Pier Paolo Pasolini

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Centenario Pasolini
‘Teatro’, de Pier Paolo Pasolini
Punto de Vista Editores, 2022
Teatro de la Abadía
Con Guillermo Heras, Juan Mayorga, Amelia Pérez de Villar y Antonio Rivera
Colabora el Círculo de Bellas Artes de Madrid
Fernández de los Ríos 42, Madrid
23 de noviembre de 2022

“Poliédrico e inabarcable”. Con estas palabras refería Guillermo Heras la figura de Pier Paolo Pasolini, poeta, novelista, cineasta e, igualmente, dramaturgo. En el marco de la celebración en Madrid del Centenario Pasolini y conmemorando la traducción de sus principales textos teatrales –recientemente editados por Punto de Vista Editores–, el pasado 23 de noviembre se celebró un encuentro en torno al teatro del autor italiano en el Teatro de la Abadía.

La velada se inició con la lectura de unos extractos del ‘Manifiesto para un nuevo teatro’ de Pasolini, a cargo de la actriz Montse Simón. Estos 32 puntos, originalmente publicados en la revista Nuovi Argomenti en 1968, relatan la visión que tenía el dramaturgo sobre el teatro.

Por oposición al teatro de la charla y al teatro del gesto o grito, Pasolini aboga por un ‘Teatro de la Palabra’, un teatro dirigido a “los grupos avanzados de la burguesía”, intelectuales –como el propio autor– “cuyo interés cultural sea quizás ingenuo, provinciano, pero real”, a los que Pasolini describe como “progresistas de izquierdas”.

Pasolini. Teatro

El ‘Teatro de la Palabra’ es un teatro antiespectacular, alejado del teatro como rito social, religioso, político y teatral, de todo aquello al servicio de la sociedad de consumo, neocapitalista. Es el “único que puede llegar, no por determinación o por retórica, sino de un modo realista, a la clase obrera más consciente”, a través de textos fundados en la palabra que lo constituyen como un rito cultural, común al autor, actor y espectador.

Como contrapunto de estas declaraciones, asistimos a la representación de un fragmento del ‘Calderón’ de Pasolini, de la mano de Guillermo Heras y Amparo Pascual, director de escena y actriz en la representación de esta misma obra que tuvo lugar en Madrid en el año 1988.

“Como si no estuviéramos en condiciones de entender la palabra”, resuena sobre el escenario. Dicha sentencia, parte del fragmento representado, ya pone de manifiesto la dicotomía entre ver y escuchar que Pasolini parece salvar en algunos de sus textos y subrayar en otros.

Juan Mayorga, director del Teatro de la Abadía y reciente Premio Princesa de Asturias de las Letras, señala la doble gloria que otorgaba el dramaturgo boloñés a la palabra en el teatro homónimo: la palabra es escrita y pronunciada, como las conversaciones de la vida cotidiana, de la clase obrera. Decidió, así, abandonar la poesía durante unos años en pro de un teatro más directo.

Las seis obras teatrales que Pasolini escribió durante una enfermedad –y que se recogen en el volumen anteriormente mencionado– constituyen una visión fundamental en su obra: su teatro no es anecdótico y contiene gran parte de su programa intelectual, afirma Antonio Rivera, director del Departamento de Filosofía y Sociedad de la Universidad Complutense de Madrid.

Rivera pone el acento en la importancia de separar las reflexiones teóricas de Pasolini sobre el teatro o el cine de las que están presentes en sus producciones. Su obra está llena de contradicciones que se prestan a ser objeto de debate, en un contexto en el que surgieron múltiples textos en torno al papel de la dramaturgia.

La palabra del teatro pasoliniano es una palabra en verso, pertenece a la alta literatura y se aleja de los nuevos lenguajes tecnológicos y económicos. Tal y como señala Antonio Rivera, el teatro es elegido por el malogrado escritor en tanto que nunca podrá convertirse en un producto de consumo, en un medio de masas.

Por su parte, Amelia Pérez de Villar, traductora de las seis obras que componen el volumen de Punto de Vista Editores, reflexionó en torno a la responsabilidad de dar voz a un autor tan complejo. Reflejaba, así, la imposibilidad de traducir la carga dialectal que tanta importancia cobra en las obras pasolinianas, sin menoscabo de la propia labor de la traducción, que abre las puertas de un nuevo mundo a los hablantes de otra lengua.

Estas variaciones existentes a raíz de la difusión de sus obras también están presentes en las escasas puestas en escena que ha tenido su teatro. Recuerda Guillermo Heras su voluntad de transgredir al autor, de contradecir el manifiesto en la representación que dirigió en 1988. El montaje de la Sala Olimpia también contaba con espectáculo: establecía una relación dialéctica con la palabra.

Pensar, traducir y poner en escena a Pasolini también es entrar en diálogo con él y activar ese debate que él mismo dejó en el aire a partir de las numerosas contradicciones –no por ello incoherentes, como señala Pérez de Villar– que se pueden apreciar entre manifiesto, obra y sus propias entrevistas.

Pier Paolo Pasolini fue poeta, ensayista, cineasta; escribió artículos periodísticos sobre su gran pasión, el fútbol; también fue pintor…, pero, sobre todo, fue dramaturgo. Con su teatro, reacciona a la banalidad de una nueva sociedad consumista, homenajea esa doble gloria de la palabra, escrita y pronunciada, y siembra una incomodidad provocativa fruto de una herencia incompleta sobre la que todavía ahora, en su centenario, seguimos indagando.