Romina Sánchez. Juanita Narboni

#MAKMAEscena
‘La vida perra de Juanita Narboni’, de Ángel Vázquez
Dirección y adaptación: Manuel Gutiérrez Aragón
Interpretada por Romina Sánchez
Teatro Lara
Corredera Baja de San Pablo 12, Madrid
Última función: jueves 13 de noviembre de 2025

Sobre el trasfondo político del Tánger del siglo XX, un clima bélico de carácter internacional, se desarrolla ‘La vida perra de Juanita Narboni’.

Retratada en la novela escrita por Ángel Vázquez en 1976, ahora cobra vida en el icónico Teatro Lara de Madrid con un excelente monólogo dirigido y adaptado por el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón y encarnado por la actriz Romina Sánchez.

Con apenas cuatro sombreros, una tumbona y tres cambios de vestuario, la actriz es capaz de hacernos transitar por distintos momentos de la vida de este difícil personaje, así como por un flujo de emociones que van desde el rechazo hasta el cariño, pasando por la risa, la tristeza y la empatía.

La vida perra de Juanita Narboni. Romina Sánchez. Teatro Lara

¿Cómo relatarías el argumento de la novela tras haberlo vivido como actriz que encarna a la protagonista?

La obra trata de la soledad de una mujer, de Juanita, en un contexto muy peculiar como es el Tánger de los años 50, una ciudad internacional sujeta al poder de muchos países como Italia, Francia, Inglaterra… Ese es el entorno en el que ella crece.

Habla de su represión, que conlleva a veces el no hacer lo que uno quiere o no dejarse llevar por sus impulsos, lo que la ha conducido a tener una vida muy en solitario. El monólogo recorre las etapas de su existencia, sobre todo se centra en la de su vida adulta: es el viaje emocional que sufre Juanita. Una obra que está en clave de tragicomedia.

¿Cómo llegaste a este proyecto?

Es una historia curiosa porque no fue por un procedimiento habitual, en el sentido de hacer un casting. Resulta que el Instituto Cervantes de Tánger me propuso hacer una lectura para un simposio sobre la influencia de la lengua española en el árabe y viceversa.

Juanita, la novela, tiene un lenguaje con influencias del jaquetía, que es la lengua que hablaban los judíos de Tánger –mezclada con el árabe y el español–, así como de alguna palabra árabe… El lenguaje de la novela era muy rico en eso. Entonces, me pidieron leer un extracto. Como fue en la época de la COVID, en vez de hacerlo presencial, decidieron hacer un documental, y yo, en vez de leer el extracto, decidí interpretarlo y hacer un monólogo. Me tiré a la piscina

Cuando Javier Rioyo –que era entonces el director del Instituto Cervantes de Tánger– vio el rodaje, se quedó tan sorprendido que dijo: “Mira, de esto hay que hacer una obra de teatro, pero hay que hacerlo ya, hay que intentar llevarlo a cabo”. Y, dicho y hecho, se puso a trabajar y contactó con Manuel Gutiérrez Aragón para hacer la adaptación de la novela a la obra de teatro.

Al principio, Gutiérrez Aragón dijo que se encargaría de hacer la adaptación, pero no sabía si dirigirla o no; al final, la dirigió y así empezamos los ensayos, aquí en Madrid, para estrenarla en Tánger. Así fue como comenzó todo.

Romina Sánchez. Juanita Narboni. Teatro Lara
Romina Sánchez interpretando a Juanita Narboni. Foto: BadryTeam cortesía del Teatro Lara.

¿Cuál es tu vinculación afectiva con la obra?

Es clave. La vinculación que yo tengo con este proyecto es brutal. Ahí juegan mucho lo que son mis vivencias y emociones personales, porque yo soy tangerina, soy española, pero me crié en Tánger. Ya mi abuelo se fue, vivió de alguna manera ese Tánger del que habla Juanita. Entonces, aunque a mí me queda lejos por mi generación, sí que es verdad que yo, de alguna manera, he heredado, he palpado ese ambiente, esa gente, esa atmósfera.

Eso ha hecho que yo me vincule mucho con el proyecto de crear un acento especial para Juanita, una forma de entender el mundo… Está muy vinculada a mí. En ese sentido, creo que soy una persona idónea para hacer a Juanita porque estoy muy próxima al personaje.

Justo en relación con esto que comentas, ¿cómo te llevas con tu personaje?, ¿cuáles son los retos que afrontas a la hora de representar o encarnar a Juanita?

Mi relación con Juanita es estupenda, sobre todo después de tres años conviviendo con ella; le tengo muchísimo cariño. Me encanta porque es muy humana, porque tiene un punto muy perverso y muy maligno. Pero, si no la juzgas, entiendes por qué ella ha sido así, por qué todo ese sufrimiento y esa envidia hacia su hermana, esa frustración. La he llegado a comprender profundamente, la llevo muy dentro de mí y me ha hecho sacar lados insospechados de mi persona.

Si pensamos en la distancia entre un monólogo y una obra de teatro, ¿cuál dirías que es el principal desafío, si lo hay, de hacer un monólogo?

Yo venía más bien del cine, había hecho muy poquito teatro. Entonces, de repente, encontrarme con un monólogo de ese tipo, un pedazo de viaje emocional, claro, era un reto enorme: desde aprenderme ese texto tan complejo que va hacia adelante, hacia atrás, que habla con uno, con otro, para sí mismo… Es un monólogo interior y, a la vez, se refiere a otros personajes, viaja al pasado, al presente, a la niña, a la adulta. Es bastante complejo.

También tiene su lado bueno, su lado más liviano, que es que no tienes que lidiar con otros actores; eso también tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Ventajas porque, a veces, a la hora de quedar a ensayar surgen dificultades: que si alguien puede tener un problema para acudir a la hora, que si tu compañero no te da lo que necesitas, que si no siempre se da esa química; o sea, no es fácil. Aquí es un “yo me lo guiso, yo me lo como”: ensayo todas las veces que me dé la gana en mi casa, no dependo de nadie, yo marco el ritmo también.

Romina Sánchez. Juanita Narboni. Teatro Lara
Romina Sánchez en un instante de ‘La vida perra de Juanita Narboni’. Foto: BadryTeam cortesía del Teatro Lara.

Y con respecto al contraste entre grabar películas o series y hacer teatro, ¿cómo vives esa diferencia?

Al final, la interpretación se resume en lo mismo, es más, yo no hago tanta diferencia entre la interpretación teatral o cinematográfica. Yo busco la verdad en los personajes de la manera más orgánica posible y de ahí parto, tanto en cine como en teatro. Quizás yo tenía más influencia del cine, porque empecé haciendolo y me formé en interpretación para la cámara.

Eso lo he aplicado al teatro, ya que, de alguna manera, hago una interpretación muy interior: con los ojos, con la mirada, con el pensamiento… Lo que se transmite como un solo pensamiento. Mientras que en el teatro es todo mucho más grande, un plano general.

Sí que hay una gran diferencia, que es la voz. En cine no la proyectamos y en teatro sí, y eso también ha sido complicado: el encontrar ese equilibrio entre tener una interpretación muy verosímil, muy creíble, muy de verdad, y a la vez que se te oiga, se te entienda y que eso no te lleve a una exageración o a una sobreactuación, que a veces veo en teatro y no me gusta nada. Yo ahora me siento muy bien en los dos.

El personaje que más me aporta, sin lugar a dudas, de toda mi carrera ha sido Juanita, porque ha sido el más profundo, el más intenso. Dependiendo del proyecto, me gusta más una cosa u otra. Ahora tengo muchas ganas de volver a hacer una película, hace ya mucho que no hago y me encantaría. Cada cosa tiene su encanto.

¿Cómo se da la relación con el público?

Recibes la energía del público de una manera increíble, notas cualquier cosa que pasa, se activa algo alerta y, cualquier respiración, tú la sientes. Te das cuenta de si el público lo está recibiendo o no.En el Lara se suelen presentar obras de comedia, la gente va a reírse, a pasárselo bien, y Juanita es otro asunto: es una obra más íntima, está hecha en un contexto que no es tan conocido en España…

Sin embargo, lo que les llega muchísimo –y estoy muy contenta, por las críticas que han hecho– es la interpretación, el personaje. He llevado esta obra a crear un ámbito muy íntimo. La sala del Lara también ayuda mucho a crear esa atmósfera íntima, la primera fila está prácticamente en el escenario.

A la postre, ¿qué se queda contigo de esta obra?

Hay un antes y un después en mi carrera con ‘La vida perra de Juanita Narboni’. En teatro, lo he aprendido todo con Juanita, realmente. Ha sido un aprendizaje intenso, brutal, de cómo medir los tiempos, de cómo sentirlo, de meterte en un personaje tan complejo; de ese texto también, que aprenderse ese texto ya es. Me ha aportado mucho y, además, he puesto en práctica conocimientos que tenía ya desde la escuela, que de repente afloran.

Digamos que me ha sacado toda la actriz que soy. Viendo a Juanita tú ves a Romina: esta es la actriz Romina, esta es ella en su estado puro, te guste o no te guste.