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‘¡Viva el Arroz! Gutiérrez visita Valencia’
Comisarios: Salvador Albiñana, Vicente Ferrer y René Parra
Sala de la Muralla
Colegio Mayor del Rector Peset
Horno de San Nicolás 4, València
Hasta el 14 de septiembre de 2025
Existe un tipo de humor primario ante el que casi todo el mundo reacciona igual, con una carcajada espontánea e irreflexiva: el de los payasos de circo, el de algunos mimos… Pero, cuando se trata de un humor elaborado lingüística y mentalmente, se impone una división entre risas de izquierdas y risas de derechas. El humor es un camino de doble sentido marcado por la ideología.
La historia del semanario gráfico Gutiérrez, editado en Madrid entre 1927 y 1934 y recientemente recuperado en València gracias a una serie de afortunadas circunstancias, ilustra muy bien la relación entre humor y política.
Fundado por Ricardo García López, más conocido como K-Hito, reunió una cantera de grandes artistas que preconizaban el humor nuevo de Ramón Gómez de la Serna. Un puñado de ilustradores y humoristas ingeniosos cuyas ideas políticas plasmaban la dualidad ideológica que iba a dividir España en dos frentes irreconciliables: Enrique Jardiel Poncela, José López Rubio, Edgar Neville, Antonio de Lara Tono y Miguel Mihura, a quienes acompañaron Antoniorrobles, Fernando Perdiguero Menda y dibujantes como Roberto, Francisco López Rubio o Carlos Gómez Bluff.
El título del semanario era una crítica explícita al típico funcionario indolente representado por un personaje imaginario creado por su director, un tal Juan Gutiérrez y Gutiérrez, jefe del Negociado de Incobrables de la Dirección General de Cuentas Atrasadas.

Cada año, a mediados de marzo, los colaboradores de Gutiérrez aparcaban sus discusiones políticas para organizar una expedición colectiva a las Fallas de València. El director del semanario, que las vivió de joven cuando trabajaba en la capital del Turia, animaba a sus colegas a disfrutar unos días intensos de pólvora y fuego durante los que eran agasajados con buenas paellas, botifarras y otras delicias gastronómicas valencianas por la familia de Andreu Alfaro. Les acompañaba el propio Gutiérrez en esfinge de ninot.
Tales escapadas lúdicas son uno de los temas de ‘¡Viva el Arroz! Gutiérrez visita Valencia‘, una exposición que se puede visitar en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor del Rector Peset hasta el 14 de septiembre que rinde homenaje a uno de los semanarios satíricos más importante de principios del siglo XX.

Llegó a vender 20.000 ejemplares, destacando por su humor blanco, absurdo, basado en la despersonalización y apropiación irónica propias de la vanguardia, así como por sus portadas y viñetas entre el garabato naíf, el dibujo de línea clara y la sofisticación art déco.
A partir de 1932, apostó por un humor más político, crítico con el Gobierno republicano; una deriva que causó fricciones entre las distintos posicionamientos políticos de la redacción, contribuyendo a su cierre en 1934, a raíz de la radicalización que experimentó la vida política española. Y se produjo una dramática escisión. Mientras Tono y Mihura se integraron en la publicación fascista La Ametralladora, Carlos Gómez Bluff pasó a formar parte de la anarquista La Traca publicada en València.
La recuperación de los fondos de la revista Gutiérrez ha sido un largo proceso. En 2014, el profesor emérito de Historia Moderna, Salvador Albiñana, supo de la existencia de un archivo con obra de K-Hito conservado por un matrimonio de avanzada edad, Alberto García Sanchis, sobrino del artista, y su esposa, Emilia García Robledo, a quien el dibujante legó el material de su revista. Gracias al gesto de la pareja ha sido posible organizar esta exposición, junto a la intervención de Albiñana y dos editores valencianos que han actuado de comisarios: Vicente Ferrer del sello Media Vaca y René Parra de El Nadir.

La muestra incluye tanto acuarelas y gouaches, sobre todo de los inicios de la carrera de Ricardo García, como ‘Las mariposas de la luz’, que expuso en València en 1913, así como dibujos a tinta china pensados para su reproducción en prensa. También una selección de ejemplares de periódicos en los que colaboró, con chistes e historietas, fotografías y documentos varios relacionados con su trayectoria, entre ellos la mencionada revista Gutiérrez (1927-1934), cuya calidad gráfica puede apreciarse en las noventa portadas que ocupan una de las paredes de la sala.
Ilustrador, crítico taurino y periodista, Ricardo García López (Vilanueva del Arzobispo, Jaén, 1890-Madrid, 1984) consiguió plaza de funcionario de Correos y, en 1910, fue destinado a València, donde residió hasta 1913 y adoptó el alias de K-Hito, un apodo que proviene de su infancia en su Jaén natal, donde le llamaban Caíto, y cuando empezó a firmar en el Diario de Valencia ajaponesó su apodo.
En esa etapa presentó dos exposiciones que ya mostraban su estilo: uso de la recta, línea sintética y estilizada, y colores planos. En 1915, tras un año en Barcelona, se estableció en Madrid, colaborando en diarios y revistas como El Imparcial, El Debate,ABC, Buen Humor, Ahora y Nuevo Mundo, donde aparecieron sus garabatos kaitescos. Dirigió también las publicaciones infantiles Macaco y Macaquete.

En 1932, junto con Joaquín Xaudaró y Antonio Got, fundó la Sociedad Española de Dibujos Animados Sonoros, pionera del cine de animación. Durante la guerra se refugió en ValÈncia y trabajó, ocultando su identidad, como profesor de caligrafía en la Academia Comercial Morales. De vuelta en Madrid, la pluma fue sustituyendo al lápiz.
En 1940, fundó el semanario Dígame, del que fue director hasta 1970, y publicó sus memorias: ‘Yo, García. Una vida vulgar’. Logró gran reconocimiento como crítico taurino y reunió una nutrida biblioteca sobre el tema. Falleció en Madrid, el 31 de enero de 1984. Antonio Mingote y Forges le despidieron en sus viñetas.
Otros grandes semanarios humorísticos que se publicaron en España a principios del pasado siglo fueron: en Madrid, BuenHumor (1921-1931) y la antirrepublicana Gracia y Justicia (1931-1936); en Barcelona, la veterana Esquella de la Torratxa (1872-1939) y, en València, La Traca (1912-1938), que evolucionó a lo largo de su convulsa trayectoria, pues entre 1931 y 1936 predominó un humor virulento, erótico y anticlerical; y en una segunda etapa la sátira antifascista de Bluff, encarcelado y fusilado en 1940.
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