Lituania

#MAKMAArte
‘El tejido como símbolo del Estado’
Presentan: Museo Nacional de Lituania y Consulado de la República de Lituania en Valencia
Museo y Colegio del Arte Mayor de la Seda
Hospital 7, Valencia
Hasta el 31 de diciembre de 2025

Durante siglos, la Ruta de la Seda conectó Oriente y Occidente. Por sus caminos, además del prestigioso material, transitaban muchos otros bienes, y también muchas historias, ideas y conocimientos. Ahora, la misma fibra vuelve a enlazar dos naciones por medio de la exposición ‘El tejido como símbolo del Estado’, que presenta el Museo Nacional de Lituania en el Museo de la Seda de Valencia.

Al contemplar la muestra, nos preguntamos si semejante conexión ya hubiera ocurrido alguna vez. No hay suficientes evidencias del comercio directo de seda a gran escala entre España y Lituania durante el período histórico de la afamada red comercial. Sin embargo, es bastante probable que parte de la producción española –y osamos decir que parte de la producción sedera valenciana– llegara a la región del Báltico, aunque fuera a través de intermediarios.

Y es que, mientras València fue un referente en el cultivo, producción y comercialización relacionados a la sericultura, Lituania llegó a ser, por su parte, un gran consumidor del material, sobre todo entre los siglos XVII y XVIII, cuando se diseminaron por la Mancomunidad polaco-lituana las manufacturas de fajas de kontusz.

El kontusz es un traje que –influido por la tradición persa y otomana– se popularizó entre la nobleza masculina polaco-lituana a finales del siglo XVI. Estaba compuesto por una capa larga que se llevaba sobre una túnica tipo bata, completando el conjunto con pantalones amplios, botas de cuero, un sombrero con hebilla y un cinturón para el sable, coronado por una lujosa faja que ceñía todo el atuendo, la faja de kontusz.

Museo de la Seda Valencia
Detalle de una faja de kontusz. Foto: Vilma Dobilaite.

Con hasta 4 metros de largo y 40 centímetros de ancho, tejida de seda con hilos de oro o plata añadidos, elegante y ricamente decorada, «una sola faja de kontusz podía costar tanto como una aldea entera, incluidos sus habitantes y sus propiedades», indica el texto de sala.

Haciendo de guía durante nuestra visita a la exposición, la directora general del Museo Nacional de Lituania, Rūta Kačkutė, nos explica, además, que «una sola faja se podía usar de hasta cuatro maneras, porque tiene dos caras en cada lado y, generalmente, es reversible. Entonces, dependiendo del kontusz que se ponía, del color de los tejidos, el noble podía doblar la faja de forma diferente para enseñar una de sus cuatro caras; la que combinase mejor con aquel kontusz».

Descubrimos, además, que «la faja de kontusz se tejía en telares manuales utilizando una compleja técnica de tejido en múltiples capas» y que por eso, en un año, un único tejedor podía producir tan solo tres piezas; aunque la famosa manufactura de Slutsk llegó a producir alrededor de doscientas fajas al año.

En la exposición ‘El tejido como símbolo del Estado’, las fajas de kontusz nos cuentan la historia de Lituania. Como ya anuncia el nombre de la muestra, el patrimonio textil es utilizado como representación del Estado, puesto que «los trajes no son otra cosa que símbolos de algo escondido muy adentro», tal y como ya había sentenciado Virginia Woolf.

Cada información que encontramos sobre las fajas de kontusz nos da indicios sobre la historia del país. Nos hace imaginar una nación que formó parte de uno de los países más grandes de Europa, ya que, en el siglo XVIII, la Mancomunidad polaco-lituana se extendía por más de un millón de kilómetros cuadrados, incluyendo regiones que hoy pertenecen a Bielorrusia, Ucrania, Rusia, Letonia, Estonia, Moldavia y Eslovaquia.

Muestra del atuendo completo en la Sala de la Fama del Museo de la Seda. Foto: Tátylla Mendes.

Las elegantes prendas que ahora podemos contemplar en el Museo de la Seda de València nos indican, asimismo, que Lituania vivía en esa época un período de prosperidad, con un excedente de recursos canalizados hacia la cultura, el arte y la decoración. Una época con un sistema político dinámico en el que la nobleza tomaba decisiones clave y, para distinguirse, se vestía de forma especialmente lujosa.

«Sin embargo, a finales del siglo XVIII, Lituania fue anexada por el Imperio ruso y perdimos nuestra independencia, lo cual fue un acontecimiento muy trágico para sus habitantes y para la nobleza. Hubo varias revueltas que fueron duramente reprimidas. Fueron tiempos oscuros en la historia lituana, porque nuestra cultura no tiene nada que ver con la de Rusia», manifiesta Kačkutė.

Más adelante, Rusia aún trató de prohibir el uso del kontusz. Así, sin poder usar sus trajes tradicionales en público y con la esperanza de obtener la bendición de Dios para el Estado oprimido, muchos nobles lituanos donaron sus fajas de kontusz a las iglesias, por lo que el tejido acabó siendo reutilizado como textil litúrgico en estolas, dalmáticas, cubiertas de altar, etc.

Ornamentos litúrgicos confeccionados a partir de fajas de kontusz. Foto: Vilma Dobilaite.

La directora general del Museo Nacional de Lituania señala que esta práctica, por un lado, ayudó a preservar algunos ejemplares de las fajas de kontusz –«en el museo tenemos entre cincuenta y sesenta piezas y sus fragmentos»–, aunque los rusos se apropiaron de muchas fajas y quemaron otras para intentar extraer el oro y la plata que contenían.

Por otra parte, hace hincapié en el carácter religioso adquirido por algunas de estas piezas, ya que durante la dominación rusa (de mayoría ortodoxa) también hubo intentos de reprimir el catolicismo, predominante en Lituania.

A raíz de ello, Kačkutė confiesa que, actualmente, les preocupa, de nuevo, la situación geopolítica que estamos viviendo y, «por eso, creemos que es importante hablar de nuestra historia y explicar a quienes viven lejos de nosotros por qué estamos tan preocupados».

Según la directora, «es bastante fácil hablar con países que ya comparten una historia similar, como Europa central, por ejemplo, o con los países nórdicos, porque son muy cercanos. Pero el sur de Europa se enfrenta a problemas diferentes. Y creo que es fundamental que conozcamos mutuamente nuestras historias y que entendamos nuestros problemas para que podamos ayudarnos mejor entre nosotros».

Vista de salón de parte de la exposición ‘El tejido como símbolo del Estado’. Foto: Vilma Dobilaite.

Así que la exposición ‘El tejido como símbolo del Estado’ es también un esfuerzo de tender puentes o, más bien, de reforzar los lazos ya existentes entre España y Lituania para tejer relaciones más sólidas.

A este efecto, el Museo Nacional de Lituania y el Consulado de Lituania en València presentan también, desde febrero, la exposición ‘Arte óptico en la tradición textil de Lituania’ en el Museu d’Història de València, que se puede contemplar hasta el 31 de agosto. Asimismo, ya hay negociaciones para traer a València en los próximos años una exposición de la obra de Kazys Varnelis.

«El Museo Nacional de Lituania es el museo histórico más grande del país. Tenemos un millón y medio de piezas expuestas y doce sedes. Once de ellas están dedicadas a la historia, pero tenemos una dedicada a las artes, al artista óptico lituano Kazys Varnelis», apunta Rūta Kačkutė.

«El año pasado, le dedicamos una exposición especial en el Centro Pompidou que atrajo a mucha gente, y Varnelis acabó siendo redescubierto, en cierto modo, por el público europeo», recuerda la directora. «Y es que, debido a nuestra situación histórica y política, él se fue a vivir en Estados Unidos y ahí era muy conocido, pero no en Europa».

Kačkutė, igualmente, nos cuenta detalles sobre otras sedes del Museo Nacional de Lituania, sobre las acciones de responsabilidad social que desarrollan y sobre el equipo de más de 300 personas que hoy trabajan ahí.

Más tarde, descubrimos que el origen de la entidad se remonta al año 1855, aunque, al igual que el propio país, el Museo Nacional de Lituania pasó por varios reveses y solo ganó su nombre actual y empezó a consolidarse de verdad a partir de 1992, después que Lituania consiguió, una vez más, conquistar su independencia.

Valga, entonces, aquel refrán que sentencia que «por el hilo se saca el ovillo», porque, la verdad, al hilo de las fajas de kontusz, acabamos por ir tejiendo una idea más completa de Lituania, su historia y su cultura.