impulsó ‘Oído Caníbal’, una de las primeras producciones originales de Canal+ que, con el tiempo, alcanzó el estatus de obra de culto. En 2015, estrenó su primer largometraje, ‘Fantasma‘, un thriller que no dejó indiferente a nadie. Diez años después nos sorprende con esta serie documental planteada en formato pódcast y definida por la propia Samantha Hudson como un “programa amarillista” que entretiene a la par que forma a sus oyentes y televidentes.
El éxito, sin duda, de esta propuesta radica en el desparpajo de la presentadora y su capacidad de aproximar el mundo del arte al gran público, a través tanto de preguntas generales como de la selección paritaria de testimonios que perfilan el panorama artístico actual.
Samantha Hudson, para aquellos y aquellas que todavía no la conozcan, es una artista multidisciplinar que combina la música con la performance camp, la denuncia política y la irreverencia estética con la precisión de quien sabe que incomodar es todo un arte. Su fama comenzó con el sencillo ‘Maricón’ (2015), pero fue el documental ‘Samantha Hudson‘, de Joan Porcel, el que la dio a conocer al gran público.
En 2021, estrenó su espectáculo ‘Eutanasia Deluxe’, homenaje de estética trash, y lanzó el álbum ‘Liquidación total’, que incluye el éxito satírico ‘Por España’. Ese mismo año, recibió el Premio ODA del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales por su labor en favor de la inclusión social del colectivo LGTBIQ+. Un año después, fue distinguida en los Reconocimientos Arcoíris del Ministerio de Igualdad, junto a Pedro Almodóvar y Carolina Iglesias.
En 2023, presentó el EP ‘AOVE’, inspirado en la música techno hardcore de los 90, alzándose con el MTV Europe Music Award a mejor artista española. En 2024, fue galardonada con el Premio Queer+ en los Alan Turing LGTBIQ+ Awards por su contribución a la visibilidad y los derechos del colectivo.
Con ‘¿No sére yo una obra de arte?’, Samantha Hudson explora los senderos del género documental pisando sobre seguro al reproducir el formato pódcast, del que es ya una experta. Cada capítulo se presenta como una píldora divulgativa de conocimiento que, dependiendo del invitado/a, puede sentirse lenta y envolvente, como un trance de ketamina, o rápida y estimulante, como una ráfaga de anfetaminas.
Los temas responden a la heterogeneidad de las voces invitadas y orbitan en torno a conceptos como la abstracción, la performatividad, el espacio expositivo, el mercado del arte o las miradas feministas, queer y decoloniales sobre la historia del arte. Cada episodio comienza con una pregunta que, al más puro estilo de la mayéutica socrática, invita a la audiencia a cuestionarse cómo nos relacionamos con las manifestaciones artísticas.
El serial da el pistoletazo de salida con una introspectiva entrevista a Abel Azcona, quien aborda los principales hitos de su trayectoria vital y artística. De la mano de la crítica cultural Mary Cuesta, se abre a una reflexión más amplia sobre el mercado del arte y la hilarante experiencia de comprar un plátano pegado a una pared con cinta americana.
La mirada crítica a las lógicas de compraventa artística se complementa más adelante con la intervención de Claudia Manzano, jefa de compras de la Galería Marlborough, que desvela los entresijos de la transacción artística, y con Tatxo Benet, fundador del Museu de l’Art Prohibit de Barcelona, que introduce la censura como variable incómoda pero estructural en la relación entre obra, mercado e institución.
El papel del museo y el comisariado actúa como eje vertebrador del serial, contando con voces de referencia como la de Manuel Segade, director del Museo Reina Sofía, quien aborda temas relativos al espacio y a los tiempos en el museo y en el travestismo. Asimismo, la directiva y comisaria del Museo Guggenheim Bilbao, Lucía Aguirre, nos guía por la vida privada y la trayectoria del artista Jeff Koons y de Puppy, su escultura topiaria que hoy es un icono de la ciudad.
Álvaro Rodríguez Fominaya, desde el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, reflexiona sobre las funciones del comisariado y la capacidad de proyectos como los de Studio Drift para atraer al público. En la misma línea, Tania Pardo, directora del CA2M de Móstoles, plantea el museo como un espacio polifónico y de transición donde la experiencia se construye de forma plural.
El desenlace de este hilo conductor llega con la mesa rectangular del último episodio, que reúne a Agnes Essonti (artista y curadora), Pablo Berástegui (director de La Casa Encendida) y Rocío Gracia (historiadora del arte) en un debate de corte generacional sobre la gobernanza del museo, su apertura a modelos asamblearios y la necesidad de una descolonización que reconozca identidades híbridas y transite de lo individual a lo colectivo.

El serial se detiene en los lenguajes y los cuerpos del arte contemporáneo. La historiadora del arte Eugenia Tenenbaum recupera, desde la perspectiva de género, los inicios de la abstracción y rescata los nombres de sus pioneras, mientras que Efraín Bernal retoma el debate en torno a la performance con Marina Abramović como punto de inflexión y espejo de sus propias experiencias en la galería itinerante.
La reflexión en torno a la performance y la corporalidad amplía sus horizontes junto al crítico y comisario Pedro Alberto Cruz, quien nos adentra en la personalidad de la persona performer y en su relación con las prácticas masoquistas cristianas. Por su parte, Pilar Albarracín reflexiona en torno a la identidad dentro del arte, retomando el concepto de pereza mental introducido en el segundo capítulo.
Finalmente, el bloque temático más provocador se construye en torno al choque de discursos entre dos invitados. Por un lado, bajo la atenta mirada de los retratos de Hugáceo Crujiente, la entrevistadora sostiene con estoicismo la retórica incendiaria del artista y divulgador Antonio García Villarán en torno a la calidad artística, los NFTs y la experiencia de vivir del arte.
En contraposición, el testimonio del comisario y crítico de arte Fernando Castro Flórez aborda temas similares desde una perspectiva erudita que teje puentes entre ‘Il Libro del Cortegiano’ (1528), de Baldassare Castiglione, y Samantha Hudson. El fructífero diálogo con el profesor de filosofía converge en la obra ‘Comediante’ (2019), de Maurizio Cattelan, un leitmotiv del serial sobre el que Castro Flórez despliega su capacidad para iluminar con claridad pedagógica.
En síntesis, el enfoque marxista con el que Samantha Hudson articula su discurso lleva al público por los senderos de la reflexión y la crítica al mercado del arte como engranaje del sistema capitalista; un espacio diseñado para que unos pocos refuercen su posición de clase, mientras la mayoría de los creadores/as apenas sobrevive a la precariedad.
La serie documental se convierte en un recurso formativo de gran valor tanto para los recién llegados al universo del arte contemporáneo como para los espíritus inquietos que insisten en hacerse las sempiternas preguntas del mundo del arte. Su formato híbrido, a medio camino entre el pódcast sintético y la clase magistral, se centra en temas concretos, en ocasiones algo extensos para los tiempos de atención de los y las nativos digitales.
Sirva de ejemplo parte de lo debatido en el último episodio, en el que Samantha Hudson, adalid de la Gen Z, plantea las dificultades de su generación para con el léxico y la terminología de la disciplina histórico-artística.
Si algo queda claro tras este safari por entrevistas, monólogos delirantes y reflexiones absurdas es que el arte ha de democratizarse y devenir en subversión, colectividad y provocación; una fiesta irreverente en la que el capital simbólico no dicte quién entra y quién se queda fuera.
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