#DesayunosMakma
Con Jerónimo Cornelles, director artístico de Russafa Escènica
Entrevista de Merche Medina y Salva Torres
Russafa Escènica
Del 24 de septiembre al 4 de octubre
Es de una transparencia meridiana. Ahora que la corrección política lo inunda todo, hablar con Jerónimo Cornelles, director artístico de Russafa Escènica, es como abrir una ventana por la que entra un aire descontaminado. Lamenta que la burocracia administrativa, tan pronto sometida a la manga ancha de la nefanda corrupción, como a la no menos desesperante cautela rayana en la parálisis, esté frenando el impulso de muchas iniciativas culturales.
Como lamenta que tanta buena voluntad política no se traduzca en hechos palpables que alivien las penurias económicas del sector teatral. Agradece la implicación personal de muchos cargos, a falta de un mejor plan a medio y largo plazo. Y se muestra orgulloso de lo conseguido durante estos últimos diez años en Russafa Escènica, al haber servido de plataforma para muchos creadores del sector teatral valenciano.
Todo ello en medio de un contexto de pandemia que ha dificultado aún más las cosas, porque, de repente, llegó el covid-19. “El sector de las artes escénicas está haciendo todo lo que tiene que hacer y más, a pesar de que hoy te digan A, mañana B o C y luego te vuelvan a decir A”, avanza Cornelles, quien subraya cómo “a nivel cultural no ha habido ni un solo rebrote”.
“Creo que quien no lo está haciendo del todo bien, con excepciones, es la Administración, porque a nivel político se están tomando medidas estéticas, de seguridad, suspendiendo alguna actuación cuando las evidencias te dicen que no hay ningún problema. Entiendo que no se puede cerrar un bar, porque es anti estético para la hostelería, o una compañía aérea, porque es anti estético para la política, pero culturalmente, sin embargo, resulta estético”, añade.
“Que la burocracia sea lenta ya no me vale”, continúa diciendo el director artístico de Russafa Escènica. “No puede ser que a fecha casi de octubre no se hayan resuelto las ayudas, en este caso de festivales. Nosotros estrenamos Russafa Escènica este jueves y no sabemos todavía qué ayudas vamos a tener. Entendemos que hay buena voluntad, pero no es suficiente. Ese es nuestro terror en estos momentos como festival”, resalta.
Dice que el festival tiene un compromiso de gasto de 220.000€, mientras que en las cuentas de Russafa Escènica “ahora mismo hay 3.200, con todas las cosas que hay que empezar a pagar. Esta es la realidad”. Y agrega: “No podemos pedir una póliza, porque no te la dan mientras no salga la resolución de ayuda definitiva. Pero es que no han salido ni siquiera las resoluciones provisionales, de manera que, aunque salieran mañana, debería pasar un mes para la definitiva. Es deprimente”.
En este sentido, se muestra crítico con esos responsables políticos que “te dicen que están haciendo cosas, pero es que les toca hacerlas, y ya no vale que la Administración es lenta, porque no vale. Hay gente con nombres y apellidos, dentro de esa Administración, que está haciendo las cosas bien, entonces no entiendo por qué otras personas no pueden hacer lo mismo. Es cierto que hay interés en que las cosas cambien y que puedes llamar y te cogen, pero cuando te dicen que no se puede hacer más de lo que hacen, pues, que hagan más, que todos lo estamos haciendo”, proclama.
Reconoce que las ayudas a festivales han subido de 10.000 a 15.000€, aunque enseguida lo matiza: “Qué bien, pero siguen siendo insuficientes. Y nuestra labor es decirlo, porque hay como un miedo a que la izquierda critique a la izquierda, pero es que la cultura en general está para poner en cuestión al poder, gobierne quien gobierne. Nuestro deber es exigirles más y el suyo, el de intentarlo”.
El covid-19 dice Cornelles que es un problema “si te pones enfermo, si no puedes ir a trabajar o si te quedas sin trabajo, pero para todo lo demás existen soluciones”. ¿Que no puede haber aforos completos?, “pues hacemos, como en Viveros, actuaciones para tres espectadores. Hay artistas que por el covid han pasado a hacer espectáculos para un solo espectador. Esto es una realidad y hay que convivir con ella, de manera que varías la programación”.
Incluso, este año, como el público igual no puede ir a los espacios, porque no se sabe todavía cómo evolucionará la pandemia, “pues hemos decidido grabarlo todo y colgarlo en una plataforma que se llama stagein.tv, que abrirá en octubre”, apunta Cornelles. “¿No es lo mismo? Claro que no, pero de la necesidad hay que hacer virtud. ¿No podemos hacer el festival en espacios no convencionales por medidas de seguridad? Pues llevamos las piezas a los teatros. Afecta, pero lidias con los problemas día a día, aunque resulta agotador”. Todos los años lo son, reconoce, “pero en esta ocasión lo ha sido especialmente. Llegamos sobrepasados a niveles máximos”, subraya.
El tema de la reducción del aforo admite que ha sido un grave problema. “Si nosotros contamos, como el pasado año, con alrededor de 10.000 espectadores, lo que supone unos ingresos por taquilla de 30.000 ó 40.000€, pues es mucho, y esa cantidad era para nosotros vital. Como las administraciones públicas nos dicen que suben las ayudas, para paliar ese problema, de manera que podamos seguir haciendo el festival, nos lanzamos a ello contando con esas ayudas. Pero, ¿y si mañana, porque hemos hecho mal los trámites, no nos dan la ayuda, qué va a pasar? Por eso estamos muy asustados, cuando deberíamos estar emocionados por el arranque de una nueva edición del festival”, argumenta.
Además de la novedad de las grabaciones de los espectáculos, Russafa Escènica también se ha encargado de poner autobuses para que la gente vaya a los teatros de forma segura y gratuita desde el propio barrio. Lo cual supone un coste de 4.000€ “y, ahora mismo, eso no lo podemos pagar”. Por eso dice que se les pasó por la cabeza la posibilidad de haber suspendido el festival, “pero resulta que hay diez compañías que estrenan obra aquí y, si no lo hacen, pues se quedan sin la ayuda pública.
Es cierto que la grabación ya se considera estreno, por eso hemos grabado y enlatado gran parte de las obras, por si el festival no se pudiera realizar”, destacando el hecho de que cada grabación ha supuesto un trabajo de entre seis y ocho horas, “más la edición, la subtitulación, subirlo a la plataforma y alojarlo”. “Todo eso está hecho y pendiente de pago. Pensamos que todo va a ir bien y que en diciembre se podrá pagar, pero la varita mágica no la tiene nadie”, apostilla.
El tema del coronavirus sobrevuela en varios de los espectáculos programados: “Cómo no va a salir, aunque se hable del tema del deseo, que es el lema de este año”.
De hecho, por poner un ejemplo, en el Jardín Escénico que se presenta este sábado y domingo en el Centre del Carme, con guion de Maribel Bayona y el propio Cornelles, que a su vez lo dirige, los textos hablan del confinamiento. “Son monólogos, a partir de testimonios reales, con 60 entradas que ya no quedan”, destacando igualmente el Invernadero de Adrián Novella, que se hace en la Sala 7 del Rialto bajo el título de ‘Los de arriba’, “y que habla de un grupo de adolescentes que celebran una fiesta saltándose las medidas de seguridad”.
En la de obra de Javier Sahuquillo, ‘9’, que está basada en la obra ’12 hombres sin piedad’, “el jurado de la pieza va con pantallas”, y en ‘La sala de los trofeos’, de Eva Zapico, que estará en Rambleta, se habla de lo extraño y lo contagioso desde otro punto de vista más ideológico.
“La programación es muy potente. Y es que Russafa Escènica ha servido de plataforma a muchos creadores, cuando hace diez años culturalmente esto era un páramo. Nosotros siempre hemos querido que un mínimo del 50% del cartel del festival fuera para gente emergente, presentando lo primero que hacían”, señala Cornelles, que vuelve a la crítica por otra cuestión adyacente: “Estaba Russafa Escènica, estaba Cabanyal Íntim y de repente, y eso que me parece fenomenal, sale Cultura als barris, cuando la Administración ya tenía creada la cultura en los barrios».
«En lugar de hacer tu marca», prosigue, «para decir el partido político de turno que la ha hecho él y colgarse una medalla, reúne a quienes ya tenían organizada una cosa en cada barrio y gestiónalo, organízalo, porque ya tenéis el tejido hecho. ¿Era necesario? Igual sí, pero aprópiate de lo que ya estaba hecho y métenos en tu paraguas de Cultura als barris”.
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