Sebastian

#MAKMAArte
‘(click)’, de Sebastián Nicolau
Shiras Galería
Vilaragut 3, València
Hasta el 22 de marzo de 2023

Viendo la exposición ‘(click)’, de Sebastián Nicolau –aunque puede ser extensible al resto de su vasta producción–, uno tiene la sensación de aquello mismo que dijera el psicólogo Carl Gustav Jung: que la palabra ‘felicidad’ pierde su sentido si no se equilibra con la de ‘tristeza’. El propio artista, indagando en sus más recientes trabajos en Shiras Galería, evoca algo que ya estaba en otro click anterior, relacionado con su obra literaria ‘Mercurio entre los dedos’.

En ella, de la que ahora se hace eco, se refiere a unos versos del poeta Novalis, a su vez aludidos en ‘La juventud’, película de Paolo Sorrentino. Dicen así: “Siempre estoy yendo a mi casa, siempre yendo a la casa de mi padre”. De hecho, es precisamente la pieza titulada ‘Siempre estoy volviendo a casa’ la que sirve de hilo conductor a la muestra de Sebastián Nicolau, que reúne un total de dieciocho obras en torno a esa felicidad tan esquiva como próxima al territorio de la melancolía.

‘In Ictu Oculi – II (Siempre estoy volviendo a casa)’, 2022, de Sebastián Nicolau, en Shiras Galería.

Y es que, en el fondo, todos estamos siempre volviendo a esa casa paterna; al hogar de nuestra infancia vinculada con ciertos instantes entrañables. También, por ello mismo, objeto de una sempiterna rememoración. “Toda la exposición gira en torno a esa idea, pero, en esta obra, al 100 %. Porque aquí se refiere a los paisajes en los que mi padre paraba cada vez que íbamos en el Simca 1000 cuando yo tenía 8 años”, señala Sebastián Nicolau, para después proseguir.

“Mi padre sacaba una cajita y hacía un apunte al óleo allí donde paráramos durante un cuarto de hora. Y esa historia está muy presente en el libro de las vanitas, siendo esta exposición como la parte gráfica de aquella edición literaria, que he provocado en los títulos. Yo siempre estoy dándole vueltas a la misma historia, con un regusto diferente al que había antes”.

Vista parcial de la exposición ‘(click)’, de Sebastián Nicolau, en Shiras Galería. Foto: Nacho López Ortíz.

Paisajes, los que reúne en Shiras, que siendo la evocación de cuantos han podido llamar su atención, adquieren ahora el fulgor de lo inesperado a partir de lo tantas veces reconocido. El arte, después de todo, nace de esa revelación: de la perplejidad que nos asiste cuando cierto fondo telúrico destaca en la superficie. Ese ‘(click)’ es el disparo que pone entre paréntesis nuestras certezas.

“No puedo con la obviedad”, resalta Sebastián Nicolau. “Las cosas que son obvias me producen rechazo, porque si son obvias no hace falta ni siquiera hablarlas. Siempre me gusta que exista, como mínimo, una interpretación”, añade. Su manera de trabajar tiene que ver, por tanto, con ese desconocimiento de lo que hay detrás: “Siempre tienes algo por descubrir, aunque todo lo que hay en mi obra está a la vista, solo que tienes que verlo, lo cual requiere cierto esfuerzo”.

Y lo que salta a la vista es la sensación de estar ante paisajes tan naturalistas como fantásticos, mezcla de cierto realismo fotográfico y de cierta abstracción pictórica. Aunque, en el fondo, dé lo mismo, porque lo que en esencia destila su obra es la incertidumbre misma de saberse a caballo entre dos territorios: el de la amable conciencia y el del más inquietante subsuelo donde se fraguan los sueños.

‘In Ictu Oculi – I (Ocaso)’, 2021/22, de Sebastián Nicolau, en Shiras Galería.

“Yo empecé a hacer paisajes hace muchos años, por los 80, pero nunca los pinté tan abiertos como estos, sino más próximos; tan próximos que ni siquiera aparecían los cielos como aquí. De manera que he vuelto al paisaje, pero de un modo más liberador”. Paisajes que, sin estar despojados de la figuración que los hace reconocibles, proyectan un halo de misterio emparentado con esas huellas, acompañadas de signos, que tensionan la relación entre lo obvio y lo obtuso –por seguir libremente al ensayista Roland Barthes–, entre lo comunicativo y lo que se resiste a ser fácilmente entendido.

“El ‘(click)’ del título es ese momento en el que te paras porque has visto algo que ha llamado tu atención, pero en el instante mismo en que bajas del coche para apreciarlo con más detenimiento ya sientes que ese segundo del click ha desaparecido y es entonces cuando tratas de reproducirlo posteriormente. Tomas una referencia, porque la fotografía ya no te sirve, y construyes un paisaje distinto a aquel otro que ya no puedes localizar, y lo recreas”, explica Sebastián Nicolau.

Hay, así, dos clicks, el que el artista llama de la “onomatopeya del gesto fotográfico” –que es en minúscula, porque es un gesto muy breve– y el mental: “Sabes que ha pasado algo y vuelves sobre la historia para reproducir ese instante”. De manera que la huella de la naturaleza –a modo de inesperada visión– se funde con la huella psíquica –igualmente activada a causa de cierta quiebra en el lenguaje–.

Vista de la exposición ‘(click)’, de Sebastián Nicolau, en Shiras Galería. Foto: Nacho López Ortíz.

“El paisaje es el tiempo global y durante ese tiempo pasan estos clicks y las ausencias, que son esos huecos donde cabe todo: el pasado, el presente, el recuerdo, quién está y no está. El paisaje actúa como un marco teatral donde suceden las cosas. Al final, lo que pasa es que si estás atento ves cosas y similitudes en casi todo”, apunta Nicolau.

Las barras de neón, que agregan cierto simbolismo a los paisajes, son como cicatrices de esa huella psíquica que motiva la creación. “Más que neones –corrige el propio artista–, son barras lumínicas que tienen que ver con ese click, ese breve instante donde se produce cierto fulgor. Los clicks, en el fondo, son impulsos cerebrales relacionados con esos instantes mínimos vividos y después reproducidos”.

‘Red (Entre los árboles)’, 2022, de Sebastián Nicolau, en Shiras Galería.

Hilvanar lo analógico y lo digital dice que es algo que le atrae, porque mediante esa ligazón subraya la incertidumbre misma de no tener muy claro dónde está la frontera entre ambos. De ahí que aúne lo abstracto y lo más realista, aunque dentro de ese realismo “las cosas tampoco existan –advierte–, al haber pequeños retazos de varios paisajes con los que compongo uno”.

Primero los trabaja digitalmente y después de forma analógica, de manera que el concepto es absolutamente realista –“casi”, precisa–, pero su materialización es abstracta, “porque el paisaje no existe como tal, sino que es la conjunción de cosas existentes y de otras inventadas”, afirma.

Igual que las vanitas dice que fue un paréntesis en su producción, porque le introducía en el mundo literario, ‘(click)’, en cierto modo, también lo es, “aunque no lo sea, porque cabe todo lo que he hecho hasta ahora”, concluye Sebastián Nicolau, a quien el paso del tiempo y las huellas depositadas en él no dejan de inspirarle nuevas creaciones. De manera que, al modo proustiano, ahí sigue, a la búsqueda de ese tiempo perdido.

Sebastian
Sebastián Nicolau, junto a una de sus obras en la exposición ‘(click)’, en Shiras Galería. Foto: Nacho López Ortíz.