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The Psychedelic Furs
Tour 2025
The Psychedelic Furs triunfaron el pasado mes de septiembre con cuatro sold outs en València, Bilbao, Madrid y Barcelona, las ciudades que conformaron el tour español. Era de suponer que, vista la demanda, volver podía ser una buena idea. Y lo han hecho pronto, este mes de noviembre, con una primera fecha en Barna, el día 13, y una ampliación del radar de actuación a ciudades como Santander, Vigo, Sevilla, Pamplona (hoy jueves, 20 de noviembre, en la Sala Totem), Madrid (viernes 21, Wagon) y València (este sábado 22 en el Auditorio Roig Arena).
Por Málaga pasaron este martes 18 de noviembre con un show en la Sala La Trinchera: en la web tiquetera se anunció sold out, si bien por la tarde se pusieron algunos tiques más a la venta. Hubo confusión ahí. No era la primera visita de los británicos al territorio malagueño: todavía se recuerda el concierto en la sala París 15, que por aquel entonces acababa de abrir sus puertas. Fue en 2010.
Se prometía un reencuentro generacional, sí. Y en cuanto al público congregado fue así, solo que había más gente de la quinta de la propia banda: lógico. Pero con el añadido costasoleño típico, nuestros extranjeros residentes –aka guiris–, que cuando viene una banda de UK, se movilizan inmediatamente. Entre las subculturas, como era de esperar también, la peña siniestra tuvo su contingente; había rockeros de diferentes afiliaciones, tampoco faltó peña mod (Málaga es tierra de modernos desde los tiempos de la Costa del Soul).
Otros que no podían faltar a la cita eran los indies, aunque no se quieran denominar a sí mismos así, por el vaciamiento semiótico del término a estas alturas. Entre ellos, una celebrity, J de Los Planetas, fan notorio del grupo (como su batería Eric Jiménez, por cierto), que se vino desde Granada, por donde no pasaban los Furs, sin entrada y a lo loco. Por supuesto, entró.

La banda de los hermanos Butler, integrada en 2025 por Richard y Tim Butler (voz y bajo, respectivamente), los guitarristas Rich Good y Peter DiStefano, Amanda Kramer (teclados) y Zach Alford (batería), es una suerte de super grupo si se tiene en cuenta la trayectoria de cada componente.
Los californianos Good y DiStefano –llamado con la rítmica a cubrir el hueco de Mars Williams, saxofonista fallecido en 2023– tienen un pedigrí guitarrístico de alto nivel: el primero, con Joanna Newson, y el segundo como miembro fundador de los nunca bien ponderados Porno for Pyros. Kramer, por su parte, lleva con los Furs desde 2002, si bien fue teclista de Siouxsie en 2007, también de 10.000 Maniacs; mientras que Alford presenta una hoja de servicios alucinante, con colaboraciones que van desde Bowie a Springsteen, pasando por Suzanne Vega o Billy Joel. Casi nada.
Las estrellas de la noche se tomaron su tiempo para arrancar el show, una vez terminada la actuación de los teloneros, los californianos Dear Boy. Siempre es un placer ver confluir a músicos de diferentes generaciones, y estos jóvenes angelinos traían un flamantísimo álbum nuevo bajo el brazo, publicado hace apenas un mes, ‘Celebrator’ (Last Gang Records, 2025): shoegaze luminoso con hermosas melodías para celebrar cada día que abres los ojos. Yo a esto digo siempre que sí.
Un repertorio ochenterista sin vivir en exceso de las rentas

Media hora después de que Dear Boy finalizaran su set, pudimos ver a los británicos desfilar por la pasarela aérea situada en la parte izquierda de la sala, y descender hasta el propio escenario. Un escenario apretado y a su vez perfecto para contemplar a los Butler y cía. como si estuviesen enmarcados en una representación gótica, afín a sus presupuestos estéticos.
Tanto Richard como Tim se mantienen pintones con sus chalecos, casacas, camisas y gafas negras. El estilazo de pelo blanco que gasta Tim me recuerda horrores a un John Cale más simpático (eso es fácil, creedme, pese a ser nuestro pope del rock avant garde); fue de hecho el propio Tim el que, sobre todo al principio del concierto, se pavoneó con elegancia glam lo más grande frente al público de las primeras filas. El mar de pantallas habitual no resultaba tan estomagante como de costumbre; de hecho, era hasta razonable inmortalizar a estas figuras de la new wave. Se les veía encantados de posar, de hecho.
El sonido pasó por los ajustes habituales de los primeros compases sin mayor problema reseñable. Arrancaron con la etérea ‘Heaven’, pelotazo ochentero, y ya desde ahí fue una gozada escuchar ese timbre tan peculiar de Richard Butler, esa aspereza tan dulce, grave sin resultar del todo oscura. The Psychedelic Furs hacen lo que tienen que hacer desde su creación en 1977: un repertorio justo con aquello que les distinguió entre otros grupos de los 80, sin olvidar algunas de sus últimas aportaciones: las de su último elepé en concreto, publicado en 2020 (‘Made of Rain’, Cooking Vinyl).
‘Pretty in Pink’: magic moment
Y ahí admiramos el toque king drama de ‘Wrong Train’, canciones como ‘No-One’ o ‘The Boy That Invented Rock & Roll’, con versos que solamente se pueden escribir después de muchos tiros dados (“The ticking veins, this godless dark / The druggy days the pointless pain”). En ‘President Gas’ –del ‘Forever Now’ (CBS, 1982)–, una no puede evitar pensar en la consabida deuda de grupos posteriores (unos Interpol, por ejemplo).
Cuando suena ‘Mr. Jones’, el contoneo del Butler intérprete, el guitarreo a cuchillo y la base rítmica a piñón suenan con fuerza. ‘My Time’ se reviste de un significado especial cuando se contempla a los fans que, contemporáneos, parecen revivir en cada verso lo que les pasó en 1984, año de publicación de ‘Mirror Moves’.
Los Butler se deshacen en reverencias, comodísimos, y prometen hacer de este frío martes –para nuestros estándares sureños es una noche fría– algo memorable: aquella en la que pudimos, algunos por primera vez, escuchar ‘Love My Way’, con ese minimalismo pop tan sui géneris de los Furs, y en el que brilló especialmente la teclista, veterana de guerra del rollo synth pop.
El público, metido en el show hasta las trancas, vibraba con temazos como ‘In My Head’ y un set que, en adelante, no saldría de los 80 (¿para qué?). Con cesiones al denostado –por parte de la crítica, al menos, en su tiempo– ‘Midnight to Midnight’ (Columbia, 1987) como ‘Heartbreak Hotel’, que siguió a ‘Pretty in Pink’, el magic moment de la noche.
Muchos de los rostros maduros que se veían recobraban, por unos minutos, ese estado juvenil que exprime cada ánimo posible al extremo: excitación, tristeza, angustia, felicidad. El hechizo de estos góticos elegantes recobró la crudeza postpunk de su debut, homónimo, en 1980. Y así, con ese mantra enérgico y velvetiano de sus pasos primerizos (‘India’), dieron por finalizado un show impecable. Que vuelvan ya.
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