Rosalía. LUX

#MAKMAMúsica
‘LUX’, de Rosalía
Columbia Records, 2025

“El arte debe consolar a los perturbados y perturbar a los cómodos”, afirma Banksy. Inspirado en santas del mundo, Rosalía presenta un disco que se puede catalogar como un exitoso desconcierto. ‘LUX’ es un concepto que nace, tras tres años de composición, como inspiración de figuras religiosas femeninas pertenecientes a diferentes partes del mundo.

Cerca de una hora de viaje espiritual que roza y acaricia la liturgia, y muestra a la Rosalía en un estado de pureza y luz: “La pureza está en mí”, confiesa en ‘Reliquia’.

Hay algo en esta narrativa sonora que parece no querer olvidar qué pasó hace tres años. ‘Motomami’ (2022) fue toda una revolución en la música urbana; ahora la expectativa orbitaba cerca de la estratosfera. Y lejos de seguir la línea rojinegra experimental y minimalista, por la ventana y con mucho ruido entra ‘LUX’, una propuesta que parece todo lo contrario: blanco y azul, cielo y luz.

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Sin embargo, en alguna canción, como ‘Porcelana’, puede haber matices de su antigua era que se define como minimalista, o de ‘Malamente’ por las palmas y el flamenco. ‘LUX’ es maximalista, inabarcable.

Rosalía ya lo hizo con su primer trabajo, ‘El mal querer’ (2018), donde la portada era ella representada como un ángel. Artistas como Rigoberta Bandini en su último disco, ‘Jesucrista Superstar’ (2025), recupera de alguna manera ese simbolismo divino, igual que hizo ‘Like a Prayer’ (1989), de Madonna, o Sabrina Carpenter en ‘Feather’ (2023).

De una manera u otra, y aunque el concepto de la divinidad en la industria musical no es nuevo, se ha visto una metamorfosis en la música que rige el panorama actual, en la que la espiritualidad litúrgica acaba apareciendo por algún lado.

La primera pista de esta nueva obra de arte fue ‘Berghain’. Silencio. La música llega cuando entra luz por la ventana. Salvando las distancias, se puede entender esta pieza como pequeños movimientos que recuerdan a la corriente barroca. El primero, el inicio, recuerda a Vivaldi. En el segundo aparece el coro, y puede referenciar al ‘Réquiem’ de Mozart o a las ‘Pasiones’ de Bach por el dramatismo al que acompaña y porque, en alemán, se habla de miedo, rabia, amor y sangre.

De pronto, se busca una lírica, una ópera que estará presente en otras canciones. Pero esta canción lo tiene todo: luz, oscuridad y hasta a Björk en forma de un pájaro de Blancanieves.

Como preludio al disco, aunque corresponda a su sexta canción, ‘Berghain’ muestra con creces lo que es este trabajo: un álbum que suda emoción y santidad, y que es fruto de mujeres santas con historias. ‘Reliquia’ se inspira en Santa Rosa de Lima, que tenía reliquias por todo el mundo; ‘Porcelana’ tiene latín y podría ser una conversación con Dios. ‘Mio Cristo Piange Diamanti’ hace referencia a Santa Clara y San Antonio de Asís, y la canción se corona como un subgénero de la ópera, el aria, donde la cantante tiene todo el protagonismo.

Tras ‘Berghein’, hay un contraste con ‘La Perla’, que dentro del viaje místico es un despecho en el que apenas hay que interpretar; con ‘Dios es un Stalker’, mezcla esa divinidad con lo moderno; en ‘La Rumba del Perdón’, recupera sus raíces flamencas; y en ‘Memória’, fado portugués que canta junto a Carminho, se prepara para morir en ‘Magnolias’. Santidad, muerte y divinidad están presentes en cada nota de cada una de las dieciocho canciones –tres exclusivamente en formato físico– que componen ‘LUX’.

Los catorce idiomas que aparecen a lo largo del disco también llaman la atención. “Me tiré un año solo haciendo las letras”, decía en la presentación del proyecto en Barcelona. Desde el japonés hasta el catalán, el latín, el ucraniano e incluso el hebreo.

Rosalía parece que ha construido la Torre de Babel sobre estas canciones y se ha propuesto llegar hasta el último rincón del mundo. Paradójicamente, con esta transformacion de identidad a modo de catarsis y pluralidad lingüística, la esencia de Rosalía sigue intacta.

Recuperando a Banksy, este arte –esta Rosalía– es para quien lo quiera entender.