#MAKMAArte
‘Pinazo en el espacio público’
Comisario: Vicente Pla Vivas
Sala de la Muralla
IVAM
C / Guillem de Castro, 118. Valencia
Del 2 de diciembre de 2021 al 15 de enero de 2023
La contemporaneidad de Ignacio Pinazo (1849-1916) pasa por esta reflexión del comisario Vicente Pla: “Pinazo está atravesado por múltiples contradicciones”. Por ejemplo, esta: “Le fascina la multitud y se comporta como un misántropo”. He ahí el artista en estado puro, de manera que su obra, con estar realizada a finales del siglo XIX y principios del XX, atraviesa el tiempo para apelar al espectador que ahora, una centuria después, sigue contemplando el baile de la vida entre maravillado por su rugido festivo y decepcionado por el amorfo trajín viajero.
“Aunque a Pinazo”, señala Pla, “le fascinaba la fuerza irresistible de este proceso”, refiriéndose al “gran tronco temático de la fusión de las múltiples individuales en colectivos”, sin embargo, discrepaba de sus resultados. Y, para ilustrarlo, cita al propio Pinazo: “La mayoría es siempre la mayor ignorancia. Las masas van contra el sentido común. ¿Cómo han de saber lo que el sabio si todo lo ignoran?”.
El IVAM acoge la muestra ‘Pinazo en el espacio público’ para mostrar el universo menos conocido del pintor, centrado en esas muchedumbres que, tomando la ciudad, eran a su vez tomadas por ella. De ahí que Pinazo pintara todas esas individualidades reunidas en calles, plazas, parques y jardines, como si fueran figuras descompuestas “mediante la pintura, en manchas de color y, mediante el dibujo, en emborronamientos y líneas abiertas”, según recoge el comisario en el catálogo de la muestra.
“Hablamos de una auténtica obsesión por captar la vida de la calle en sus lienzos”, subrayó Pla, quien puso el acento en esa doblez del artista que, como un atento observador de nuestro tiempo, participa del goce festivo, al tiempo que se distancia de él para capturar las sombras que arrojan tanta luz cegadora. Las alusiones al carnaval, no únicamente motivadas por su ‘Tarde de carnaval en la Alameda’ (1889), son acertadas si atendemos al “mundo al revés” que caracteriza el espíritu carnavalesco, para dejar después un poso nostálgico derivado del regreso a la realidad subvertida.
Las 357 obras, entre pinturas, dibujos, fotografías, películas y diversa documentación, que integran la exposición ‘Pinazo en el espacio público’, revelan esa pasión del artista por una muchedumbre, tan pronto dibujada con los trazos alegres del público como con los más sombríos que caracterizan a la masa. Público y masa, el haz y el envés de una misma aproximación a los individuos que toman la calle, apropiándosela durante los instantes de un júbilo que nunca traspasa los límites de lo permitido.
“La finalidad de Pinazo no fue reflejar las expresiones de las reacciones subjetivas, sino las del factor común que hacía de ese conjunto de individuos un agente colectivo biopolítico capaz de convertir el espacio público teórico en un espacio público sensible”, apunta el comisario. Las figuras que pueblan esos espacios públicos carecen de rostro, en su gran mayoría, porque lo primordial para Pinazo era “representar a las multitudes [en dichos espacios], entrar en el ánima de las personas”, resaltó Pla.
El IVAM, como “depositario de la mayor colección de Pinazo”, tal y como subrayó Nuria Enguita, directora del museo valenciano, muestra esa ligazón del artista con los colectivos que toman la ciudad, para destacar “las nuevas formas de habitar el espacio público” que, según Enguita, caracteriza la exposición que hasta enero de 2023 acoge la Sala de la Muralla.
“La exposición que ahora nos ocupa propone una mirada renovada sobre la obra de Pinazo, no tanto hacia su experimentalismo o su osadía formal como desde la consideración contemporánea de determinados aspectos de su discurso y narrativa”, explica la directora del IVAM en el libro catálogo que acompaña a la muestra.
Ese carácter contradictorio de las muchedumbres objeto de su pintura, en el actual marco expositivo, queda reflejado en la misantropía aludida por Vicente Pla, como consecuencia de una temprana enfermedad del propio artista, y que le llevó a manifestar: “Cada niño que nace es un cadáver más en circulación amortizable a los sesenta años”.
Su fascinación por la multitud queda emparentada con este rasgo a su vez tenebroso, que el comisario asocia con uno de sus cuadros, ‘Grupo de gente’ (1869), donde muestra a unos personajes en cierto espacio opresivo: “La escena es casi indescifrable, uniforme en su opacidad, y las figuras -que representan una humanidad oscura- parecen estar absorbidas por el fondo arquitectónico”.
El espacio público de Pinazo, en el que se detiene y pone su lupa esta muestra, se halla atravesado por esa contradicción que anida en el sujeto, tan pronto dispuesto a sentirse disuelto en el magma gozoso de la fusión colectiva (el sentimiento oceánico del que hablara Sigmund Freud), como de manifestar su extrañeza al verse alienado en la gran masa cautiva por los totalitarismos. Pinazo, he ahí su contemporaneidad, ajena al “movimiento del arte como algo evolutivo” (Enguita), se hace cargo de tamaña paradoja en la Sala la Muralla del IVAM.
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